“La sociedad valenciana, a pesar de sus gobernantes, lleva años resistiendo, construyendo, creando poder popular”
Jorge Mancebo
A las nueve de la mañana del miércoles 30 de octubre todavía no teníamos noticias de nuestras amistades. Apenas 12 horas antes, a las ocho de la tarde del martes, sonó una alerta en el móvil mientras estábamos enganchados a las noticias sin entender con exactitud lo que estaba sucediendo.
Las primeras imágenes que llegaban eran demoledoras; la DANA había arrasado pueblos completos de l’Horta Sud de València, además de otras zonas del País Valencià y de Castilla-La Mancha, dejando a su paso un reguero de cadáveres. Una tragedia de dimensiones nunca vistas que se agudizaba en el llamado “cinturón rojo” de València, a escasos metros de la capital del Turia.
En ese momento comenzaron a llegar los primeros mensajes de búsqueda de nuestros seres queridos. En nuestro caso, tardamos horas en localizarlos a todos; al menos hasta que pasaron las 11 de la mañana del miércoles, cuando el secretario de Seguridad y Emergencias, Emilio Argüeso Torres, se incorporó a la coordinación, casi un día después que sucediera la tragedia, según publicó él mismo en su cuenta X.
Mientras contactábamos con los nuestros, comenzaron a llegar las primeras historias y comprendimos la magnitud del horror, pero también la valentía de muchas vecinas que pusieron el cuerpo para rescatar a gente desconocida. Una noche que difícilmente olvidarán.
El nerviosismo y la sensación de frustración se acrecentaba a la vez que se nos encogía el corazón cuando mirábamos atónitos cómo subían lentamente las cifras oficiales de víctimas mortales (unas cifras todavía sin esclarecer y que, probablemente, serán muy superiores a las publicadas hoy). En pocos días, pudimos comprobar que las alertas habían llegado muy tarde para casi un centenar de municipios afectados, dejando miles de desaparecidos y, de momento, más de dos centenares de víctimas mortales certificadas.
Esta catástrofe climática supone, en el campo político, una crisis sin precedentes. En este sumidero sin fondo, el gobierno valenciano de Carlos Mazón ha tratado de responder con excusas a las preguntas de la ciudadanía. ¿Por qué se alertó tan tarde? ¿Qué responsabilidad política hay tras la catástrofe? ¿Por qué eliminaron la Unidad de Emergencias Valenciana? ¿Tiene responsabilidades directas el Consell? ¿Por qué tardan tanto en llegar a las zonas devastadas los medios necesarios para socorrer a las víctimas?
La extrema derecha, al rescate de Mazón
Así empezaba el juego de trileros de los políticos profesionales, pasándose la pelota y demostrando un enorme cinismo y distancia con el dolor de las víctimas. La operación para controlar los daños se evidenció durante la comparecencia del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo (PP), quien salió al rescate del president del Consell. En una intervención similar a cualquier mitin de campaña contra el Gobierno, pero en mitad de una crisis humanitaria, política y social, Feijóo arremetió contra la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), organismo estatal al que el Consell desoyó a pesar de las reiteradas advertencias.
En este río revuelto también acudió a pescar la organización de extrema derecha Manos Limpias, la cual interpuso una querella por delitos de homicidio imprudente contra la AEMET con el único fin de azuzar el terreno mediático e intentar disputar el relato de la situación.
El Gobierno, por su parte, ha omitido toda responsabilidad al no intervenir a pesar de que la ciudadanía todavía está encontrando cadáveres en los garajes, el fango y en las mismas casas, tal y como advertía el propio el alcalde de Alfafar (PP): “No hemos visto un camión de bomberos ni a la Guardia Civil en días. Nos tienen olvidados”, aseguraba en declaraciones concedidas a la televisión valenciana À Punt.
En este hervidero político, la extrema derecha negacionista del cambio climático y sus diferentes operadores mediáticos no han tardado en desplazarse a las zonas afectadas para intentar sacar tajada en medio de la catástrofe. Ante la necesidad de miles de personas desesperadas que prácticamente no están recibiendo ninguna atención de las diferentes administraciones, vemos, una vez más, cómo la falta de escrúpulos de la extrema derecha se impone para tratar de sacar sus temas estrella a la palestra: la inseguridad, el miedo o el racismo. El objetivo: desviar el foco de atención de los responsables políticos.
No fue casualidad el apretón de manos entre Javier Negre, un periodista condenado judicialmente y hoy director de la plataforma televisiva por internet EDATV, y Carlos Mazón. Negre lo esperó, estratégicamente colocado, para estrecharle la mano delante de las cámaras. A final, más allá del circo de fingir ser irreverentes contra el poder, son precisamente estos personajes quienes los protegen cuando pierden el control de la gestión y se sienten acorralados. Esa misma tarde, el gobierno de Pedro Sánchez denunciaba que hacía siete horas que el gobierno de Carlos Mazón no se había reunido y que no tenía nuevas noticias.
Tan solo un día después, se limitaron los accesos a los voluntarios solidarios que fueron un día más a ayudar a los pueblos devastados. Casualidad o no, un convoy policial masivo se abría paso a través del fango y anunciaba que los Reyes, el presidente del Gobierno y el president de la Generalitat valenciana acudían a visitar los pueblos arrasados por la DANA. Tal despliegue de medios no se había visto todavía por la zona. El acontecimiento, sumado a las órdenes de restricción de voluntarios, provocó que estos mismos representantes públicos se encontraran en un escenario de tensión inédito.
Fue en Paiporta, una de las localidades más afectadas por la DANA, donde tuvo lugar un episodio en el que el Rey y Mazón acabaron increpados y cubiertos de barro; Pedro Sánchez, por su parte, tuvo que abandonar la zona tras ser agredido. Un ataque reivindicado por la extrema derecha y para el que el sindicato de Vox ha ofrecido sus servicios jurídicos con el objetivo de proteger a los agresores. Todo ello con el propósito de echar más gasolina al fuego, desviar el foco hacia las reivindicaciones de la extrema derecha y sacar provecho de un momento de rabia fruto de la mala gestión y el abandono.
La solidaridad y el apoyo mutuo de la sociedad valenciana
El mayor beneficiado, sin duda, fue Carlos Mazón, quien salió casi de puntillas salvando los muebles. Por eso, hay que desactivar a la extrema derecha, pero también poner el foco en aquellos y aquellas que, organizados, construyen redes de apoyo todos los días y canalizan la rabia de abajo hacia arriba.
Porque más allá de la política del espectáculo, son las vidas que habitan estos municipios devastados quienes necesitan todo el apoyo. Las vecinas se sienten solas, atrapadas entre el cinismo de la política y la omisión de socorro del Estado y sus administraciones. Este sería el resumen: la dejación de responsabilidades ha empujado a miles de personas a coger mascarillas, escobas, palas, cubos y botas de agua, y recorrerse los pueblos de l’Horta Sud y más allá para ayudar a quien sea, donde sea, y como sea.
Y allí fuimos, a echar una mano a la casa de un amigo en Benetúser; a sacar barro y a hacernos compañía. Cruzábamos por el puente, acompañados de miles brigadistas solidarios. “Falta gente en Catarroja”, decía un grupo de jóvenes con un nudo en la garganta. “Voy a Paiporta, necesitamos hacer relevos porque la situación es terrorífica”, se escuchaba en otra conversación. Decenas de personas migrantes cocinaban sus recetas para quien lo necesitara en el municipio de Picaña, tal y como se contaba en las páginas del Levante EMV. En el Centro Social Terra de Benimaclet se organizaban centenares de raciones y se llevaban en furgones hasta el Parque Alcosa.
Son muchos los lugares donde los movimientos sociales y organizaciones del País Valencià han estado trabajando sin descanso. La solidaridad y el apoyo mutuo nunca serán patrimonio de la extrema derecha, aunque intenten ahora sacar rédito de la confusión. Toda esta solidaridad no nace de la espontaneidad. Los movimientos sociales y sus estructuras llevan muchos años organizándose en València. La sociedad valenciana, a pesar de sus gobernantes, lleva años resistiendo, construyendo, creando poder popular. Así han contribuido todos y cada uno de los movimientos sociales, picando piedra cada día y, en momentos complicados, arrimando el hombro. Con sus aciertos y sus errores.
Ahora, cuando todos fallan, “solo el pueblo salva el pueblo”, como se dice por aquí. No es una frase hecha desde la antipolítica, aunque muchos traten de manosearla; es una frase que se lleva utilizando por estos mismos movimientos que hoy, como ayer y mañana, seguirán estando, escribiendo un capítulo nuevo, a pesar de las dificultades. No dejemos de poner el foco en ellos, en la gente común que no deja de luchar todos los días. Ni los intentos del Gobierno de apaciguar los ánimos, ni los intentos de la extrema derecha de sacar provecho les servirán para que dejen de pensar en ayudar a nuestra gente cuando más lo necesita, ni de perseguir la justicia y reparación por todos los medios que sean necesarios.
Este artículo se publicó primero en La Marea. Agradecemos el permiso del autor y de La Marea para republicarlo.
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