Rubén James Vargas

La etapa anterior había concluido con una importante presencia de banderas palestinas en Sevilla.

En Jerez, el pasado 22 de agosto, salían los ciclistas de la Vuelta. Salieron desde un Carrefour, empresa patrocinadora de esta carrera y también una empresa que se lucra a costa del desplazamiento y robo de las personas palestinas de sus tierras. Carrefour opera y vende sus productos en los asentamientos ilegales de los colonos israelíes. Solo por este hecho ya sería más que necesario realizarle una acción al evento. Pero además de eso, este año participa un equipo israelí, Israel Premier-Tech.

Ese día por la mañana, salían dos coches por la mañana desde Málaga, llevando a unas 10 personas de la Plataforma por Palestina de Málaga y la Axarquía hasta Yunquera, el pueblo donde concluía la 6ª etapa.

Sinceramente no sabía que pensar de todo; las compañeras que habían organizado el transporte habían tenido problemas de comunicación a la hora de tener transmitirnos la información. Pero dicho esto, si no hubiera sido por ellas y su duro trabajo nos hubiéramos quedado todos en tierra, así que chapó Ámel y Aisha.

Aun así, yo no suelo hacer activismo en Málaga y por lo que veía a primera hora pensaba que íbamos a ser pocas las personas que recibiríamos el ganador de la etapa con banderas palestinas.

Más activistas

Sin embargo, poco a poco, mientras transcurrían las horas, al llegar a Yunquera se juntaban más activistas, que pudieron ir no solo de Málaga ciudad sino de distintas poblaciones de la provincia: Marbella, Coín, Alozaina, Axarquía y Yunquera. Llegaron activistas de Sevilla con una gran pancarta azul donde se leía “Stop genocidio en Gaza”.

Éramos un grupo diverso de diferentes nacionalidades, etnias y lenguas y de orientaciones. Pero teníamos una cosa clara: había que darle contestación en Málaga al paso de la Vuelta por la provincia. Mientras nos colocábamos a lo largo de uno de los lados de la meta, ya que el otro lado estaba reservado para VIPs, la gente nos observaba extrañada y con curiosidad.

También hubo reacciones negativas de los típicos con pulserita rojigualda. Uno de estos había colocado su bicicleta en la valla y nos increpó, diciendo que no le tocáramos su bici. Luego se encaró con una compañera diciendo que él había llegado antes y que esto no es un evento para mostrar banderas, lo cual no tenía sentido ya que había banderas de todo tipo de nacionalidades en el evento. Le contestamos que su bici no tenía ojos para ver la llegada de los competidores. Y que si no quería que le tocaran su bici que podía dejarla al otro lado de la cuneta; que allí podía estar tranquilo de que nadie se la iba a tocar ni por accidente.

Solidaridad

Pero no todo fueron encuentros como este; mucha gente nos saludaba y nos aplaudía al pasar, alzando un puño en solidaridad, levantando los dos dedos de victoria símbolo muy asociado a la resistencia palestina. Otras personas pedían hacerse fotos con los activistas y las banderas.

Un padre extremeño que había traído a su hijo que era muy fan del ciclismo se posicionó delante de la bici del individuo anteriormente mencionado. Y me preguntó si se podía poner aquí a lo cual le conteste que sí que podía, aunque puede que al señor de rojo no le gustaría. También le mencioné que puede que no pasara nada porque no llevaba bandera palestina.

El individuo de rojo se percató de estos dos y le cambió de actitud; les dijo con mucha amabilidad que les iba a dejar espacio para que se pusieran y retiró la bici. A esto le dije “claro cambian las formas cuando no llevas la bandera palestina”. El señor extremeño me miró, sonrió y comentó que él había estado en Ramallah y que apreciaba mucho lo que estábamos haciendo ese día. Y me pidió que si le podríamos dejar una bandera, la cual se le consiguió y se ofreció hasta sujetar una pancarta. Con todo, la cantidad de personas que protestamos subió a unas 50.

Panorámica

Uno de los momentos más emotivos fue cuando empezaron a llegar las imágenes de la bandera palestina que colgaron del Tajo de Ronda: salió en directo por la panorámica del pueblo por la televisión. Este momento nos dio muchas fuerzas para seguir soportando el sol de justicia que hacía ese día.

Pasaron los coches de Carrefour tirando merchandising a los espectadores al grito de “Boicot, boicot, boicot Carrefour” e “Israel asesina, Carrefour patrocina”.

Finalmente llegó Ben O’Connor, el australiano que ganaría la etapa. Se le recibió a él, y al pelotón, cuando llegó, al grito de “Desde el Rio hasta el Mar, Palestina vencerá”, “¡Palestina, Libertad!” y “Free Palestine”.

Su victoria se plasmó en los medios con un fondo lleno de banderas palestinas. Tanto que hasta La Razón tuvo que explicar por qué esta etapa estaba “plagada” de banderas palestinas y puntualizar de que había casi más de estas que de españolas. No deja de dar risa que se lamentaran de esto.

Compañerismo

En general, las buenas experiencias recogidas este día por parte del público y el compañerismo entre activistas nos dejaron con una gran sensación de aprendizaje en cuanto lo que podemos conseguir. Más aún por tratarse de la época vacacional, cuando es más difícil organizarse.

Esta acción ha sido un viento en nuestras velas que nos ayuda a seguir navegando hacia un mundo más justo y hacia una Palestina libre. Quedó muy claro que no vamos a normalizar este genocidio ni esta ocupación. Hay que seguir construyendo el movimiento de solidaridad con Palestina y hay que seguir empujando.