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El asesinato el pasado viernes 24 de junio de 37 personas que intentaban cruzar la frontera de la UE por Melilla, la ciudad del norte de África bajo control español, sigue teniendo —y con razón— repercusiones.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hizo unas declaraciones escandalosas ante los hechos: “Rechazamos cualquier intento violento de asaltar la valla de Melilla… por parte de mafias que trafican con seres humanos… La gendarmería [marroquí] ha hecho todo lo posible para intentar prevenir el ataque violento. Es importante reconocer la extraordinaria labor de las Fuerzas Armadas y cuerpos de seguridad…”
Desde entonces, el gobierno español ha intentado mantener esa mentira sobre las “mafias”, pero la realidad es muy diferente.
Sobrevivir
Miles de personas, la mayoría de África central, especialmente de Sudán, habían malvivido durante hasta cuatro años en campamentos improvisados en el lado marroquí de la frontera.
La reciente aceptación por parte del Gobierno de Sánchez de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental —colonia española durante un siglo y luego ocupada por Marruecos en 1975— formaba parte de un acuerdo por el que el régimen autoritario norteafricano reforzaría su control de la frontera española.
Esto podría ser el motivo del aumento del acoso sufrido recientemente por los migrantes que esperaban para cruzar, con la policía marroquí robando sus pertenencias e incluso quemando sus documentos.
En respuesta a esto, miles de personas decidieron que ya habían tenido suficiente y trataron de saltar la valla.
Entre los brutales ataques de las fuerzas de seguridad y el brutal alambre de púas de la propia valla, la estimación actual es que murieron 37 personas. 133 personas lograron permanecer en el lado español de la frontera.
Otros sufrieron la “devolución en caliente” por parte de las fuerzas españolas y marroquíes; esto va en contra del derecho internacional ya que niega el derecho a la solicitud de asilo.
Cerca de 30 migrantes/solicitantes de asilo están siendo juzgados actualmente en Nador, la cercana ciudad marroquí, acusados de violencia y de ser una banda de traficantes; los abogados de la Asociación Marroquí para los Derechos Humanos los defienden de estos falsos cargos.
Militarización
La tragedia forma parte de una realidad actual de las políticas antiinmigrantes de la UE, con Frontex la agencia fronteriza, cada vez más militarizada.
Otro factor clave es la externalización de fronteras, donde regímenes como Marruecos, la dictadura egipcia, la Turquía de Erdogan, etc. reciben ayuda al desarrollo de la UE a cambio de actuar como guardias fronterizos de Europa.
Y en la cumbre de la OTAN celebrada hace solo unos días en Madrid, Sánchez insistió en el control de la frontera sur como objetivo de “defensa” de la alianza.
Como denunció en el Congreso la diputada Maria Dantas: “Si esos inmigrantes fueran víctimas de la guerra de Putin, la OTAN estaría movilizando tropas y Europa estaría hablando de crímenes de guerra. ¡Hipócritas y racistas!”.
Comparó la violencia ejercida en Melilla con el hecho de que el Estado español ha dado protección a más de 120.000 refugiados (blancos) de Ucrania (sí tocaba darles refugio, pero hay que dárselo a todas las personas que lo necesitan).
¿Gobierno progresista?
Las posiciones adoptadas por el PSOE son escandalosas, pero lamentablemente no sorprenden. Al igual que otros socialdemócratas en Europa, combinan declaraciones progresistas con una insistencia en limitar la migración, lo que inevitablemente significa racismo.
Nada más formar el gobierno en el verano de 2018, dieron la bienvenida al barco de rescate Aquarius que transportaba a 630 migrantes a los que el entonces ministro del Interior Salvini les había negado la entrada a Italia. Solo seis meses después, el gobierno de Sánchez prohibió la operación de los barcos de rescate (Salvini lo celebró, tuiteando “ven que tenemos razón”).
¿Qué había pasado ahí en medio? VOX había hecho su sorpresiva entrada al parlamento andaluz en diciembre de 2018. En lugar de enfrentarse a su racismo, el PSOE cedió ante él… otra vez.
En principio, los y las líderes de Podemos tienen un historial mucho mejor contra el racismo, pero han hecho poco más que plantear algunas críticas. Supuestamente se unieron a la coalición para poder ejercer el poder real, pero se han sometido a la disciplina del PSOE.
La extrema derecha
Algunos activistas afirman ahora que Pedro Sánchez es lo mismo que el líder de VOX, Abascal.
Su enfado es comprensible, pero podría llevar a conclusiones erróneas.
Si ya tenemos un gobierno de extrema derecha, entonces no tiene sentido seguir protestando contra la extrema derecha de VOX.
De hecho, las cosas son más complejas.
El crecimiento de VOX —y de la extrema derecha en general— ha fomentado las políticas fronterizas racistas. Y estas políticas racistas de la UE dan aún más espacio a la extrema derecha. Pueden obtener éxitos incluso sin ejercer oficialmente el poder.
Pero la pésima posición de los líderes del PSOE y, en cierta medida, de los y las ministras de Podemos, no significa que la militancia y los votantes de estos partidos estén de acuerdo.
Todavía es posible y esencial construir un movimiento unido contra el racismo y la extrema derecha.
Black Lives Matter
Ya ha habido protestas significativas en respuesta a las muertes, con miles de personas uniéndose en concentraciones en Madrid, Barcelona y otras docenas de ciudades.
Los movimientos con base en la propia Melilla llamaron a la acción unitaria en la tarde del viernes 1 de julio. En el momento de escribir este artículo, se planean protestas por todo el Estado español, y quizá más allá.
Además de la indignación general, estas protestas incluyen la exigencia de que se destituya al ministro del Interior, Grande Marlaska, ya implicado en toda una serie de abusos contra los derechos humanos de personas migrantes y refugiadas.
Las protestas también plantean una cuestión política mucho más amplia para la izquierda.
Si Podemos decide que ya no puede apoyar a Sánchez y la coalición actual cae, el único gobierno alternativo a la vista, en términos parlamentarios, sería de derechas, incluso con el peligro de que VOX entre en el gobierno.
Pero seguir apoyando a un gobierno que promueve el racismo, el militarismo, etc. supone abandonar los principios.
La alternativa real está fuera del parlamento: no tratando de administrar el sistema existente, sino luchando contra él.
Jesús Melillero, miembro de Marx21 en Melilla, comenta: “Lo ocurrido el pasado viernes no es un hecho aislado, el aumento de los conflictos sociales y el cambio climático en África va a obligar a miles de personas a abandonar sus casas para intentar llegar a territorio de la UE, que en África continental significa las ciudades de Ceuta y Melilla.”
Esta situación no puede resolverse en interés de la gente común, del norte y del sur, sin romper con el sistema actual.