Rubén James Vargas
Cuando me propuse escribir esta reseña, la intención inicial era que fuera una lectura ligera para arrancaros unas sonrisas.
Sin embargo, dadas las circunstancias recientes, especialmente la horrenda gestión por parte de los gobernantes de la Generalitat durante la DANA en la Comunitat Valenciana, con sus daños materiales y más de 200 víctimas mortales, así como las sucesivas y cada vez más frecuentes DANAs en otros lugares de la península, es posible que este texto adquiera más relevancia de la que inicialmente hubiera tenido.
Como todos los años, en octubre llegaba la época de Halloween. Empezaba a ver, tanto en las redes sociales como en los comercios, temáticas tenebrosas de monstruos, vampiros, momias y licántropos, entre otros seres. El sistema capitalista global ha logrado globalizar esta fiesta de origen celta, como ha hecho con otras, como la Navidad o San Valentín. Y, siguiendo su lógica, los empresarios buscan acumular tanto capital como pueden aprovechándose de este periodo.
Siempre he sido muy fan de las canciones relacionadas con esta fiesta, ya sea la banda sonora de Los Cazafantasmas (Ghostbusters) de Ray Parker Jr., Thriller de Michael Jackson, Somebody’s Watching Me de Rockwell, La familia Addams o la banda sonora de Pesadilla antes de Navidad (“This is Halloween”). En fin, todos tenemos nuestros placeres culpables.
Dicho esto, normalmente, en esta época los diferentes algoritmos de las redes sociales me acaban introduciendo este tipo de contenido.
Pero este año me saltó The Vampire Conspiracy (La conspiración de los vampiros) de Oli Frost, y me quedé perplejo. Este tema, que mantiene el estilo “spooky” de los clásicos ochenteros mencionados, busca explorar cómo unos “vampiros socialistas”, en su interés por mantener vivas y saludables sus fuentes de alimento, aplican políticas verdes y ecosociales, mientras que los humanos —o mejor dicho, los que los dirigen— se empeñan en autodestruirse con políticas ecocidas que aceleran el cambio climático. Ya que los humanos “ecológicos” y “campestres”, tienen la sangre más deliciosa.
Ambientalista
El repertorio de Oli Frost es bastante variado, pero siempre busca enviar un mensaje ambientalista, desde una Caza de Brujas donde nos intentaban advertir sobre los demonios del petróleo sin éxito, hasta representar el cambio climático como una pesadilla administrativa para los Segadores de Almas en las oficinas de la Muerte.
Dicho esto, no todas sus canciones tienen la temática “jalowinesca”.
Otros temas incluyen a Ken, que tiene un mensaje para Barbie para que no lo deseche, ya que su corazón de plástico acabaría en el océano contaminándolo con microplásticos, una clara referencia a la exitosa película de Barbie, o un tema sobre el fantasma de un dinosaurio que nos explica lo que habrían hecho si hubieran visto venir el asteroide que los extinguió, un guiño a la película No mires arriba.
Sin embargo, mis favoritas son las que tienen temática de Halloween. Oli Frost ha sacado, hasta la fecha, las partes 2 y 3 de Socialist Vampire Conspiracy (La conspiración de los vampiros socialistas).
En la segunda parte, identifica a los hombres lobo como la clase burguesa que nos oprime con su ideología lobuna. Nos cuestiona si somos libres de verdad cuando las fuerzas del mercado nos mantienen atados y dóciles con una correa.
El vampiro nos explica que nos inculcan que es nuestra naturaleza luchar entre nosotros y ser un “lobo solitario”, pero que esto solo es un mito utilizado para mantenernos encadenados y que, en realidad, pueden saborear la comunidad en nuestra sangre.
En la tercera entrega, nos explica cómo el vampiro, una vez que llega al poder, nos deshipnotiza del control de los licántropos para rehipnotizarnos y hacernos aceptar la nacionalización de los servicios públicos, que los ricos paguen más impuestos y que los caseros bajen los alquileres.
Segadores
La canción más relevante hasta el momento es la de Los Segadores de Almas, que están hartos de la sobreexplotación laboral que sufren en las oficinas de la Muerte, causada por el cambio climático. Estos deciden formar un sindicato de segadores para presentar sus quejas ante sus jefes y que escuchen sus susurros.
Sin embargo, les niegan sus demandas de paralizar el Proyecto Clima, ya que supondría pérdidas para los inversores. Lo único que consiguen es un plan para ir en bici al trabajo, con el fin de reducir individualmente su huella de carbono. Hartos de esto, los segadores se empoderan, se organizan y toman el control del Lago de las Almas, porque ellos son los que empuñan las guadañas y saben cómo hacer su trabajo. Eliminan los roles de gerencia y trazan nuevos objetivos empresariales para que el Más Allá ponga la vida en primer lugar.
A través de la sátira, Frost nos ofrece ideas sobre cómo hacer frente a la crisis climática, desde la protesta y la organización sindical, ejerciendo presión sobre los políticos para que apliquen soluciones ecosociales de verdad. Si la crisis no fuera tan grave, estos temas quedarían como una anécdota graciosa y un tanto friki.
Pero, dado lo que estamos viviendo con las emergencias climáticas que estamos sufriendo en València y otros lugares, la incompetencia total de nuestros gobernantes para garantizar nuestra seguridad, ya no podemos esperar a que unos vampiros derroquen al sistema de los licántropos burgueses y se conviertan en nuestros “overlords” (señores supremos), como decían algunos usuarios en los comentarios, quienes “impacientemente los esperan”.
Tampoco podemos esperar a que la Muerte se ponga en huelga y se sindicalice. Debe ser la clase trabajadora en su conjunto la que tome conciencia de esto y se dé cuenta de su verdadera fuerza para cambiar este sistema y crear uno más justo.
Y, desgraciadamente, a raíz de los recientes acontecimientos, pero a la vez esperanzadoramente, estamos viendo cómo la clase trabajadora en València está tomando conciencia, cuando protestan contra los dirigentes y a los monarcas, cuando se organizan para apoyarse mutuamente y retirar el barro de las calles.
Toman conciencia cuando el gobierno de la Generalitat envía a la policía para reprimir a los afectados por la DANA que se manifiestan pidiendo la dimisión de Mazón. Las personas revolucionarias que abogamos por un socialismo desde abajo debemos apoyar a la clase trabajadora cuando lucha por sus intereses laborales, climáticos y de supervivencia. Toda nuestra solidaridad desde Marx21 con la clase trabajadora y a las demás personas afectadas por la DANA en València.