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Rubén J. Vargas

La lista de propuestas verdes de la Unión Europea (UE) es extensa. A la UE le gusta proyectar una imagen de cara a su ciudadanía y al resto del mundo como un modelo a seguir en cuanto a leyes y propuestas medioambientales.

Sin embargo, la realidad es mucho menos halagüeña.

En 2019, la Comisión Europea presento el Pacto Verde Europeo cuyo principal objetivo es que Europa sea el primer continente climáticamente neutro en 2050. Esta propuesta busca reducir emisiones un 55% para 2030. Las partes del pacto que afirman haber cumplido o estar cumpliendo son la creación del Fondo Social para el Clima en 2022, la propuesta “Primero, la eficiencia energética” en 2023 y la pionera Ley de Restauración de la Naturaleza.

En mayo de 2023 también presentaron REPowerEU, un plan para poner fin a la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles rusos —probablemente acelerado por la invasión rusa de Ucrania— y para hacer frente a la crisis climática. Este plan buscaba impulsar las energías renovables e implementar su Plan Industrial del Pacto Verde.

La UE afirma que quiere dirigirse hacia una economía circular y consumo sostenible para alcanzar la neutralidad climática.

Para ello, quiere frenar la generación de residuos con la legislación de 2022 que busca restringir el envasado innecesario, hacer que todos los envases del mercado de la UE sean reciclables y reducir las necesidades de recursos naturales primarios, aumentando el uso de plásticos reciclados en los envases.

La intención con esto es “reducir a 43 millones de toneladas las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de los envases, frente a los 66 millones de toneladas que se generarían de no ser por la modificación de la legislación.”

En esta misma línea, la UE también dice que quiere implementar el “Derecho a Reparar” y reducir el consumo textil con la propuesta #ReFashionNow.

Diluyendo las reglas en la práctica: emisiones de gases

Según el Washington Post, el otoño pasado, el bloque de 27 naciones alcanzó un acuerdo político líder en el mundo para poner fin de manera efectiva a la venta de automóviles no eléctricos para 2035.

Pero este año, un grupo de países buscó suavizar las reglas. Las regulaciones se han mantenido prácticamente intactas, aunque Alemania obtuvo una excepción para los vehículos convencionales que funcionarían con combustibles eléctricos neutros en carbono. Estos combustibles aún no son económicamente viables para su uso masivo.

El impulso causó el creciente descontento entre los ejecutivos de la industria automotriz en todo el continente por un cambio total a los vehículos eléctricos y el fin de los automóviles que utilizan motores de combustión interna, cuya producción está vinculada a decenas de miles de empleos en Alemania, Italia y más allá.

Claramente, a los empresarios no les hace ninguna gracia tener que apoquinar una transición justa para la clase trabajadora de este sector y mueven ficha para suavizar las leyes climáticas europeas.

La extrema derecha también juega su papel en tumbar las propuestas climáticas. El ministro de Transporte de Italia, Matteo Salvini, de extrema derecha, dijo en una conferencia de concesionarios de automóviles en mayo en Verona. “Ahora somos una minoría de bloqueo; queremos convertirnos en mayoría.”

Pero no solo es la ultraderecha europea; el centro derecha liberal también busca socavar las propuestas. Durante un discurso sobre cómo reactivar la industria francesa, el presidente Emmanuel Macron pidió en mayo “una ruptura regulatoria europea”. “Ya hemos aprobado muchas regulaciones ambientales a nivel europeo, más que otros países”, dijo Macron. “Ahora deberíamos implementarlas, no hacer nuevos cambios en las reglas o perderemos a todos nuestros actores [industriales].”

Reducción de desperdicios

El Comité de Medio Ambiente del Parlamento Europeo votó el 14 de este febrero sobre los objetivos de reducción del desperdicio de alimentos en toda la UE y sobre responsabilizar a los productores por los desechos textiles. Se trata de dos flujos de desechos que ejercen una enorme presión sobre los recursos naturales del planeta, según la red ambiental Zero Waste Europe. La propuesta en su forma actual aún no logra cambiar fundamentalmente la forma en que Europa trata sus recursos.

Los eurodiputados acordaron elevar los objetivos de reducción del desperdicio de alimentos al 20% para el procesamiento y la fabricación, y al 40% para el comercio minorista, los restaurantes y los hogares.

Este resultado, sin embargo, va en contra de los compromisos anteriores asumidos por el Parlamento Europeo en su resolución de 2020 sobre el Pacto Verde: reducir el desperdicio de alimentos en un 50% desde la granja hasta la mesa.

Theresa Mörsen, responsable de políticas de residuos y recursos de Zero Waste Europe, afirma: “Lamentamos que el compromiso alcanzado sea otro golpe a los objetivos originales del Pacto Verde de la UE. Excluir completamente de los objetivos los alimentos perdidos a nivel agrícola no es aceptable, y esperamos que los responsables de las políticas cumplan su compromiso de establecer objetivos de reducción a nivel de producción primaria en los próximos años.”

Por último, el Comité optó por debilitar las enmiendas relativas a la clasificación obligatoria de los residuos antes de su incineración o vertido. Ahora simplemente se anima a los Estados miembros a clasificar los residuos de antemano. Esta decisión contrasta marcadamente con datos recientes de Eurostat, que revelan que el 52% de los residuos acaban en flujos mixtos de residuos destinados a la incineración y a los vertederos.

Reducción de pesticidas

El ejecutivo de la UE presentó la ley propuesta, denominada SUR, en junio de 2022, junto con su prima no menos polarizadora, la Ley de Restauración de la Naturaleza.

La medida obligaría a los países de la UE a reducir colectivamente a la mitad el uso y el riesgo de pesticidas, que pueden ser tóxicos para la salud humana y el medio ambiente, para 2030, así como a promover prácticas agrícolas más sostenibles.

La realidad es que se piensa que, aunque la ley es demasiado importante como para ser rechazada, la medida si se implementara logrará una capacidad mucho más reducida que ese objetivo inicial del 50%. Es que la ley no es vinculante y los Estados miembros pueden optar aceptarla a diferentes niveles.

Fondos para energías renovables destinados a defensa y el control de fronteras

De los 10.000 millones de euros asignados para el fondo destinado al desarrollo de energías renovables han quedado 1.500 millones. Se propone redistribuir el resto para fines militares y de control de las migraciones.

Thomas Pellerin-Carlin, director de inversiones climáticas y tecnologías limpias de la UE en el Instituto de Economía Climática, advirtió que el compromiso podría ser catastrófico para la industria de las tecnologías limpias, particularmente dada la creciente competencia de Estados Unidos y China. Declaró: “Anteriormente, se podía estimar que alrededor del 50 por ciento de los fondos de la Plataforma de Tecnologías Estratégicas para Europa (PTEE) se destinarían al clima, y ​​ahora se puede estimar que será alrededor del 0 por ciento: ese dinero podría pasar de 5 de [un presupuesto de] 10 mil millones a cero de 1,5 mil millones.”

He aquí la transformación de Ursula von der Leyen de paloma verde, con la que hizo campaña con el Pacto Verde y la transformación de Europa para la era digital de su primer mandato, a halcón militar. Y no es de extrañar tras sus comentarios acerca de financiar militarmente a Ucrania frente a Rusia o apoyar al Estado israelí en su genocidio del pueblo palestino en Gaza.

Desde luego que una Europa más militarizada es una Europa menos verde y menos sostenible. Por tanto, es necesario enmarcar las reivindicaciones climáticas en las calles que ya se han demostrado que son el único sitio donde la clase trabajadora puede ejercer presión real y conseguir mejoras en cuanto a justicia climática.