ES CA

Una ola de ira y horror antirracistas ha estallado por toda Francia contra una nueva ley antiinmigrantes aprobada con el apoyo de los fascistas, la noche del martes 19 de diciembre.

La gente salió a las calles en Rennes, Chambéry, Montpellier y otras diez ciudades al siguiente jueves por la noche. Estaban previstas manifestaciones para ese viernes en París, Rennes, Marsella, Lyon, Toulouse, Brest, Limoges, Bayona, Pau y otras ciudades y pueblos.

Las y los estudiantes bloquearon varias universidades y grupos de trabajadores de base presionaron para realizar huelgas.

El gobierno del presidente neoliberal Emmanuel Macron impuso una nueva ley antimigrantes impulsada por el ministro del Interior, Gerald Darmanin.

Inicialmente, los parlamentarios habían rechazado los planes y tanto la izquierda como gran parte de la derecha, incluido la fascista Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen, votaron en contra. Luego, Macron se acercó aún más a la derecha y obtuvo el respaldo de los conservadores tradicionales y los votos del RN.

Denis Godard, un socialista y antirracista en París, habló con Charlie Kimber de nuestra publicación hermana Socialist Worker sobre las movilizaciones actuales y por qué hay tanta indignación. La entrevista es del 22 de diciembre de 2023.

 

¿Por qué hay tal respuesta?

Vimos al grupo de Macron, a los conservadores y a los fascistas votar juntos.

Hablé frente al parlamento aquella semana en una manifestación y dije que Macron había ganado su elección basándose en que era un baluarte contra la subida del fascismo. De hecho, el gobierno ha abierto el camino a la organización fascista de dos maneras.

La primera forma es que hicieron una alianza en el parlamento para poder votar con el RN. Esto significa que legitimaron la organización fascista al más alto nivel.

La segunda es que han aceptado la “preferencia nacional”, según la cual las personas que el Estado considera francesas reciben un trato diferente al de las personas migrantes —incluso aquellas consideradas migrantes legales— y las personas indocumentadas. Es una desigualdad abierta y estructural.

Esta jerarquía ha sido un sueño durante décadas del fascista Frente Nacional y luego del RN. Ahora lo tienen. Por eso Le Pen dijo que era una “victoria ideológica” para su partido.

Es un cambio cualitativo, no solo una normativa racista más entre una serie de leyes racistas. Llega hasta el extremo que incluso el Primer Ministro, el día después de la votación, dijo en la televisión que hay puntos de la ley que tal vez no sean constitucionales y que tal vez tengan que ser eliminados.

Cuéntanos sobre la resistencia.

Nuestro lema es que esto ya es emergencia, emergencia, emergencia.

La gente se manifestó el lunes en 60 ciudades diferentes de Francia. En París, las autoridades dijeron que la marcha estaba prohibida, pero la gente salió igualmente. Darmanin prohibió la manifestación… ¡Contra Darmanin! Fue un ultraje y el movimiento no lo aceptó.

El lunes había 15.000 o más personas en París. Estamos orgullosos de lo que hemos construido. Pero dijimos que no era suficiente. No bastaba con poder impedir que la ley se aprobara cuando tanto la izquierda como la extrema derecha se oponían a la primera versión presentada.

Macron siempre iba a volver con una ley peor.

Como socialistas y antirracistas dijimos que los sindicatos tienen el poder de destruir la ley. Tenían que haber convocado huelgas.

Algunos dirigentes sindicales se han pronunciado contra la ley. Bien. Pero tienen que movilizarse. Esto sucedió en algunos lugares de trabajo; no en muchos, pero creo que es la primera vez que los trabajadores organizan huelgas explícitamente antirracistas.

La izquierda tampoco se movilizó realmente. Pero ahora que se ha aprobado la ley, una ley aún peor, existe una nueva posibilidad porque la gente está muy consternada. No pueden creer lo que pasó.

Varias universidades ya están en huelga y bloqueadas por los estudiantes. Algunas escuelas de París están bloqueadas por los estudiantes. En la biblioteca más conocida de París, los trabajadores colocaron una pancarta que decía que no hacen falta papeles para entrar en esta biblioteca.

Hay manifestaciones espontáneas. Sophie Binet, presidenta de la central sindical CGT, llamó a “la desobediencia civil y a intensificar las acciones de resistencia”. Vale, ojalá hubiera llegado antes, pero así es más fácil de organizar.

Necesitamos una alianza entre las personas trabajadoras que se manifestaron en torno a la cuestión de las pensiones a principios de este año y la juventud que se manifestó y se rebeló contra el racismo y la brutalidad policial. Ese es el tipo de alianza que necesitamos ahora mismo.

Algo está pasando. Podemos ganar, no todo ha terminado.

También hay divisiones arriba. Los líderes de un tercio de las regiones de Francia dijeron que no cumplirían ciertas medidas de la ley.

No se puede hablar de una “izquierda” en el partido de Macron, pero 27 de los parlamentarios de su grupo votaron en contra y 32 se abstuvieron: casi una cuarta parte de las y los parlamentarios pro-Macron. Un ministro del gabinete dimitió y otro presentó su dimisión.

Tendremos manifestaciones, aumentaremos la presión para hacer huelgas y luego un día nacional de protestas el 6 de enero.

Enviamos solidaridad a vuestras luchas contra el racismo en Gran Bretaña. En toda Europa vamos a tener que luchar y no dejar que nos dividan.

¿Qué impone la nueva ley?

Ha estado en trámite realizado durante más de un año. La primera versión ya era una ley muy racista, basada en la idea de que no solo las personas migradas sino todas las personas extranjeras son delincuentes y criminales. En el centro de esto estaba la criminalización y, por tanto, la represión.

De ahí surgió la determinación de permitir que el Estado expulsara y deportara a personas, incluso si tenían los documentos de ciudadanía necesarios.

Dijo que las personas podrían ser expulsadas si, por ejemplo, están en una manifestación convocada sin permiso o de otra manera “amenazando el orden”. Ahora basta con oponerse a los “valores republicanos”.

Esta es un arma utilizada contra las personas musulmanas. La ley aprobada esta semana dice que las criaturas nacidas en Francia de padres extranjeros ya no se convertirán automáticamente en ciudadanos franceses.

Las personas solicitantes de asilo cuyo comportamiento se considere “una amenaza al orden público” pueden ser sometidas a prisión preventiva.

Los y las ciudadanas de países no pertenecientes a la UE que trabajen en Francia tendrán que demostrar que han estado en el país durante 30 meses antes de poder recibir prestaciones sociales como para el cuidado de las criaturas. Los extranjeros en Francia que no estén trabajando tendrán que esperar cinco años antes de poder obtener prestaciones.

Las personas no pertenecientes a la UE que no tengan permiso de residencia o trabajo pero que trabajen en áreas o industrias que tengan dificultades para reclutar a personas trabajadoras, como restauración, construcción y agricultura, pueden solicitar un permiso de residencia y trabajo. Pero deben haber vivido en Francia al menos tres años y haber trabajado al menos 12 meses en los dos últimos años.

Las autoridades juzgarán el grado de “integración del solicitante en la sociedad francesa y su respeto por los valores republicanos”.