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Thomas Foster

Respaldó las ayudas corporativas, defendió el genocidio de Israel y aplicó leyes antimigrantes.

 

El establishment del Partido Demócrata está apoyando a la vicepresidenta Kamala Harris después de que Joe Biden se viera obligado a retirarse de la carrera presidencial de Estados Unidos.

Harris se presenta como una opción progresista para enfrentarse a Donald Trump, pero ha respaldado todas las donaciones corporativas de Biden, ha defendido el genocidio de Israel y ha aplicado leyes antimigrantes. Defiende todas las políticas fallidas que allanaron el camino para el regreso de Trump.

Biden tomó la decisión de dimitir después de que sus colaboradores más cercanos presentaran datos de encuestas que mostraban que Trump ganaría en noviembre.

Minutos después, Biden publicó en las redes sociales: “Quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año”. El resto del establishment demócrata también ofreció su respaldo, entre ellos el expresidente Bill Clinton y la fallida candidata presidencial Hillary Clinton, así como la senadora Elizabeth Warren. El último paso fue la llamada telefónica —un gran show mediático— en la que Barack y Michelle Obama dieron la bendición a su candidatura.

Otras figuras importantes también enviaron su apoyo, incluidos los líderes del Grupo Hispano del Congreso y del Grupo Progresista del Congreso. Algunos de los donantes más ricos de los demócratas también apoyaron a Harris, y los donantes le dieron más de 81 millones de dólares en las 24 horas posteriores al anuncio. Al final de julio, su campaña había recaudado la suma récord de 310 millones de dólares.

“No vengan”

Harris intentará conseguir apoyo presentándose como defensora del derecho al aborto. Sin embargo, la revocación del fallo Roe vs Wade en 2022, que reconocía el derecho constitucional al aborto, ocurrió bajo la supervisión de Biden y Harris.

Fue la administración Biden-Harris la que no logró aprobar una ley nacional que protegiera el fallo Roe vs Wade, algo que prometieron en su campaña electoral de 2020.

Como vicepresidenta, Harris ha atacado a las personas migrantes que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México, diciendo: “No vengan. No vengan”.

Además, ha aplicado una serie de leyes antimigrantes, como el fortalecimiento de la policía fronteriza. Es cómplice del genocidio israelí y defiende inquebrantablemente el “derecho de Israel a defenderse”. Anteriormente, Harris llegó a comparar la creación de Israel “con el mismo compromiso con la justicia” que tenían quienes marcharon en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

Harris se presenta como una “fiscal progresista” después de su etapa como fiscal general de California, pero en el cargo se opuso a las reformas de la justicia penal y luchó con uñas y dientes para mantener condenas injustas que se habían conseguido mediante mala conducta oficial.

Bloqueó los pagos a los condenados injustamente y abogó por mantener en prisión a los delincuentes no violentos como fuente de mano de obra barata. Así como negó la cirugía de reasignación de género a los presos transgénero. La presidencia de Biden no ha logrado mejorar la vida de la gente común.

Harris es simplemente una continuación de la política de Biden. Hará todo lo posible para canalizar los movimientos sociales fuera de las calles y para impulsar su campaña electoral. Esos movimientos, ya sea por el derecho al aborto o por Palestina, deberían seguir movilizándose desde abajo para lograr el cambio, no mirar hacia el Partido Demócrata.


Este artículo apareció en Socialist Worker, nuestra publicación hermana en Gran Bretaña.