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Marx21

Los últimos meses de 2024 nos trajeron varios cambios muy importantes, dentro del terrible panorama del genocidio en Palestina y la continuada guerra inter-imperialista en Ucrania.

Cayeron, de maneras distintas, los dirigentes de tres países muy diferentes: Francia, Corea del Sur y Siria.

Pero, más allá de las enormes diferencias entre los tres casos, todos confirmaron de nuevo la centralidad de las luchas desde abajo para lograr victorias.

Contra el fascismo —y el neoliberalismo— en Francia

Durante años, la gran mayoría de las izquierdas en Francia negaban la naturaleza fascista del partido de Le Pen (que ahora intenta normalizarse bajo el nombre de “Agrupación Nacional”), y se negaban a impulsar un movimiento unitario en su contra.

Argumentaban que la solución pasaba únicamente porque la gente apoyara el programa de su partido. Los resultados son evidentes.

Ante las últimas elecciones, respondieron a la amenaza ultra con el Nuevo Frente Popular. Con esto, compartían, ya no una lucha concreta, sino un programa político con el Partido Socialista, aún menos “radical” que el PSOE. Y luego, en la segunda ronda electoral, retiraron a muchos candidatos de las izquierdas a favor de los de Macron, incluyendo a notorios racistas e individuos responsables de brutales recortes.

Macron les agradeció el gesto, negándose a nombrar como primera ministra a la candidata propuesta por la izquierda. En vez de eso, pactó con Le Pen el nombramiento de un macronista, Michel Barnier.

En diciembre de 2024, Barnier cayó mediante una moción de censura presentada por el Nuevo Frente Popular. La moción incluía críticas a sus políticas neoliberales, así como al racismo y la extrema derecha, pero el partido de Le Pen la votó por intereses propios. En el momento de escribir, Macron intenta que otro fiel suyo, Francois Bayrou, forme gobierno. (Ver el artículo Escalada de la crisis francesa…)

Con todo, quedan patentes las limitaciones de la vía institucional para hacer frente al fascismo. Por suerte, existe una alternativa.

Entre el 14 y el 18 de diciembre, se celebraron protestas contra el racismo y el fascismo en ciudades de toda Francia. Respondieron a la llamada del movimiento antirracista Marche des Solidarités; en París se logró reunir a 15.000 personas, desde colectivos de personas sin papeles hasta importantes sindicatos y partidos de izquierdas.

Pero este movimiento no aparece de la nada; lleva años trabajando, y las y los activistas del grupo hermano en Francia de Marx21 juegan un papel importante en impulsarlo.

Es una muestra de cómo la apuesta por la lucha desde abajo puede dar frutos muy importantes.

Corea del Sur

El 3 de diciembre, el presidente de Corea del Sur, Yoon Seok-yeol, de derechas, declaró la ley marcial. Como explicó Solidaridad Obrera, nuestra organización hermana coreana, la tuvo que suspender seis horas después, frente a una explosión de rechazo popular, con movilizaciones masivas.

Este rechazo incluyó la amenaza de huelga general indefinida por parte de la Confederación Coreana de Sindicatos. También incluyó acciones parlamentarias impulsadas por el principal partido de la oposición, el Partido Democrático.

Ambas organizaciones contribuyeron de manera importante a la suspensión del intento de golpe. El problema es que no quieren ir más allá.

El parlamento coreano aprobó el impeachment de Yoon, pero es un proceso muy lento: puede durar hasta seis meses. Por ahora, Yoon solo está suspendido de su cargo, no destituido definitivamente, y el Partido Democrático habla de restablecer la “estabilidad”. Pero si decaen las movilizaciones, la derecha e incluso la extrema derecha podrían recuperar la iniciativa.

Por eso, es muy imp0rtante la insistencia de Solidaridad Obrera en continuar y reforzar la movilización, exigiendo la salida inmediata de su cargo de Yoon, y ligando esto a demandas más generales de cambio, no solo a la substitución del Presidente.

Específicamente, señalan la importancia del movimiento estudiantil como un elemento dinámico en las movilizaciones callejeras. Pero enfatizan la centralidad de la clase trabajadora: para ganar, estas movilizaciones deben inspirar luchas obreras.

Yoon representa políticas represivas en lo político, pero también ataques contra las condiciones de vida de la clase trabajadora. Hace falta unir la lucha política con luchas económicas, con huelgas laborales.

De nuevo, la orientación de clase, y desde abajo, es esencial, también para defender de manera consistente la democracia frente a un intento de golpe de estado.

Siria

Una de las pocas bienvenidas sorpresas de 2024 fue la caída de la dinastía de los Assad, que llevaban medio siglo mandando y matando en Siria.

El padre, Hafez Al-Assad, tomó el poder mediante un golpe de Estado en 1970. En 1976, envió tropas al Líbano para respaldar a las milicias falangistas contra el movimiento palestino. En 1982, masacró a quizá 20.000 personas en Hama, y destrozó la ciudad, para aplastar a la Hermandad Musulmana. En 1991, apoyó la coalición liderada por EEUU en la guerra contra Irak.

Su hijo, Bashar Al-Assad, lo sucedió en 2000, y rápidamente demostró que seguía con la línea represiva de su padre. Tras el 11-S, colaboró activamente con la CIA en su red global de secuestro, tortura e interrogación de supuestos terroristas islamistas.

“Hay indicios en Siria del renacimiento de las luchas desde abajo y la autoorganización”

Y luego, reprimió la revolución de 2011 —iniciada por familias protestando contra la tortura y asesinato de sus hijos pequeños en Deraa— con la mayor brutalidad. Masacró a medio millón de personas y provocó la huida del país de millones más.

Las fuerzas que tomaron el poder en Siria a finales de 2024 —sobre todo el HTS— no representan la revolución de 2011. Pero hay indicios del renacimiento de las luchas desde abajo y la autoorganización, que serán esenciales para conseguir un avance duradero.

Es escandaloso que algunos sectores de las izquierdas lamenten la caída de los Assad, presentándolos como “aliados frente al imperialismo”. Los hechos desmienten este argumento, incluso en sus propios términos.

Y desde cualquier visión del socialismo como autoemancipación, debe quedar claro que una dictadura dinástica fundada sobre la brutal represión y la corrupción no puede ser aliada nuestra.

Desde abajo

Los sectores de la izquierda que prefieren confiar en las acciones de unos pocos mandatarios, en vez de en la movilización desde abajo, reflejan una visión de largo recorrido del “socialismo desde arriba”.

Esto puede tomar la forma de la socialdemocracia —lo que acaba siendo la mera gestión del sistema actual— o la forma aparentemente más radical del estalinismo, que hoy en día suele estar muy diluido, en los diferentes herederos de los antaño fuertes partidos comunistas.

Durante la guerra fría, el estalinismo veía el mundo como un choque entre el imperialismo occidental —un enemigo muy real— y el “antiimperialismo” de la URSS, China, etc. que era un mito. Dicho sea de paso, gran parte de las corrientes trotskistas ortodoxas compartieron esta visión de apoyo (“crítico”) al bloque del este.

Hoy en día esta visión desde arriba se expresa en las ilusiones en tal o cual dirigente autoritario que tenga diferencias con EEUU. Aún más increíble, puede tomar la forma de respaldar el envío de armas de la OTAN a Ucrania.

La corriente de la que Marx21 forma parte mantiene —desde sus inicios hace 70 años, en la época de la guerra fría— el principio de “Ni Washington ni Moscú, sino socialismo internacional”, es decir, el socialismo desde abajo.

En lo internacional, este principio se combina con el reconocimiento de que “el enemigo principal está en casa”. Estando en Moscú, tocaría combatir en primer lugar a Putin, sin tener ilusión alguna en EEUU y sus aliados. Dentro de occidente, es al revés.

En el mundo actual, con la izquierda actual, esta visión del socialismo desde abajo es poco comprendida. Por eso, es esencial organizarnos colectiva y políticamente, para impulsar estas ideas, y las luchas unitarias que son su expresión práctica.

Los eventos de los últimos meses, con todas sus diferencias, confirman de nuevo que la movilización y la autoorganización desde abajo son la clave para conseguir los cambios que necesitamos frente a este mundo en crisis. Si compartes esta visión, debes unirte a Marx21.