ES CA

Xoán Vázquez

El pasado 30 de noviembre, la Corte Suprema de Rusia prohibió lo que denominó el “movimiento público LGBT internacional” por considerarlo extremista en el sentido de que sus actividades dentro de Rusia “incitaban a la discordia social y religiosa”. Así el “movimiento LGBT internacional” queda agregado a una lista de más de 100 grupos “extremistas” prohibidos en Rusia.

Esta decisión desproporcionada hace que el encarcelamiento sea un escenario muy real por llevar a cabo activismo o compartir información sobre los derechos humanos de las personas LGTBI+.

Se trata, en última instancia, de un intento de acabar por completo con cualquier organización LGTBI+ e infundir miedo al procesamiento y al encarcelamiento entre las personas LGTBI+ en general, así como entre quienes las apoyan.

De trascendentales reformas a la represión

En diciembre de 1917, el gobierno bolchevique acabó con todas las leyes que penaban los actos homosexuales.

En un texto escrito por el doctor Grigorii Batkis, este expone las trascendentales reformas en lo concerniente a asuntos homosexuales. Batkis señala que “la legislación soviética se adentró por una senda nueva hasta entonces desconocida, a fin de satisfacer los fines de la revolución social”.

“Ninguna sociedad en todo el mundo se había marcado esas metas y ninguna revolución anterior se había enfrentado a sus problemas”.

La subida al poder de Stalin en 1922 cortó la revolución social de la que hablaba Batkis. Ya en 1931 los estalinistas habían empezado a desarrollar toda una mitología sobre la homosexualidad como producto de la decadencia burguesa y de la perversión fascista. Pero no es hasta enero de 1934 que el aparato represivo estalinista comienzó a actuar, produciéndose en varias ciudades rusas detenciones masivas de homosexuales, entre los que figuraban gran número de actores, músicos y otros artistas.

El 7 marzo de ese mismo año el gobierno de la Unión Soviética, bajo la dirección de Stalin, volvió a criminalizar las relaciones sexuales entre hombres. El artículo 121 fue adherido al código criminal para toda la Unión Soviética, quedando expresamente prohibidas las relaciones homosexuales entre hombres, castigadas con hasta 5 años de trabajos forzados en prisión. Coincidiendo con la aprobación de la ley, la prensa soviética emprendió una campaña contra los homosexuales liderada, entre otros, por Máximo Gorki, reflejada en su artículo “Humanismo proletario”.

Las presidencias de Khruschev y Breznev, de los años 50 hasta principios de los años 80, no mejoraron la vida de las personas homosexuales. En plena Glásnost, ya bajo el mandato de Mijaíl Gorbachov, una encuesta llevada a cabo en 1989 puso de relieve que los homosexuales eran el grupo más odiado en la sociedad rusa y, el 30% de los encuestados opinaban que debían ser liquidados. La homosexualidad permaneció como una grave ofensa criminal hasta que dicho status fue revocado en 1993.

El 11 de junio de 2013 la Duma Estatal —el parlamento de Rusia— aprobó por unanimidad la ley contra la propaganda homosexual, nombre coloquial con el que se conoce a la ley federal rusa “para el propósito de proteger a los niños de la información que aboga por la negación de los valores familiares tradicionales”. (Esta ley se parecía a la “cláusula 28” homófoba, implementada por el gobierno británico liderado por Margaret Thatcher en 1988.)

El gobierno de Putin presentó la ley como un intento de proteger a los niños de la exposición a la homosexualidad, utilizando el argumento de que contradice los valores familiares tradicionales. La ley, que prohíbe la distribución de “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales” entre los menores, fue condenada por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas y por grupos de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch por conducir a una justificación y aumento de la violencia homofóbica.

La “purga gay” en Chechenia en 2017 o los asesinatos de activistas como V. Tornovoi o Yelena Grigoriyeva son la prueba.

La reforma constitucional de 2020 introdujo el concepto de que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, después de que Putin asegurara que, mientras él fuera presidente, en Rusia no habrá matrimonio homosexual.

El año 2022 comienzó con la polémica presentación en Cannes de “La mujer de Tchaikovsky” obra del disidente Kirill Serebrennikov. Para el actual gobierno homófobo ruso el retrato que se ofrece de Tchaikovsky es una afrenta, al romper con los tabúes sobre la homosexualidad que el músico ocultada y negada oficialmente.

En julio, la diputada Nina Ostanina promovió un proyecto de ley que prohibía “la negación de los valores familiares” y la promoción de “orientaciones sexuales no tradicionales”. El 27 de octubre de 2022, la Duma estatal aprobó por unanimidad un proyecto de ley que ampliaba la ley de propaganda gay para cubrir a cualquier grupo de edad, en lugar de solo a los menores.

Y llegamos a julio de 2023 con la firma de Putin de la ley que prohíbe la cirugía para la reafirmación de género (“cambio de sexo”). Lo que parecía el colofón del arsenal legislativo homófobo no lo era, como hemos podido comprobar con la resolución de la Corte Suprema.

Recientemente, el viceministro de justicia, Luguinov aseguró ante la ONU que la prohibición de las manifestaciones públicas LGBTI se correspondía con los valores morales del país.

En relación a la resolución de la Corte Suprema, una declaración de la red internacional LGTBI+, la ILGA, señala: “las y los activistas rusos dicen alto y claro que ahora se necesitan más acciones que palabras. Si bien las organizaciones sentirán la necesidad de comentar acerca de la decisión de hoy, pedimos a quienes tienen recursos que hagan más que simplemente condenar. Les instamos a volver a comprometerse a apoyar firmemente la organización LGBTI en Rusia a través de financiación, asistencia de seguridad y apoyo logístico para la reubicación de personas en riesgo. Al hacerlo, es fundamental centrar las estrategias, la orientación, el conocimiento y la experiencia de los activistas y grupos LGBTI que operan en el país e involucran directamente a las comunidades LGBTI en su trabajo.”