Jan Májíček
La prensa europea elogió las elecciones checas del 8 y 9 de octubre como otra derrota del populismo de derechas.
En realidad, este país de Europa del este experimentó un brusco giro hacia la derecha, sin que un solo partido de izquierdas consiguiera escaños parlamentarios.
La coalición conservadora Spolu (Juntos) obtuvo una estrecha victoria en votos, con el 27,8 por ciento, obteniendo 71 escaños. La coalición populista de derechas, ANO, encabezada por el primer ministro, el multimillonario Andrej Babis, quedó en segundo lugar con el 27,1 por ciento y 72 escaños.
La coalición centrista Pirata/Alcaldes, que ahora podría formar gobierno con los conservadores, quedó tercero con el 15,6 por ciento de los votos, e incrementando en 9 su número de escaños hasta los 37.
Y el partido de extrema derecha Libertad y Democracia Directa quedó en cuarto lugar con el 9,6% y 20 escaños, dos menos que antes.
La popularidad de Babis se vio afectada en el período previo a la votación. Su nombre apareció en los papeles de Pandora, mientras que un escándalo de corrupción anterior, Stork’s Nest, resurgió en la prensa. Pero si bien está en horas bajas, ciertamente no está fuera de juego.
Babis proviene de una familia de burócratas estalinistas y usó sus conexiones para construir un imperio corporativo tras la caída de la dictadura en 1989.
En 2011, Babis estableció ANO como un voto “anticorrupción” y se unió a un gobierno de coalición dos años después. Como ministro de Finanzas, impulsó políticas que beneficiaron a las grandes empresas, como a su conglomerado Agrofert.
Se apoderó de dos de los periódicos checos más importantes, un canal de televisión y la emisora de radio más popular del país.
Babis utilizó la crisis de los refugiados para fortalecer sus credenciales como alguien de “fuera del juego político” que se enfrentaba a las élites de la Unión Europea (UE)… a la vez que se embolsaba sus subvenciones. Exigió a la alianza militar de la OTAN que destruyera los barcos de refugiados que intentaban cruzar el Mediterráneo.
En 2017, Babis formó un gobierno minoritario, apoyado por los socialdemócratas y el Partido Comunista.
Los socialdemócratas eran un socio menor de la coalición, mientras que los diputados del Partido Comunista apoyaron a Babis en importantes votaciones parlamentarias.
Castigados
Los votantes castigaron a ambos partidos en las elecciones del fin de semana pasado por apoyar a Babis. Por primera vez en 30 años, no llegaron al umbral del 5 por ciento, requerido para ganar escaños en el parlamento checo.
Los líderes socialdemócratas y comunistas señalaron el hecho de que habían obligado a Babis a aceptar un aumento del salario mínimo y bonificaciones para los jubilados. En realidad, la participación de la izquierda en su gobierno desmoralizó a su base, la aisló de la oposición en las calles y fortaleció a la derecha.
Y, es más, Babis utilizó su imperio mediático para atribuirse todo el mérito de las mejoras en las prestaciones sociales.
Este es un resultado terrible. Significa que la coalición de derechas venidera podrá aprobar los recortes que quiera.
Algunos dentro de la izquierda tienen ilusiones en el Partido Pirata, que hablaba de enfrentarse a las grandes corporaciones.
Pero sus líderes declararon que la división izquierda-derecha estaba obsoleta y que basarían su política “en los hechos”. Antes de la campaña electoral, crearon una coalición con el partido Alcaldes, originalmente aliado del partido neoliberal TOP09. Esto desplazó a los Piratas más hacia la derecha.
Y su lamentable objetivo de evitar cualquier polémica los llevó a pedir disculpas por cualquier cosa que pudiera considerarse un poco de izquierdas.
El golpe final llegó el mismo día de las elecciones, donde el sistema de votación checo basado en preferencias comportó que los Piratas solo obtuvieron cuatro de los 37 escaños de la coalición Piratas/Alcaldes.
El partido de izquierdas, Levice, creado hace un año a partir de la fusión de pequeñas fuerzas de izquierda, solo ganó unos cientos de votos.
Las y los socialistas revolucionarios que forman parte del partido Levice presionarán por una lucha unitaria contra los recortes que se avecinan.
Solo sobre esta base, podemos reconstruir la izquierda.
Jan Májíček es miembro de Socialistická Solidarita, nuestra organización hermana en la República Checa.