Sophie Squire
La clase trabajadora nunca ha sido tan masiva o potencialmente poderosa como lo es hoy; es un hecho que los que están en el poder quieren que olvidemos.
No quieren que las personas trabajadoras nos demos cuenta de que nuestra clase puede ser, como dijo Karl Marx, el “sepulturero del capitalismo”.
La patronal puede ser dueña de las tiendas, los centros de llamadas, las fábricas y la maquinaria, pero nada funciona sin personas trabajadoras. El capitalismo es un sistema que depende del beneficio. Pero la obtención de beneficios solo es posible porque la clase capitalista no paga a sus plantillas lo que vale su trabajo. La patronal se queda con lo que sobra, la plusvalía.
En teoría, pagan a las y los trabajadores lo suficiente para alimentarse, vestirse y cuidar de sus familias. Las y los socialistas llaman a este tipo de robo explotación. Pero la sociedad capitalista no solo está marcada por la explotación: su otra característica principal es la competencia. Los y las capitalistas rivales están en una batalla interminable para obtener las mayores ganancias.
El impulso por competir ha creado un sistema sobre el que nadie tiene realmente control. Es propenso a las crisis y la inestabilidad. Es un sistema donde las ganancias están por encima de las necesidades de las personas. Y es la fuerza impulsora detrás de todas las crisis entrelazadas que enfrentan las personas trabajadoras hoy en día, incluidas la guerra, el cambio climático y la opresión.
Sin embargo, las condiciones que crean un sufrimiento tan masivo para la gente trabajadora también crean el potencial para una batalla por derrocar el sistema que los creó. Por su propia conveniencia, la patronal capitalista presionó a los y a las trabajadoras para que se reunieran en pueblos y ciudades en expansión. Y el constante impulso de la patronal por desarrollar nueva tecnología para aumentar sus ganancias significa que las y los trabajadores nunca han estado tan bien equipados para defenderse.
Organizarse
Las personas trabajadoras hemos podido organizarnos, desarrollar sindicatos y montar una lucha contra la patronal. Nunca una clase explotada en la historia había tenido tal potencial para apoderarse y dirigir la sociedad. Pero las y los trabajadores solo podemos lograr este cambio mediante la acción colectiva.
La gente trabajadora no podemos soñar con dividir fábricas o supermercados como los campesinos dividen las parcelas de los terratenientes. Si una sola persona trabajadora se declarara en huelga por una subida salarial, el patrón podría castigarla. Pero si toda la plantilla saliera junta, la fuerza de la misma sería mucho mayor.
La explotación obliga a las personas trabajadoras a unirse como colectivo, ofreciéndoles el potencial de unirse para luchar. Los y las trabajadoras son una clase colectiva tanto en la explotación como en la liberación. En el Socialist Workers Party creemos que la clase trabajadora es la única clase que puede aplastar el capitalismo y marcar el comienzo de una sociedad socialista. Nuestra visión de cómo sería esto es clara en dos sentidos.
La primera es que las y los trabajadores que realmente dirigen la sociedad tomarán decisiones sobre cómo se organiza esta. La segunda es que será una sociedad basada en satisfacer las necesidades de la humanidad, no en obtener ganancias. Para lograr esta transformación necesitamos un levantamiento de millones de personas trabajadoras en todo el mundo.
Como dijo Marx, una revolución obrera es la única manera de librar a la clase trabajadora de “la suciedad de los tiempos y prepararla para fundar la sociedad de nuevo”. No creemos que el socialismo pueda imponerse desde arriba mediante el parlamento o la guerra de guerrillas, o incluso eligiendo a buenos parlamentarios de izquierdas.
El capitalismo de Estado, visto en Rusia bajo Josef Stalin, puso los medios de producción en manos de los burócratas. Llamó a eso socialismo, pero las y los trabajadores no tenían el control. La auténtica tradición marxista muestra que el socialismo solo puede venir desde abajo, de las propias personas trabajadoras.
La clase trabajadora puede deshacerse de los horrores del sistema capitalista cuando actúa unida en beneficio de sus propios intereses como clase. Como sostuvo Marx, los y las trabajadoras deben convertirse en una “clase por sí misma”. Por eso es tan importante visitar cada piquete y respaldar cada huelga. Solo la lucha puede fortalecer la confianza de las personas trabajadoras y ofrecerles una idea de cómo podrían tomar el control de sus vidas y destinos.
Este artículo apareció en Socialist Worker, nuestra publicación hermana en Gran Bretaña.