Publicamos la declaración de la Liga Comunista Revolucionaria, organización marxista revolucionaria en Palestina, de septiembre de 1947. El internacionalismo que defiende contrasta fuertemente con la decisión de la URSS en ese mismo año de respaldar la partición; un giro apoyado —tras una breve conmoción— por los partidos comunistas internacionales.
No solo eso: entre 1947 y 1949 el bloque estalinista envió decenas de miles de rifles y millones de balas desde Checoslovaquia a las milicias sionistas, reforzándolas enormemente y contribuyendo así a la Nakba. La URSS fue el primer Estado del mundo en reconocer formalmente el nuevo Estado sionista, en mayo de 1948.
El periódico del Partido Comunista de EEUU, Daily Worker, sacó en su portada del 31 de mayo de 1948 el enorme titular “Los árabes a punto de utilizar gas venenoso”: una acusación falsa basada únicamente en las declaraciones de un portavoz sionista anónimo. Días después publicaron otra acusación sin fundamento, de que fuerzas palestinas habían decapitado a combatientes sionistas.
En diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 194, que exigía el derecho al retorno a Palestina de las personas refugiadas. La resolución sigue siendo un elemento clave de la defensa de los derechos de Palestina: la URSS votó en contra, junto con el resto del bloque soviético.
No se explican todos estos hechos para ganar puntos, sino por un motivo político muy importante.
Demuestran una vez más que una izquierda que se base en los intereses geoestratégicos de una u otra gran potencia cometerá errores terribles, una vez tras otra. Si se basa en una visión internacionalista y de clase —en defender los intereses del 99% frente a uno u otro sector del 1%— por supuesto se pueden cometer errores, pero no tan terribles ni de manera tan sistemática.
El contraste entre la posición defendida en 1947 por la Liga Comunista Revolucionaria y el estalinismo demuestra que el marxismo revolucionario era capaz de ver desde el principio que el sionismo era desastroso no solo para la población árabe de Palestina, sino también para la gente trabajadora judía.
También debemos subrayar que una persona clave en la construcción de la Liga Comunista Revolucionaria, y su principal teórico, responsable del análisis contenido en la declaración, fue Tony Cliff. Justo en esa época, Cliff migró a Gran Bretaña, donde acabaría fundando lo que es ahora la corriente Socialismo Internacional, de la que Marx21 forma parte.
Foto arriba: Huelga general en Palestina, 1936. Declaración publicada originalmente en hebreo en Kol Ham’amad (La Voz de la Clase), No. 31, septiembre de 1947:
¡Contra la partición!
Los miembros del comité de la ONU mostraron “comprensión” e “hicieron un trabajo maravilloso en muy poco tiempo”. Con estas palabras la representante de la Agencia Judía, Golda Meir, apoyó la propuesta de partición. La mayoría de los partidos sionistas estuvieron de acuerdo con ellos, con ciertas reservas sobre la “forma” de la solución.
El Ministro de Asuntos Exteriores estadounidense, Marshall, también compartió esta opinión. Es bien sabido, sin embargo, que el destino de los pueblos perseguidos no suele ser la principal preocupación del Ministro de Asuntos Exteriores estadounidense. Por tanto, su reacción podría causar aprensión entre quienes creían en las buenas intenciones del comité de la ONU.
¿Qué les da la propuesta de la ONU a la población judía? A primera vista, todo: una cuota de inmigración de 150.000 y más; independencia política; alrededor de dos tercios de Palestina; tres grandes puertos y casi todo el litoral. Eso es más de lo que los optimistas entre los miembros de la Agencia Judía se atrevieron a pedir.
¿No son un poco sospechosas esta “comprensión” y “amabilidad”? ¿Por qué votaron a favor de esta propuesta los representantes de Canadá, Holanda y Suecia, que tienen estrechos vínculos con las potencias anglosajonas? ¿Y por qué votaron a favor los representantes de Guatemala, Perú y Uruguay, cuyas políticas son dictadas desde Washington? Todos los periódicos sionistas, así como los semisionistas (los órganos del Partido Comunista de Palestina) se negaron a plantear esta cuestión. Y por supuesto no respondieron.
Pero esa es precisamente la cuestión determinante. Más importantes que el contenido de la propuesta son los motivos de quienes la presentaron. ¡No nos equivoquemos! Detrás de lo que Marshall llama los países “neutrales” están las potencias que están más interesadas en este asunto. Los cálculos que produjeron la propuesta de partición son precisamente los mismos que provocaron la partición de la India.
¿Cuáles son estos cálculos? En nuestro período, el período de las revoluciones sociales y de las revueltas de los pueblos esclavizados, el imperialismo gobierna mediante dos métodos principales: la represión despiadada y brutal (como en Indonesia, Indochina y Grecia), o rompiendo la guerra de clases mediante conflictos nacionales. La segunda vía es más barata y segura, así como permite al imperialismo esconderse tras las cortinas.
Hasta ahora, el imperialismo ha utilizado con éxito los métodos divide et impera (divide y vencerás) en este país, utilizando la inmigración sionista como factor de división. De esta manera, se creó una tensión nacional que, en gran medida, dirigió la ira provocada por el imperialismo entre las masas árabes en Palestina y Medio Oriente contra los judíos. Pero últimamente este método ha dejado de dar los resultados deseados. A pesar de la tensión nacional, se desarrolló en el país una clase trabajadora árabe fuerte y combativa. Se abrió un nuevo capítulo en la historia de Palestina cuando las y los trabajadores árabes y judíos cooperaron en huelgas a gran escala para obligar a los explotadores imperialistas a hacer concesiones. Y el fracaso del último intento de forzar a los habitantes de Palestina a un nuevo torbellino de derramamiento de sangre mutuo mediante provocaciones, enseñó a los imperialistas una nueva lección. Ahora sacaron sus conclusiones: si se niegan a luchar entre sí, ¡los pondremos en una posición económica y política que los obligará a hacerlo! Ése es el verdadero contenido de la propuesta de partición.
¿Quizás la propuesta de partición materializará el sueño de independencia política del pueblo judío? La “independencia” del Estado judío se reducirá a elegir, de manera “libre” e “independiente”, entre dos opciones: morir de hambre o venderse al imperialismo. El comercio exterior —tanto las importaciones como las exportaciones— sigue como antes bajo el control del imperialismo. Los sectores clave de la economía —petróleo, electricidad y minerales— siguen en manos de monopolios extranjeros. Y las ganancias seguirán fluyendo hacia los bolsillos de los capitalistas extranjeros.
Un pequeño Estado judío en el corazón de Medio Oriente puede ser un excelente instrumento en manos de los Estados imperialistas. Aislado de las masas árabes, este Estado quedará indefenso y completamente a merced de los imperialistas. Y lo utilizarán para fortalecer sus posiciones, mientras al mismo tiempo sermonean a los Estados árabes sobre el “peligro judío” —es decir, la amenaza representada por las inevitables tendencias expansionistas del pequeño Estado judío. Y un día, cuando la tensión alcance su punto máximo, los “amigos” imperialistas dejarán al Estado judío a su suerte.
Los árabes también recibirán “independencia política”. La partición provocará la creación de un Estado árabe feudal atrasado, una especie de Transjordania al oeste del río Jordán. De esta manera esperan aislar y paralizar al proletariado árabe en la zona de Haifa, importante centro estratégico con refinerías de petróleo, así como dividir y paralizar la guerra de clases de toda la gente trabajadora de Palestina.
¿Qué pasa con la “salvación de las personas refugiadas de los campos de concentración”? El imperialismo creó el problema de los refugiados de los campos de concentración cuando les cerró las puertas de todos los países. El destino de las personas refugiadas es su responsabilidad. El imperialismo no es filantrópico. Si envía como “regalo” a los refugiados a Palestina, lo hará por una única razón: utilizarlos para sus propios fines.
La propuesta de partición, aparentemente tan “favorable” a la población judía, contiene varios aspectos muy deseables desde el punto de vista del imperialismo: 1) Las concesiones al sionismo serán utilizadas como cebo para conseguir la aprobación de la mayoría judía; 2) Incluye varias provocaciones, como la incorporación de Jaffa al Estado judío y la negación de cualquier puerto al Estado árabe, que enfurece a los árabes; 3) Estas provocaciones permiten a Gran Bretaña aparecer como un “amigo de los árabes”, que “luchará” por una segunda partición más justa. Esto, a su vez, les ayudará a pasarse el trago amargo. En otras palabras, tenemos aquí una división del trabajo preestablecida.
En resumen: la propuesta del comité de la ONU no es una solución ni para la población judía ni para la árabe; es una solución pura y exclusivamente para los países imperialistas. Los políticos sionistas aprovecharon con avidez el hueso que les arrojó el imperialismo. Y los críticos sionistas “de izquierda”, en aras de quitarle la máscara al juego de los imperialistas, atacan a medias la propuesta de partición y exigen… ¡un Estado judío en toda Palestina! Un Estado binacional según la propuesta de Shomer HaTsa’ir (Joven Guardia) es sólo una hoja de parra para el derecho de los judíos a imponer a los árabes —sin su consentimiento y contra su voluntad— la inmigración judía y las políticas sionistas.
¿Qué pasa con el Partido Comunista de Palestina? Aparentemente espera la solución “justa” de la ONU. En cualquier caso, sigue sembrando ilusiones respecto de la ONU y, en ese sentido, ayuda a ocultar e implementar los programas imperialistas.
Frente a todo esto decimos: ¡No caigamos en la trampa! La solución del problema judío, como la solución de los problemas del país, no vendrá “desde arriba”, ni de la ONU ni de ninguna otra institución imperialista. Ninguna “lucha”, “terror” o “presión” moral harán que el imperialismo abandone sus intereses vitales en la región (¡las acciones petroleras dieron dividendos del 60% este año!).
Para resolver el problema judío, para liberarnos del peso del imperialismo, solo hay un camino: la guerra de clases común con nuestros hermanos árabes; una guerra que es un eslabón inseparable de la guerra antiimperialista de las masas oprimidas en todo el Oriente árabe y en todo el mundo.
La fuerza del imperialismo reside en la división: nuestra fuerza en la unidad de clase internacional.