Marx21
Trágicamente, tras casi siete meses de asalto brutal, la masacre del pueblo palestino continúa.
En el caos creado en Gaza, es imposible saber la cifra exacta, pero según el Ministerio de Salud palestino, la agresión israelí ha matado a más de 36 mil personas. A esto, habrá que añadir al menos 10 mil personas más, cuyos cadáveres siguen enterrados bajo las ruinas.
Mientras, como mínimo, 80 mil personas han sufrido heridas físicas; los daños sicológicos, especialmente sobre los niños y las niñas, serán incalculables.
A pesar de lo que es claramente una operación genocida, siguen aceptando al Estado israelí como un socio válido de “la comunidad internacional”: es decir, de EEUU y sus aliados.
Frente a todo esto, sigue creciendo la increíble ola de solidaridad con Palestina por parte de la gente corriente de todo el planeta. Esta solidaridad internacional ha obligado a ciertos Estados a tomar algunas medidas contra el genocidio… pero éstas suelen más simbólicas que efectivas y contundentes.
Hipocresía que mata
Es chocante la comparación con las reacciones oficiales ante la invasión rusa de Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022. La Unión Europea adoptó ese mismo día un paquete de nuevas sanciones contra Rusia (ya aplicaba sanciones desde 2014); añadió un segundo paquete al día siguiente, y un tercer paquete pocos días después. Desde entonces ha habido un sinfín de medidas punitivas, desde lo económico hasta Eurovisión.
Las muchas décadas de agresiones israelíes contra el pueblo palestino nunca han provocado una reacción parecida. Incluso ahora, tras medio año de genocidio, ni tan siquiera fueron capaces de excluir a Israel de Eurovisión.
No se trata de justificar la agresión rusa: la Rusia de Putin es igual de imperialista que EEUU y sus aliados europeos. Las bombas rusas que asesinan indiscriminadamente a personas ucranianas son totalmente denunciables.
Pero el doble rasero deja patente que la respuesta europea al ataque a Ucrania nada tiene que ver con la defensa de la paz o los derechos humanos, sino que simplemente revela los intereses imperialistas enfrentados, así como un fuerte racismo.
Rusia y China son rivales del imperialismo estadounidense y europeo; por eso los denuncian. El Estado israelí es un aliado clave. Por eso, se lo excusan casi todo; le permiten llevar a cabo un genocidio… contra personas que no son blancas ni rubias.
El Gobierno español ha anunciado que enviarán armas y otro apoyo a Ucrania por un valor de 1.129 millones de euros. Esto lo tendremos que recordar de aquí a poco, cuando anuncien recortes en servicios sociales para reducir el déficit.
¿Qué da el Gobierno español al pueblo palestino? ¿Armas y munición para hacer frente al genocidio? ¿Equipos de defensa aérea?
No, solo palabras y promesas vacías, además de alguna ayuda humanitaria que su “amigo” israelí bloquea en la frontera.
Corte Internacional de Justicia
Durante los últimos meses, dos tribunales internacionales diferentes han tratado los crímenes de Israel.
En enero de 2024, Sudáfrica denunció al Estado israelí por genocidio. Pidió a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) —órgano judicial de Naciones Unidas que juzga litigios entre Estados— que emitiese una orden legal vinculante para que Israel cesase su ataque contra Gaza.
El 26 de enero de 2024, la CIJ dictaminó que era plausible que se estuviese cometiendo un genocidio y ordenó una serie de medidas cautelares, pero sin exigir el cese inmediato del ataque.
Finalmente, el 24 de mayo, la CIJ ordenó a Israel que detuviese “inmediatamente” su ofensiva militar en Rafah.
Pero Israel continúa con su ataque mortífero. Solo dos días después, la noche del 26 de mayo, bombardearon un campo de personas desplazadas en Rafah. Mataron a hasta 50 personas, incluyendo a mujeres y niños, muchas quemadas vivas en las tiendas donde estaban durmiendo.
Entre los escombros se encontraron restos de una bomba fabricada por la empresa estadounidense Boeing. Ni siquiera ahora EEUU deja a proveer a Israel de las armas que utiliza para llevar a cabo el genocidio.
Denuncia a Netanyahu
Por otro lado, el 20 de mayo, la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional (TPI) anunció que había pedido órdenes de detención contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, bajo acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza.
A diferencia de la CIJ, el TPI tiene la misión de juzgar a individuos acusados de cometer crímenes de genocidio, guerra, agresión y lesa humanidad.
En el intento de mantener un “balance”, el TPI también acusó de crímenes contra la humanidad a tres dirigentes palestinos, por un “ataque generalizado y sistemático contra la población civil de Israel”.
Pero ni siquiera esta equiparación cuestionable entre el poder ocupante y la resistencia palestina les ha ahorrado al TPI la reacción violenta de Israel y EEUU.
Por enésima vez, Netanyahu tachó de antisemitas a quienes critican los crímenes de Israel. Es una mentira y una peligrosa banalización. El antisemitismo —el racismo contra las personas judías— es muy real y crece por todo el mundo: en gran parte por culpa de los aliados fascistas del mismo Gobierno israelí, que impulsan la “teoría” antisemita del “gran remplazo”.
En 2018, el Mossad, la inteligencia israelí, amenazó a la entonces fiscal jefa del TPI por sus investigaciones de Netanyahu por posibles crímenes de guerra. Le advirtió “No querrás meterte en cosas que puedan comprometer tu seguridad o la seguridad de tu familia” y la intentó chantajear con grabaciones secretas de su marido. Esto viene de “la única democracia de Oriente Medio”, aliada de occidente.
Es evidentemente positivo que estos tribunales —por fin— estén actuando. Pero solo ha ocurrido tras meses de las mayores movilizaciones de solidaridad con Palestina de la historia, y no hay ninguna seguridad de que las denuncias se conviertan en condenas efectivas que cambien la situación.
Incluso el mero hecho de plantear que un aliado de occidente deba acatar el derecho internacional ha levantado objeciones. Karim Khan, fiscal jefe actual del TPI explicó que un dirigente político se quejó ante él: “Esta Corte fue construida para África y para matones como Putin”… no para denunciar a dirigentes amigos de occidente.
Comercio de armas
El Gobierno español declaró poco después del inicio del ataque actual contra Gaza que había suspendido el comercio de armas con Israel.
Es un tema muy importante. El Estado español ha tenido importantes negocios armamentísticos con el Estado sionista. Era impensable suministrar los medios para llevar a cabo el genocidio en Gaza. Por otro lado, comprar armas a Israel supone darle un respaldo económico al Estado y a sus empresas armamentísticas.
Pero al contrario de las declaraciones del Gobierno español, en noviembre de 2023, se mandó casi un millón de euros en munición a Israel; era solo un ejemplo de las ventas que continuaban. De hecho, el Estado español fue el país de la Unión Europea que más exportó a Israel en noviembre de 2023, representando el 52% del total de exportaciones de la UE.
La excusa era que los contratos ya se habían firmado. Pero el hecho de asesinar a miles de personas debería ser motivo más que suficiente para anular un contrato, o simplemente romperlo, si hace falta. Seguro que había muchos contratos en vigor con Rusia cuando se aplicaron las sanciones a partir de febrero de 2022.
Se trata, como siempre, de la política y de sus intereses.
Increíblemente, se podía leer en el Boletín Oficial del Estado del 29 de abril de 2024 acerca de un nuevo contrato de compra a una empresa armamentística israelí por un valor de más de 200 millones de euros.
Es decir, tras medio año de genocidio, el Estado español sigue apoyando la industria militar israelí.
¿Reconocimiento de Palestina?
El 28 de mayo se produjo el reconocimiento de Palestina como Estado, por parte del Estado español, la República de Irlanda y Noruega. De nuevo, es un paso positivo, pero no deja de ser simbólico y lleno de contradicciones.
En su declaración, Pedro Sánchez subrayó que su decisión no iba en absoluto contra el Estado de Israel al que se refirió como “amigo”. Exigió “la liberación inmediata de los rehenes israelíes en manos de Hamás” pero no la de los miles de rehenes palestinos —incluyendo a menores de edad— en cárceles israelíes.
Sánchez aclara que “esta decisión refleja nuestro rechazo frontal a Hamás” al que tilda de “terrorista”; término que no aplica al asesinato de 36 mil personas y la destrucción de Gaza a manos del Estado israelí. Hace explícito su respaldo a la “Autoridad Nacional Palestina” de Mahmud Abbas.
Abbas fue elegido en las elecciones presidenciales de enero de 2005, para un mandato de 4 años. Lleva desde 2009 con el mandato caducado, sin celebrar nuevas elecciones. Las últimas elecciones a la Autoridad Nacional Palestina se celebraron en enero de 2006; las ganó Hamas. Sin embargo, el gobierno del partido islamista sufrió ataques por parte de Fatah —el partido de Abbas— de Israel, y de EEUU. En 2007, Fatah llevó a cabo un golpe de Estado, con apoyo israelí, que se impuso en Cisjordania, pero fracasó en Gaza.
Desde entonces, Abbas sigue mandando en Cisjordania, con un régimen autoritario, neoliberal y corrupto. Las encuestas muestran un rechazo muy fuerte tanto hacia Abbas como Fatah, y amplio apoyo hacia Hamas, y esto se ha acentuado desde octubre de 2023.
Hamas tiene sus contradicciones —también actúa de manera autoritaria, también parece haber corrupción, aunque mucho menos que en Fatah— pero combate la ocupación, mientras Abbas y Fatah colaboran con Israel. Por eso, Hamas tiene tanto apoyo entre la población palestina.
Ante esta situación, el respaldo explícito del gobierno español a la Autoridad Nacional Palestina es un apoyo a un régimen golpista que carece de apoyo popular, frente al movimiento que (con sus contradicciones) lucha por la liberación de Palestina.
Si lo que se quería hacer era expresar la solidaridad con el pueblo palestino frente al genocidio, no tocaba apoyar explícitamente a un partido palestino frente a otro.
Así que frente a los ataques pro israelíes, nos toca defender el reconocimiento de Palestina… y tener claro que es producto de las movilizaciones. Pero debemos tener presente que se trata de un “reconocimiento” muy limitado y sesgado. Debemos continuar exigiendo sanciones efectivas contra el Estado genocida.
El Gobierno español retiró su embajadora de Buenos Aires a raíz de los insultos del presidente ultra argentino. No ha dado un paso parecido con Tel Aviv. Milei es horrible, pero ¿para el Gobierno la reputación de Sánchez y su mujer pesan más que 36 mil vidas palestinas?
El mito de los “dos Estados”
Sánchez habló de “un Estado palestino [en Gaza y Cisjordania] que conviva junto al Estado de Israel en paz y seguridad”. No quiere reconocer que el proyecto sionista se basa en una limpieza étnica continua de la población palestina que empezó antes incluso de la fundación del Estado israelí.
El sionismo es un proyecto inherentemente racista y colonial. El genocidio actual en Gaza y la incesante construcción de asentamientos por parte de colonos de extrema derecha en Cisjordania no son aberraciones o excepciones: reflejan la naturaleza del sionismo en sí mismo.
Por eso, cada vez más personas judías en todo el mundo están denunciando y protestando contra los crímenes de Israel; saben que no les representan, ni a ellas ni a su religión. Por eso, el problema con el proyecto sionista no son sus fronteras exactas (y todo indica que el Estado israelí quiere ocupar toda la Palestina histórica, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo) sino su base racista.
Aunque se estableciese un “Estado palestino” en Gaza y Cisjordania, la población palestina dentro de Israel (“los palestinos de 1948”) seguiría viviendo bajo condiciones de apartheid. Eso en el mejor de los casos: en el peor, los intentarían deportar a “su Estado”.
La existencia de un solo territorio desde el río hasta el mar es una realidad. La cuestión es si será un Estado israelí basado en el apartheid, con la población palestina viviendo como ciudadanía de segunda clase o expulsada completamente; o un Estado igualitario y plural, para toda su gente, judía, musulmana o cristiana, y del origen e identidad nacional que sea.
Más solidaridad
La situación es terrible, pero entre la propia resistencia palestina y la solidaridad internacional, se puede ganar. El Estado israelí está más desprestigiado que nunca. El poder de su principal aliado y defensor, EEUU, está más cuestionado que nunca.
Los avances conseguidos durante estos meses —las magníficas acampadas estudiantiles y las otras protestas; las decisiones de los tribunales y algunos gobiernos…— son una muestra de que las cosas están cambiando.
Y están cambiando debido a las luchas desde abajo, no a las maniobras desde arriba. La lucha palestina es una lucha global. Y una victoria en Palestina sería un paso importante hacia una victoria global.