Moataz Zaher, @moatazahe
El 14 de junio de 2023, los guardacostas griegos provocaron un grave desastre marítimo frente a las costas de Pylos. Al intentar remolcar una embarcación que transportaba a casi 750 migrantes, el barco volcó.
El desastre no es un incidente aislado, sino parte de una política europea deliberada. La lucha en solidaridad con las personas refugiadas va de la mano de la lucha contra la extrema derecha.
Tras casi un año de espera, contesté rápidamente cuando mi amigo griego me llamó con la tan esperada noticia. Me dijo que el migrante egipcio Ahmed había sido finalmente liberado y estaba ahora con él. Quería hablar conmigo.
Ahmed fue uno de los “afortunados” supervivientes del terrible naufragio frente a las costas de Pylos el año pasado, en el que se perdieron trágicamente 600 vidas inocentes. Las investigaciones de Human Rights Watch y Amnistía Internacional documentaron una serie de errores cometidos por las autoridades griegas, desde el momento en que supieron por primera vez de la existencia de la embarcación hasta que, 15 horas después, cientos de personas fueron arrojadas desde el barco a las frías y oscuras aguas del Mediterráneo. También recogieron testimonios de supervivientes que relataban invariablemente que la embarcación volcó cuando una patrullera de la Guardia Costera griega intentó remolcarla.
La sangre de 600 no habrá sido derramada en vano
Los guardacostas griegos detuvieron a Ahmed y a otras ocho personas acusados de “contrabando de personas”. Como resultado, Ahmed pasó casi un año entero detenido arbitrariamente antes de ser absuelto de contrabando de personas y entrada ilegal. Esto parecía ser un intento de culpar a esos nueve inocentes del naufragio, permitiendo que el verdadero culpable —la guardia costera griega— eludiera su responsabilidad.
La implicación de los guardacostas griegos en la tragedia estaba más que clara. Los testigos contaron cómo los guardacostas tiraron del barco con cuerdas, provocando su vuelco. Posteriormente, los rescates se retrasaron y no se intentó recuperar los cuerpos de los ahogados. A pesar de estos testimonios, no ha habido investigaciones serias por parte de las autoridades griegas. Además, no se han exigido responsabilidades a ningún funcionario, salvo a la Agencia de Inteligencia Naval griega, que está retrasando su investigación sobre la actuación de la guardia costera aquel fatídico día.
El naufragio de Pylos nos recuerda los horrores a los que se enfrentan las personas refugiadas y migrantes. Lo arriesgan todo con la esperanza de encontrar seguridad y una vida mejor para sus hijos y familias. Este suceso ha dejado una huella imborrable en los supervivientes y en las familias de quienes perdieron la vida, y pone de relieve la urgente necesidad de que se exijan responsabilidades y se haga justicia.
Titanic y la extrema derecha
Mientras se desarrollaba esta tragedia, los medios de comunicación capitalistas estaban preocupados por la desaparición de un submarino con cinco multimillonarios a bordo. A éstos les movía la curiosidad por explorar los restos del Titanic. Esta noticia dominó los titulares de los principales canales de noticias, poniendo de relieve una contradicción cruda y perturbadora: las vidas de 600 personas del Sur Global, en su mayoría gente de color, quedaron eclipsadas por la muerte de cinco aventureros adinerados.
La extrema derecha europea difunde mentiras para destruir la solidaridad. Por ejemplo, las y los migrantes supuestamente planean invadir Europa, robar empleos y hogares y cambiar la identidad europea. Esta narrativa deshumaniza a las decenas de miles de víctimas que han muerto en el Mediterráneo, frente a las costas de Italia, Grecia, Túnez y Libia, o en las fronteras de Bulgaria, Rumanía y Serbia. Se golpea y tortura a personas que buscan una vida mejor para que no busquen refugio en el llamado “paraíso europeo”.
Desgraciadamente, en Europa se demoniza cada vez con más éxito a las personas refugiadas y migrantes. Esto ha hecho que la opinión pública europea acepte mejor las violaciones de sus derechos. Políticos como el neerlandés Geert Wilders desempeñan un papel influyente en la pérdida de vidas inocentes. Resistirse ante la extrema derecha se ha convertido, por tanto, en algo esencial para evitar la muerte de inocentes que tienen derecho a buscar una vida mejor para ellos y sus familias. Cuanto más luchemos contra la extrema derecha, a más personas ayudaremos a salvar. También se reduce el espacio para que otros partidos se sumen a esta lucha.
La clase dominante es la verdadera asesina
Puede que los guardacostas griegos sean los autores directos, pero entre los asesinos indirectos se encuentran Estados Unidos y sus socios europeos. Desde su injerencia en los países del Sur Global, debilitando los movimientos de liberación, hasta el apoyo a golpes militares y gobiernos tiránicos. De hecho, si gobiernos independientes y no subordinados llegaran al poder, esto podría poner en peligro los intereses de los imperialistas cuando se trata de combustibles fósiles o rutas marítimas estratégicas.
Estos colonos también son responsables de cargar a países de Oriente Próximo, África y otros lugares con préstamos del FMI y la UE, imponiendo medidas de austeridad que conducen a la pobreza generalizada, la tortura y unas condiciones de vida inhumanas. Además, la UE financia a dictadores autoritarios, como Abdel Fatah al Sisi en Egipto y Kais Saied en Túnez, para que impongan medidas más estrictas que impidan la migración a Europa. Esto anima a los y las migrantes a tomar rutas más peligrosas que los exponen a la muerte.
En definitiva, este naufragio nos ha enseñado mucho. Subraya la necesidad de redoblar los esfuerzos para hacer frente a la extrema derecha, concienciar sobre los derechos de las personas refugiadas y reconocerlas como víctimas y parte importante de la sociedad a la que se incorporan. Debemos trabajar sin descanso para perseguir a los verdaderos criminales en el poder: aquellos que hipócritamente defienden los derechos humanos y la libertad mientras están muy alejados de estos ideales. Son necesarios más esfuerzos para construir un mundo más compasivo, justo y humano.