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El socialista sirio Ghayath Naisse habla sobre las raíces de la situación en Siria.

Arthur Townend

El régimen de Bashar al Assad en Siria enfrenta su mayor desafío en una década cuando la guerra civil se reavivó la semana pasada. Las fuerzas lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo islamista armado respaldado por Turquía, lanzaron una ofensiva militar en el norte del país.

HTS se formó a partir de la fusión de varios grupos en 2017. Su líder Abu Mohammed al-Jawlani se separó de la organización Al Qaeda en 2016. Tomó el control de la segunda ciudad de Siria, Alepo, la semana pasada y sus fuerzas militarizadas ahora están avanzando más hacia el interior del país. Assad, respaldado por Rusia e Irán, está decidido a recuperar el control.

El socialista sirio Ghayath Naisse explicó que, para analizar los últimos acontecimientos, era importante entender tres elementos.

En primer lugar, la revolución siria de 2011 (ver más abajo). En segundo lugar, la brutal guerra civil de Assad para derrotarla. Y en tercer lugar, las guerras y las rivalidades imperialistas que diseccionan la región. “Tras el ataque de Hamás contra el Estado israelí del 7 de octubre de 2023, el régimen turco pidió la normalización de las relaciones con el régimen sirio”, dijo.

“Este proceso fue lento y Siria se negó a avanzar porque Turquía no se aclaró sobre su presencia armada en territorio sirio. El régimen sirio no quiso negociar porque quiere un monopolio sobre la región”.

Influencia

Ghayath dijo que, en parte, el Estado turco quiere una presencia en Siria como una herramienta para expandir su influencia económica e imperialista. Pero, agregó, su principal objetivo en Siria es aplastar la lucha por un Estado nacional kurdo.

El presidente turco Recep Erdogan ha librado una guerra brutal y represiva contra el pueblo kurdo, que mantiene una presencia en el noreste de Siria, así como en partes de Turquía. Ese enclave, conocido como Rojava, limita con Turquía y cuenta con el apoyo de grupos kurdos allí. El domingo pasado, HTS comenzó a atacar a la población kurda al norte de Alepo.

Ghayath explicó por qué HTS (y Turquía) ven una oportunidad clave para plantear un desafío al régimen de Assad.

“HTS es el grupo islamista armado más importante en Siria y cuenta con un fuerte apoyo de Turquía”, dijo. “Hezbolá e Irán apoyan firmemente al régimen de Assad, pero están luchando contra el imperialismo occidental e Israel”. Debido a que Assad, Irán y Hezbolá están tan estrechamente vinculados, un ataque a cualquiera de ellos los debilita a todos.

“Rusia también apoya al régimen de Assad, pero su apoyo está limitado por la guerra que está librando contra occidente en Ucrania”.

“El hecho de que estemos en un período de transición entre las administraciones estadounidenses también es un factor: el Estado turco sabe que al presidente electo Donald Trump le gusta Erdogan. Visto así, ahora es un buen momento para que Turquía ataque a Assad”.

Pero esa dinámica es contradictoria, porque Estados Unidos no quiere el caos que vendría con la caída del régimen de Assad.

Imperialismo

Ghayath dijo: “HTS crearía un régimen muy inestable, por lo que Estados Unidos probablemente apoyará a Assad para mantener cierta estabilidad en beneficio del imperialismo”. Agregó que “el objetivo principal del grupo es controlar más territorio en Siria”.

Y esto sirve a los intereses de Erdogan porque presiona a Assad para que negocie con el régimen turco. “Podría haber un nuevo acuerdo entre Turquía, Rusia y Assad, que inevitablemente haría que Erdogan gane más influencia en Siria”, dijo.

“A medida que HTS desarrolle su ataque, Rusia intervendrá para limitarlo y luego negociará con Turquía para encontrar un nuevo acuerdo”.

Rusia tardó en responder a la ofensiva inicial de HTS la semana pasada, pero ahora ha lanzado ataques aéreos en Alepo.

“El ganador en estos hechos es Turquía”, dijo Ghayath. “Eso se debe principalmente a que los partidarios internacionales de Siria están comprometidos en otras partes. Erdogan ha encontrado el momento estratégico exacto para intervenir en el futuro de Siria. Y su Estado también reforzará su capacidad para reprimir al pueblo kurdo”.

Ghayath dice que HTS está desafiando al régimen de Assad, pero que, en realidad, está actuando en interés del Estado turco. “Entre 2014 y 2024, el pueblo sirio protestó contra HTS”, explicó. “El grupo islamista está en contra de los derechos civiles y la libertad de opinión, oprime a las mujeres y es socialmente conservador. Como muchos grupos de inspiración religiosa, está lleno de contradicciones”.

En medio de un crisol de rivales imperialistas que luchan por Siria, Ghayath subrayó: “No hay nada aquí que sea del interés del pueblo. Solo hay derramamiento de sangre”.

“Estamos en contra de esta guerra y exigimos la retirada de todas las fuerzas de nuestro país y que se conceda al pueblo sirio el derecho a la autodeterminación”.

Cómo Assad utilizó la guerra sectaria para romper una revolución

La revolución siria formó parte de los levantamientos de la Primavera Árabe de 2011. Su objetivo era Bashar al Assad, un dictador que ha dirigido el país desde la muerte de su padre, Hafez, en 2000.

La ira ante los años de pobreza y dictadura desembocó en protestas masivas y, en marzo de 2011, enormes fuerzas lucharon contra la represión estatal. La gente trabajadora y pobre desempeñó un papel central en la lucha.

En respuesta, Assad lanzó una brutal guerra civil sectaria en un intento de ahogar la revolución en sangre.

La gente común, mucha de la cual nunca había disparado un arma en su vida, se unió a las milicias recién formadas para luchar contra el régimen.

Las milicias mismas a menudo estaban formadas por soldados que se habían amotinado y se habían negado a obedecer órdenes de disparar contra la gente.

En un intento de coordinación, las milicias formaron conjuntamente el Ejército Libre Sirio. Pero la resistencia permaneció fragmentada y sin un comando centralizado. En 2014, Assad ya estaba recibiendo apoyo militar de Irán y Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, mandó ataques aéreos contra la revolución en un intento de apuntalar el régimen. Irán también utilizó su influencia para persuadir al grupo de resistencia libanés Hezbolá de que respaldara a Assad.

Las potencias imperialistas utilizaron eso como pretexto para “intervenir” en Siria. Estados Unidos amenazó con bombardear el régimen de Assad y luego apoyó a las fuerzas kurdas en el norte que también luchaban contra él. Pero Occidente abandonó rápidamente al pueblo kurdo después de que Turquía invadiera el norte de Siria.

Assad logró aplastar la revolución, pero a un cierto coste. Siria estaba ahora más dividida que nunca, con potencias regionales e imperiales importantes compitiendo por el control.

Hoy, el régimen controla aproximadamente el 65 por ciento de Siria, e incluso eso es gracias principalmente al poder aéreo ruso.

Grupos islamistas armados, como HTS, están ganando cada vez más territorio en el norte del país. Allí están en conflicto con las fuerzas kurdas que luchan por un Estado independiente.

Ghayath dice que, desde la revolución, el régimen de Assad ha sido “militarmente débil, dependiendo de otras potencias regionales para el apoyo militar y económico”.

“La región está agotada. No hay electricidad, agua ni atención sanitaria: las necesidades básicas de la población no están cubiertas, y esto significa que la población tiene pocos medios para sobrevivir, y mucho menos para resistir”.

Assad depende del empobrecimiento de la población para mantenerse en el poder.


Este artículo apareció en Socialist Worker, nuestra publicación hermana en Gran Bretaña.


Ver también:

Irak/Siria: Mosul-Raqqa y Alepo: ¡La guerra continúa!, por Ghayath Naisse

 

Siria: Fuera los imperialismos, por Nikos Loudos