Jesús M. Castillo
Estamos en plena crisis ecológica global integrada por multitud de problemáticas socioambientales estrechamente relacionadas entre sí.
El cambio climático y la Sexta Gran Extinción de biodiversidad, ambas provocadas por el crecimiento continuo y acelerado del sistema capitalista, son los mejores ejemplos de estas problemáticas socioambientales.
Al mismo tiempo, el capitalismo ha promovido que la mayoría de la población mundial viva en entornos urbanos de baja calidad ecológica que la someten a altos niveles de estrés ambiental, entre los que destacan niveles elevados de contaminación alimenticia, lumínica, acústica, atmosférica por gases y partículas, y a altas temperaturas. A estos estreses ambientales se suman los estreses socio-económicos. Ambos tipos de estreses afectan especialmente a la gente trabajadora con menos renta.
En este contexto de crisis ecológica global y concentración metropolitana estresante, los árboles urbanos cumplen funciones ecológicas claves para nuestro bienestar. Funcionan como filtros de partículas finas procedentes del tráfico rodado, las cuales se pegan a las hojas en vez de entrar en nuestros pulmones donde provocan enfermedades cardiorrespiratorias. Además, absorben carbono atmosférico mitigando la crisis climática.
También son hábitats de refugio y cría de fauna urbana, como aves y murciélagos, que eliminan plagas urbanas como mosquitos y roedores. Asimismo, la arboleda urbana regula el clima, por ejemplo, disminuyendo el efecto de isla de calor de las ciudades y creando refugios climáticos.
Por si todo esto fuera poco, los árboles mejoran el paisaje urbano haciéndolo más amigable al ser humano y promoviendo la existencia de espacios de convivencia donde se tejen, día a día, redes sociales de apoyo mutuo entre vecinas.
Los gestores de muchos núcleos urbanos, y los movimientos sociales de todos, han interiorizado estas funciones socio-ecológicas del arbolado urbano. Por lo tanto, promueven plantaciones de nuevos árboles y cuidan adecuadamente los existentes.
Sin embargo, los gestores de algunas ciudades y pueblos, como Sevilla (la cito expresamente porque es donde vivo), maltratan al arbolado urbano continuamente mediante podas abusivas que conducen a talas prematuras, o directamente los talan. Y cuando no lo hacen los gestores públicos directamente lo hacen particulares con el beneplácito de las administraciones públicas, principalmente ayuntamientos.
Beneficios
Este maltrato del arbolado urbano suele ir unido a la subcontratación de su mantenimiento a empresas privadas que ven los árboles como una manera de maximizar sus beneficios, ignorando todas sus funciones ecosociales. Estas subcontrataciones suelen estar ligadas a procesos de corrupción y corruptelas en los ayuntamientos de turno, ya sea a nivel político o de funcionarios que permanecen en sus puestos de alta responsabilidad aunque cambie el gobierno local.
Así, el maltrato del arbolado conlleva núcleos urbanos muy estresantes al servicio de una minoría empresarial que se enriquece con su gestión, mientras viven en urbanizaciones de lujo bien arboladas, al tiempo que merman la calidad de vida, cuando no la acortan directamente, de millones de personas trabajadoras.
En los núcleos urbanos donde el ayuntamiento gestiona bien el arbolado urbano, los movimientos sociales ecologistas se dedican a impulsar propuestas constructivas para seguir mejorando la calidad ecológica, y se avanza en temas como la movilidad urbana sostenible, la conservación de la biodiversidad, el impulso de las energías renovables y la gestión de residuos.
Sin embargo, en aquellas ciudades y pueblos donde los ayuntamientos maltratan al arbolado, los movimientos sociales tienen que estar, continuamente, a la defensiva para evitar, o al menos rebajar, la degradación del entorno urbano. Esto hace que se avance poco en otros aspectos de ecología urbana.
Para los griegos clásicos, los idiotas eran quienes no tenían interés por el cuidado de lo público. Desgraciadamente, aún hay muchos idiotas en muchos ayuntamientos.
Aun así, cada vez somos más las personas que nos preocupamos y movilizamos en defensa de nuestros árboles, ya estén en parques, jardines públicos y privados o calles. Sabemos que en la conservación de cada árbol urbano va nuestra vida.
Me ha gustado ,es instructivo,mostrándonos una imagen real de lo que está sucediendo.
Gracias por tu trabajo.