Carmen Gómez Serrano
Si te preguntas si Emma es merecedora del título “la mujer más peligrosa de América”, basta con recordar las palabras del novelista Edgar Lawrence Doctorow.
En su novela histórica Ragtime dice: “Un ejército de casacas azules irrumpió en la sala. Se oyó un alarido. De repente, el lugar se convirtió en un infierno. Era el final típico de los discursos de Emma Goldman. La policía avanzaba por el pasillo central. La anarquista permaneció serena detrás de la mesa, metiendo los papeles en el maletín”.
Nacida en Kaunas, Lituania, que entonces formaba parte de la Rusia zarista, de origen humilde, comenzó a trabajar en una fábrica a la edad de 15 años y fue víctima también de los pogromos antisemitas.
Bailar
Migrada a Estados Unidos, a la edad de 16 años, está considerada como una de las figuras más relevantes del anarquismo e introductora de las ideas feministas en el pensamiento anarquista.
A ella se le atribuye la conocida frase “Si no puedo bailar, esta no es mi revolución” que fue la contestación a un compañero de lucha que la afeó porque estaba bailando en una fiesta de celebración de una victoria sindical de una manera poco “femenina”.
Trabajó de fábrica en fábrica y fue construyendo su pensamiento libertario en los círculos revolucionarios del West End de Nueva York, en el que vivió una vida apasionada, con la revolución en constante bombeo en su poderoso corazón.
Agitadora incansable y varias veces encarcelada, en sus textos encontramos definiciones de lo que es el anarquismo como filosofía de vida, un materialismo vital al que se llega por la vía de la crítica al Estado, a la religión y a la sociedad capitalista que roba el alma y el estado natural de la clase trabajadora.
Sus textos nos hablan de amor libre, de sexualidad, de prostitución… temas que tocan los derechos de las trabajadoras, pero también encontramos pura teoría que bebe de los pensadores clásicos del anarquismo. Entre lo individual y lo colectivo hace crecer dentro de quien la lee un sentimiento de pertenecía a un género humano capaz de vivir en una sociedad libre y justa en donde podamos unirnos en comunidad y velar por el bien de todo aquel que forme parte, según las necesidades humanas de cada individuo.
Imprescindible su recopilatorio de textos Feminismo y Anarquismo porque su feminismo libertario es tan radical como sus otros compromisos. Publicado en varias editoriales, en él se definen las líneas a seguir para que haya igualdad real entre hombres y mujeres aún a costa de la dura crítica al puritanismo de la mujer de la época. Son artículos clarificadores, planteados desde una óptica de clase y algunos de ellos de plena actualidad, pues temas como la prostitución o el aborto siguen generando polémica como en su época.
Y para conocer lo que es una vida entregada a la lucha y la revolución se recomienda leer su biografía Emma Goldman, la revolución como forma de vida, escrita por Vivian Gornick.
En su dura polémica con Trotski, y a diferencia de lo que suele suceder en los debates políticos que es demonizar al adversario, Emma no olvida que está debatiendo con un ser humano y empatiza con las terribles experiencias vividas por su oponente político.
Solidaridad
Durante la Revolución Española, visitó las colectivizaciones agrarias donde, según sus palabras, “en toda mi vida nunca me había encontrado con una cálida hospitalidad, compañerismo y solidaridad como aquella”. Visitó incluso la ciudad de L’Hospitalet para ver in situ las tierras colectivizadas por la Agrícola Col·lectiva. El archivo municipal de la segunda ciudad más grande de Catalunya custodia tres fotografías de su paso por la ciudad.
Su figura ha sido y es reivindicada por su alto poder de convicción como portadora de unas ideas vivas y necesarias para toda aquella persona que ama y que trabaja por un mundo libre de explotación y socialmente justo.
Por eso, reivindicamos su figura como activista clave en la difusión de la revolución permanente, tanto individual como colectivamente.