Mujeres en la historia

ES CA

Paty Gómez

En un testimonio a otros activistas, Rosa Parks escribió: “Los luchadores por la libertad nunca se retiran”. Y para ella, esto resultó ser cierto.

Parks nació el 4 de febrero de 1913 en Tuskegee, Alabama, en el sur profundo de Estados Unidos.

Creció en una época de constantes amenazas de violencia racista, cuando las leyes de Jim Crow imponían la segregación racial.

Después de casarse con Raymond Parks, un activista comprometido, se unió a la agrupación de Montgomery de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP) en 1943. Pronto se convirtió en la secretaria de la agrupación, con ED Nixon como su presidente.

Durante años, Parks hizo campaña para que las personas negras tuvieran derecho a votar y a ejercerlo. También trabajó para recopilar las disputas sobre derechos civiles en todo el país.

Un caso notable que Parks asumió fue el del aparcero Recy Taylor, quien fue violado en grupo por seis hombres blancos en 1944. Parks, trabajando con Taylor, se aseguró de que el caso recibiera atención nacional.

Radicalizada

Durante todo este período, Parks había estado rodeada de ideas de izquierda que habían radicalizado a miles de personas trabajadoras negras en las décadas de 1930 y 1940. Y aunque nunca fue registrada como miembro, participó en las reuniones del Partido Comunista.

Parks asistió a talleres de activismo en el verano de 1955 en la Highlander Folk School, con sede en Tennessee. Se trataba de un campo de entrenamiento para activistas luchadores por los derechos civiles.

Meses después de asistir a la universidad, Parks participó en la acción por la que es más famosa. El 1 de diciembre se negó a ceder su asiento a una persona blanca cuando el conductor del autobús se lo ordenó. Esto rompía las leyes de segregación en Montgomery, Alabama.

Parks contó más tarde cómo se sintió en ese momento. “Cuando el conductor blanco dio un paso atrás hacia nosotros, cuando hizo un gesto con la mano y nos ordenó que nos levantáramos y saliéramos de nuestros asientos, sentí una determinación que cubría mi cuerpo como una colcha en una noche de invierno”.

El conductor del autobús llamó a la policía y Parks fue arrestada. Su actitud desafiante provocó el boicot a los autobuses de Montgomery, que duró 381 días.

El éxito no pudo ser más rotundo y solo concluyó con la publicación, el 20 de diciembre de 1956, del fallo del Tribunal Supremo que declaró inconstitucional tal segregación. Pero no fue fácil. Primero, porque muchos afroamericanos sin automóvil ni posibilidad de compartirlo, tuvieron que caminar varios kilómetros diarios para llegar a su trabajo. Y segundo, porque el boicot se enfrentó a fuertes resistencias segregacionistas, con violentas represalias —incluidas quemas de iglesias y casas— y maniobras dudosamente legales para obstaculizar el boicot.

En 1964, la Ley de Derechos Civiles terminaría prohibiendo la segregación racial en espacios públicos, así como la discriminación en el trabajo y la educación. Esto se celebra como un acontecimiento fundamental en el movimiento por los derechos civiles.

Planificada

Aunque el momento a menudo se presenta como un acto espontáneo de desafío por parte de una anciana que estaba demasiado cansada para moverse de su asiento. En realidad, la acción no fue espontánea y había sido planificada por la NAACP y el movimiento sindical.

La propia Parks desmintió esta opinión sobre ella: “La gente siempre dice que no cedí mi asiento porque estaba cansada, pero eso no es cierto. No estaba cansada físicamente, ni más cansada de lo que solía estar al final de una jornada laboral. No era mayor, tenía 42 años. No, de lo único que estaba cansada era de ceder”. Harta de rendirse, harta de ser tratada como una ciudadana de segunda. “Mientras más obedecíamos, peor nos trataban”.

El activismo de Parks continuó mucho después de este acontecimiento y también participó activamente en el Movimiento del Poder Negro.

Durante las décadas de 1970 y 1980, hizo campaña incansablemente por cambios en el sistema de justicia penal y por mejores viviendas, hasta su muerte en 2005.

Al igual que muchas figuras del movimiento por los derechos civiles, el establishment ha intentado presentar a Parks como un rostro respetable. Dicen que desafió la intolerancia, pero no fue demasiado lejos. Pero Parks era una radical que debería ser recordada como tal.

Luchó continuamente contra la privación de derechos, la pobreza y la segregación, y por aquellas personas cuyas vidas quedaban afectadas en negativo por un sistema inherentemente racista.