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  1. La extrema derecha sigue avanzando en todo el mundo. Javier Milei, el nuevo presidente “libertario” de Argentina, no solo aboga por una economía neoliberal de línea dura, sino que hace apología de la dictadura militar asesina que estuvo en el poder entre 1976 y 1983. Otro líder de extrema derecha, Narendra Modi, se presenta a la reelección en India. Giorgia Meloni, primera ministra fascista de Italia, intenta cambiar la Constitución y centralizar el poder en sus manos. Geert Wilders no ha podido convertirse en primer ministro de Holanda, pero su Partido por la Libertad (PVV) se impuso en las elecciones parlamentarias del pasado noviembre con casi el 24% de los votos. Los grandes partidos fascistas de Alemania y Francia —Alternativa para Alemania (AfD) y Rassemblement National (RN), respectivamente— esperan obtener unos resultados comparativamente buenos en las elecciones al Parlamento Europeo y aprovechar sus éxitos en las pasadas elecciones nacionales y locales.
  2. Dentro de los partidos establecidos de derechas, son personajes como la conservadora británica Suella Braverman y Friedrich Merz de la CDU alemana, que utilizan una retórica de extrema derecha, quienes ganan influencia. En Europa, es posible que el centro-derecha recurra cada vez más a los votos parlamentarios de la extrema derecha. Mientras tanto, en las elecciones presidenciales estadounidenses, Donald Trump, gracias a su fuerte base popular republicana, va por delante de Joe Biden en la mayoría de los sondeos de opinión.
  3. El avance de la extrema derecha es el resultado directo del fracaso de los principales partidos neoliberales de centro-derecha y centro-izquierda. Reaccionaron a la crisis financiera mundial de 2007-9 obligando a la gente trabajadora de a pie a pagar el coste, mediante la austeridad. Por ejemplo, en Grecia el PIB per cápita, 22.314 dólares en 2023, sigue estando muy por debajo de su máximo de 31.902 dólares en 2008. Los salarios se han visto aún más afectados por el repunte inflacionista causado por la pandemia y la guerra de Ucrania. Esto ha facilitado que la extrema derecha denuncie demagógicamente a las “élites” o a la “casta”. También les ayuda el hecho de que, vergonzosamente, suelen ser los únicos partidos que critican la guerra “proxy” de la OTAN contra Rusia en Ucrania en muchos países.
  4. La extrema derecha trata de desplazar la justificada ira popular ante la forma en que las vidas de las personas trabajadoras han empeorado desde el estallido de la crisis financiera mundial, apuntando a las personas migradas y refugiadas, a pesar de que éstas se encuentran entre las mayores víctimas de la crisis multidimensional en la que el sistema se encuentra ahora atrapado. Se calcula, por ejemplo, que las guerras imperialistas libradas por Estados Unidos y sus aliados para mantener su dominio en Oriente Medio han desplazado al menos a 38 millones de personas. El gobierno genocida israelí de Benjamin Netanyahu pretende expulsar al pueblo palestino de Gaza. Si las personas desplazadas quieren refugiarse en Europa, se las hace retroceder y se las acosa. 600 personas refugiadas fueron asesinadas en un naufragio en el Mediterráneo cerca de Grecia, cuando su barco volcó durante un “pushback” (devolución en caliente) de la guardia costera griega.
  5. La extrema derecha se ha visto enormemente reforzada por la forma en que los partidos gobernantes del “establishment” han tratado de apaciguarla, endureciendo los controles migratorios y atacando las libertades civiles mediante el aumento de la represión. El fracasado gobierno conservador de Rishi Sunak en Gran Bretaña se esfuerza desesperadamente por “detener los barcos” que cruzan el Canal de la Mancha, mientras el Parlamento Europeo vota nuevas leyes antimigración, lo que empeora aún más la política de la UE de “Europa Fortaleza”. La islamofobia comenzó como una manera de justificar las intervenciones del imperialismo occidental en Oriente Medio, pero ha sido desarrollada “desde abajo” por la extrema derecha. El feroz racismo antimusulmán que predican ha sido generalizado por los partidos gobernantes. La islamofobia de la extrema derecha les lleva a apoyar firmemente a Israel, sin dejar de jugar con el antisemitismo. Los gobiernos los refuerzan, al tachar de antisemitas a quienes critican a Israel y atacando especialmente a las personas musulmanas y a las personas judías antisionistas que se movilizan contra el genocidio.
  6. La extrema derecha y la ofensiva racista más amplia deben ser combatidas sin tregua y a la mayor escala posible. Dado que sus mayores avances han tenido lugar en las elecciones, hay que hacerles frente allí también. Pero esto no significa apoyar a los partidos de centro-izquierda que simultáneamente han aplicado políticas neoliberales y han apaciguado a la extrema derecha: una extrema derecha que utiliza el racismo antimigrante de forma demagógica para desafiar estas políticas neoliberales. En las próximas elecciones —por ejemplo, al Parlamento Europeo— como corriente pedimos el voto para las candidaturas que se oponen a la austeridad, al racismo y a la guerra e impulsan la solidaridad con el pueblo de Palestina.
  7. Pero mucho más importante que este ámbito electoral es la lucha en las calles y en los lugares de trabajo. Trabajamos para movilizar una oposición masiva contra los fascistas organizados, tratando de unirnos con nuestros compañeros y compañeras en los sindicatos, en organizaciones políticas de la izquierda y con las organizaciones comunitarias para bloquear las manifestaciones y las agresiones fascistas. Trabajamos para construir movimientos de masas lo más amplios posibles que unan a todas las personas y organizaciones que se oponen al racismo y promueven la solidaridad con las personas migradas y refugiadas.
  8. El racismo y el fascismo están profundamente arraigados en el sistema capitalista, cuya crisis está alimentando el auge de la extrema derecha. Como corriente, trabajamos por la revolución socialista internacional necesaria para liberar al mundo del capitalismo y de todos los males que conlleva, y para lograr la justicia para todo el mundo, sobre la base de una democracia real desde abajo. El movimiento de solidaridad con Palestina —representado por las inspiradoras protestas estudiantiles en Estados Unidos— es un ejemplo del tipo de izquierda antiimperialista y antirracista que necesitamos construir.

La coordinación de la Corriente Socialismo Internacional

2 de mayo de 2024