Camilla Royle
El avance del fascismo en Europa se está acelerando. En Austria, el Partido de la Libertad (FPÖ), de tendencia fascista, obtuvo el mayor número de votos en las elecciones del domingo 29/09, con un 29,1% de los mismos.
Es poco probable que el FPÖ logre formar gobierno, pero el partido conservador ÖVP, con un 26% de los votos, no descarta formar una coalición con ellos.
Éste es el último de una serie de éxitos electorales recientes de la extrema derecha.
En Francia, el partido fascista Rassemblement National obtuvo más del 30% de los votos en las elecciones europeas del junio pasado. Y el mes pasado, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) encabezó las encuestas en el estado alemán de Turingia.
Manfred Ecker, del grupo socialista Linkswende Jetzt, dijo: “Esto es un llamamiento a las armas para el movimiento antirracista. Es el peor resultado que podríamos haber esperado. El movimiento es lo único que puede detenerlos”.
“El FPÖ aprenderá de la extrema derecha en el resto de Europa, como la de los Países Bajos y Hungría”.
Activistas en Austria se han organizado contra el FPÖ. El viernes antes de las elecciones, varios cientos de personas interrumpieron el último mitin electoral fascista, pese a los intentos de la policía de mantener separados a los dos grupos.
Las y los antirracistas han acusado abiertamente al FPÖ de ser nazi. Y tienen razón. El FPÖ es un partido antiinmigración y antiislamista que surgió de los movimientos neonazis de los años 50. Fue fundado por el criminal de guerra convicto de las SS, Anton Reinthaler.
No tiene un ala de lucha callejera como los fascistas tradicionales y le gusta restar importancia a sus orígenes nazis, pero mantiene fuertes vínculos con organizaciones callejeras como el Movimiento Identitario.
Su líder, Herbert Kickl, ha pedido que las personas migradas sean devueltas a sus países de origen y quiere revocar los permisos de residencia a las personas de Siria y Afganistán. Aspira a ser “Volkskanzler”, o canciller del pueblo, un término que también se utiliza para referirse a Adolf Hitler.
Las personas musulmanas se encuentran en la diana de estos ataques. Kickl copia el lenguaje de los identitarios al hablar de defender la “identidad cultural” de Austria frente al islam.
Sus discursos electorales están llenos de referencias apenas veladas a “intrusos que quieren hacernos daño” y a su postura de apoyar a la familia austriaca “amante de la libertad” por encima de cualquier otra cosa.
Kickl también es una amenaza para las personas trans y no binarias: ha hablado de proteger a los niños del “lavado de cerebro transgénero”. Quiere que la constitución establezca que solo hay dos géneros y que se cree una oficina de denuncias que pueda sancionar a los profesores con ideas políticas “equivocadas”.
Durante su anterior mandato como ministro del Interior, Kickl fue responsable de la policía y la seguridad. Bajo su dirección, el ministerio se propuso reclutar a más de 4.000 policías —por eso, publicó anuncios de reclutamiento en sitios web de extrema derecha— y equipó a la policía con fusiles de asalto.
El crecimiento del FPÖ se ha producido en un contexto en el que otros partidos no han combatido el racismo o han cedido ante él. El socialdemócrata SPÖ ha presionado para que se impongan restricciones a las personas refugiadas y ha pedido a sus seguidores que no hablen de migración.
El FPÖ ha podido triunfar gracias al fracaso total de la clase política a la hora de explicar la crisis climática, la Covid-19 y el empeoramiento del nivel de vida en el mundo. Es urgente construir un movimiento unitario frente a la amenaza fascista en Austria y en cualquier otro lugar donde se manifieste.
Foto: Activistas de Linkswende jetzt, grupo hermano de Marx21 en Austria, participan en una protesta contra el FPÖ.
Este artículo apareció en Socialist Worker, nuestra publicación hermana en Gran Bretaña.