Xoán Vázquez
Esta estrofa de la canción Worker’s song de Dropkick Murphys parece un título apropiado para hablar del trabajo y las nuevas propuestas de la ministra de seguridad social.
Elevado al rango de Ley moral por el sistema capitalista, la obligación productiva que toma forma en el trabajo alienante ha sido considerada por autores como Lafargue, Schiller, Rensi, Berardi o los situacionistas como una maldición. Llamaban a desconfiar de la exaltación del trabajo porque constituye uno de los cimientos más sólidos del sistema capitalista.
El desprestigio del trabajo debería ser absoluto y con él la ética del sacrificio, la obediencia y la servidumbre.
El lema tendría que ser “Trabajar nunca” y en estas condiciones menos todavía. Pero para la mayoría, resulta difícil imaginar un mundo sin trabajo, porque hasta el ocio está unido al poder alienante del dinero. La frase “Seamos perezosos en todo menos en amar, en beber y en ser perezosos” tiene difícil cabida en un mundo con la vida totalmente monetarizada y en la que el ocio solo despierta interés si tiene un valor económico o de prestigio social.
Esta idea de vivir en un mundo diseñado en función del trabajo y de éste como ideal absoluto lo explicó muy bien el escritor y filósofo anarquista Henry D. Thoreau: “Si un hombre pasea por el bosque por placer todos los días, corre el riesgo de que lo tomen por un haragán, pero si dedica el día entero a especular cortando árboles y dejando la tierra árida antes de tiempo, se le estima por ser un ciudadano trabajador y emprendedor.”
Pero para todas las personas que lleguen a la edad de jubilación en condiciones físicas y emocionales perfectas, y para aquellas con una incapacidad temporal, el gobierno más progresista de la Galaxia les ofrece la posibilidad de morir trabajando.
Primero fue la propuesta de la “baja laboral flexible” que ha generado gran controversia. Ha sido calificada como una barbaridad que puede suponer un retroceso en los derechos de las personas trabajadoras, por dos razones principalmente.
La primera y más importante es el impacto en la salud, pues forzar la actividad laboral durante una baja médica podría agravar la condición de la gente trabajadora y prolongar su recuperación.
La segunda que, si no existe un buen sistema de control, puede dar lugar a abusos y a que las personas trabajadoras de baja se sientan presionadas a trabajar.
Luego vino la propuesta de reforma de la jubilación activa y de la jubilación parcial, con el objetivo de incentivar una salida progresiva del mercado laboral. La propuesta incluye incorporar un periodo de cinco años o más durante el que la persona trabajadora debería continuar en situación de jubilación activa para poder cobrar la totalidad de su pensión (a partir del año 5) compatibilizándola con la percepción de un salario como persona trabajadora por cuenta ajena o unos ingresos como persona autónoma.
En ambos casos el argumento es similar y parece sacado de una novela de Danielle Steel.
Muera
En el caso de la baja laboral se habla de “mantener un vínculo con su puesto de trabajo durante la baja” y en el de la jubilación de hacer más atractivo para la persona trabajadora “alargar su carrera profesional”.
Pero este empeño de que la clase trabajadora muera en su centro de trabajo no es exclusivo del Estado español.
Aparte de los incrementos de la edad de jubilación en varios países, otros 12 países de la UE tienen ya acordado que el referente para determinar la edad de jubilación será el de la esperanza de vida que en la UE es de 81,5 años.
Por ello cobra actualidad el estribillo de una canción del músico uruguayo Daniel Viglietti, con letra de Nicolás Guillén, que dice así: “me matan si no trabajo y si trabajo me matan, siempre me matan, me matan, siempre me matan”.