Publicamos la carta enviada a Salvador Allende por diferentes organismos: la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en Conflicto; el 5 de septiembre de 1973. Como sabemos ahora, faltaba menos de una semana para el golpe de Pinochet.
En la carta, denuncian los fallos del gobierno de Unidad Popular. Advierten de la amenaza inminente de golpe militar, y exigen medidas decisivas para pararlo. Tristemente, su llamada no fue atendida.
Fue publicada por primera vez en Chile en un libro clave: Miguel Silva, Los cordones industriales y el socialismo desde abajo, Imprenta Lizor, 1997.
Comenta Silva: “Se nota que todavía los cordones no tenían claro el cómo construir una alternativa a “su” Gobierno. En conjunto, la carta es una muestra impresionante del estado de consciencia, muy combativa, aunque no exenta de contradicciones, dentro de la clase trabajadora chilena en ese momento.
A su Excelencia el Presidente de la República
5 de septiembre de 1973
Compañero Salvador Allende:
Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto ha considerado de urgencia dirigirse a usted, alarmados por el desencadenamiento de una serie de acontecimientos que creemos nos llevará no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal.
Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, democrático‑burgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de preservación.
Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ése, ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo.
Por eso procedemos a enumerarle las medidas que, como representantes de la clase trabajadora, consideramos imprescindibles tomar.
En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el programa de la Unidad Popular, nosotros en 1970, no votamos por un hombre, votamos por un Programa.
Curiosamente, el Capítulo primero del Programa de la Unidad Popular se titula “Poder Popular”,
Citamos: Página 14 del programa:
“…Las fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un Presidente de la República por otro, ni para reemplazar a un partido por otros en el Gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesinado y sectores progresistas de las capas medias…” “Transformar las actuales instituciones del Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder…”
“…El Gobierno popular asentará esencialmente su fuerza y autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado…”
Página 15:
“…A través de una movilización de masas se constituirá desde las bases la nueva estructura del poder…”
Se habla de un programa de una nueva Constitución Política, de una Cámara Única, de la Asamblea del Pueblo, de un Tribunal Supremo con miembros asignados por la Asamblea del Pueblo. En el programa se indica que se rechazará el empleo de las Fuerzas Armadas para oprimir al pueblo… (Página 24).
Compañero Allende, si no le indicáramos que estas frases son citas del programa de la Unidad Popular, que era un programa mínimo para la clase, en este momento se nos diría que este es el lenguaje “ultra” de los cordones industriales.
Pero nosotros preguntamos, ¿dónde está el nuevo Estado? ¿La nueva Constitución Política, la Cámara Única, la Asamblea Popular, los Tribunales Supremos?
Han pasado tres años, compañero Allende y usted no se ha apoyado en las masas y ahora nosotros los trabajadores tenemos desconfianza.
Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de avanzar. Nosotros exigimos que no sólo se nos informe, sino que también se nos consulte sobre las decisiones, que al fin y al cabo son definitorias para nuestro destino.
Sabemos que en la historia de las revoluciones siempre han habido momentos para replegarse y momentos para avanzar, pero sabemos, tenemos la certeza absoluta, que en los últimos tres años podríamos haber ganado no sólo batallas parciales, sino la lucha total.
Haber tomado en esas ocasiones medidas que hicieran irrevocables el proceso, después del triunfo de la elección de Regidores del 71, el pueblo clamaba por un plebiscito y la disolución de un Congreso antagónico.
En octubre, cuando fue la voluntad y organización de la clase obrera que mantuvo al país caminando frente al paro patronal, donde nacieron los cordones industriales en el calor de esa lucha y se mantuvo la producción, el abastecimiento, el transporte, gracias al sacrificio de los trabajadores y se pudo dar el golpe mortal a la burguesía, usted no nos tuvo confianza, a pesar de que nadie puede negar la tremenda potencialidad revolucionaria demostrada por el proletariado, y le dio una salida que fue una bofetada a la clase obrera, instaurando un Gabinete cívico‑militar, con el agravante de incluir en él a dos dirigentes de la Central Única de Trabajadores, que al aceptar integrar estos ministerios, hicieron perder la confianza de la clase trabajadora en su organismo máximo.
Organismo, que cualquiera que fuese el carácter del Gobierno, debía mantenerse al margen para defender cualquier debilidad de éste frente a los problemas de los trabajadores.
A pesar del reflujo y desmovilización que esto produjo, de la inflación, las colas y las mil dificultades que los hombres y mujeres del proletariado vivían a diario, en las elecciones de marzo de 1973, mostraron una vez más su claridad y conciencia al darle un 43% de votos militantes a los candidatos de la Unidad Popular.
Allí también, compañero, se deberían haber tomado las medidas que el pueblo merecía y exigía para protegerlo del desastre que ahora presentimos.
Y ya el 29 de junio, cuando los generales y oficiales sediciosos aliados al Partido Nacional, Frei y Patria y Libertad se pusieron francamente en una posición de ilegalidad, se podría haber descabezado a los sediciosos y, apoyándose en el pueblo y dándole responsabilidad a los generales leales y a las fuerzas que entonces le obedecían, haber llevado el proceso hacia el triunfo, haber pasado a la ofensiva.
Lo que faltó en todas estas ocasiones fue decisión, decisión revolucionaria, lo que faltó fue confianza en las masas, lo que faltó fue conocimiento de su organización y fuerza, lo que faltó fue una vanguardia decidida y hegemónica.
Ahora los trabajadores no solamente tenemos desconfianza, estamos alarmados.
La derecha ha montado un aparato terrorista tan poderoso y bien organizado, que no cabe duda que está financiado y por la CIA. Matan obreros, hacen volar oleoductos, micros, ferrocarriles.
Producen apagones en dos provincias, atentan contra nuestros dirigentes, nuestros locales partidarios y sindicales.
‑ ¿Se les castiga o apresa?
‑ ¡No compañero!
Se castiga y apresa a los dirigentes de izquierda.
Los Pablos Rodríguez, los Benjamines Matte, confiesan abiertamente haber participado en el “Tanquetazo”.
‑ ¿Se les allana y humilla?
‑ ¡No compañero!
Se allana Lanera Austral de Magellanes donde se asesina a un obrero y se tiene a los trabajadores de boca en la nieve durante horas y horas.
Los transportistas paralizan el país, dejando hogares humildes sin parafina, sin alimentos, sin medicamentos.
‑ ¿Se los veja, se los reprime?
‑ ¡No compañero!
Se veja a los obreros de Cobre Cerrillos, de Indugas, de Cemento Melón, de Cervecerías Unidas.
Frei, Jarpa y sus comparsas financiados por la ITT, llaman abiertamente a la sedición.
‑ ¿Se les desafuera, se les querella?
‑ ¡No compañero!
Se querella, se pide el desafuero de Palestro, de Altamirano, de Garretón, de los que defienden los derechos de la clase obrera
El 29 de junio se levantan generales y oficiales contra el Gobierno, ametrallando horas y horas el Palacio de la Moneda, produciendo 22 muertos.
‑ ¿Se les fusila, se los tortura?
‑ ¡No compañero!
Se tortura en forma inhumana a los marineros y suboficiales que defienden la Constitución, la voluntad del pueblo, y a usted, compañero Allende.
Patria y Libertad incita al golpe.
¿Se les apresa, se les castiga?
¡No compañero!, siguen dando conferencias de prensa, se les da salvoconductos para que conspiren en el extranjero.
Mientras se allana Sumar, donde mueren obreros y pobladores, y a los campesinos de Cautín, que defienden al Gobierno, se les somete a los castigos más implacables, paseándolos colgados de los pies, en helicópteros sobre las cabezas de sus familias hasta darles muerte.
Se le ataca a Ud. compañero, a nuestros dirigentes, y a través de ellos a los trabajadores en su conjunto en la forma más insolente y libertina por los medios de comunicaciones millonarios de la derecha.
‑ ¿Se les destruye, se les silencia?
‑ ¡No compañero!
Se silencia y se destruye a los medios de comunicación de izquierda, el canal 9 de TV, última posibilidad de voz de los trabajadores.
Y el 4 de septiembre, en el tercer aniversario del Gobierno de los trabajadores, mientras el pueblo, un millón cuatrocientos mil, salíamos a saludarlo, a mostrar nuestra decisión y conciencia revolucionaria, la FACH allanaba Mademsa, Madeco, Rittig, en una de las provocaciones más insolentes e inaceptables, sin que exista respuesta visible alguna.
Por todo lo planteado, compañero, nosotros los trabajadores, estamos de acuerdo en un punto con el señor Frei, que aquí hay sólo dos alternativas: la dictadura del proletariado o la dictadura militar.
Claro que el señor Frei también es ingenuo, porque cree que tal dictadura militar sería sólo de transición, para llevarlo a la postre a él a la Presidencia.
Estamos absolutamente convencidos de que históricamente el reformismo que se busca a través del diálogo con los que han traicionado una y otra vez, es el camino más rápido hacia el fascismo.
Y los trabajadores ya sabemos lo que es el fascismo.
Hasta hace poco era solamente una palabra que no todos los compañeros comprendíamos. Teníamos que recurrir a lejanos o cercanos ejemplos: Brasil, España, Uruguay, etc.
Pero ya lo hemos vivido en carne propia, en los allanamientos, en lo que está sucediendo a marinos y suboficiales, en lo que están sufriendo los compañeros de Asmar, Famae, los campesinos de Cautín.
Ya sabemos que el fascismo significa terminar con todas las conquistas logradas por la clase obrera, las organizaciones obreras, los sindicatos, el derecho a la huelga, los pliegos de peticiones.
Al trabajador que reclama sus más mínimos derechos humanos se lo despide, se lo aprisiona, tortura o asesina.
Consideramos no sólo que se nos está llevando por el camino que nos conducirá al fascismo en un plazo vertiginoso, sino que se nos ha estado privando de los medios para defendernos.
Por lo tanto le exigimos a usted, compañero Presidente, que se ponga a la cabeza de este verdadero Ejército sin armas, pero poderoso en cuanto a conciencia, decisión, que los partidos proletarios pongan de lado sus divergencias y se conviertan en verdadera vanguardia de esta masa organizada, pero sin dirección.
Exigimos:
1) Frente al paro de los transportistas, la requisición inmediata de los camiones sin devolución por los organismos de masas y la creación de una Empresa Estatal de Transportes, para que nunca más esté en las manos de estos bandidos la posibilidad de paralizar el país.
2) Frente al paro criminal del Colegio Médico, exigimos que se les aplique la Ley de Seguridad Interior del Estado, para que nunca más esté en las manos de estos mercenarios de la salud, la vida de nuestras mujeres e hijos. Todo el apoyo a los médicos patriotas.
3) Frente al paro de los comerciantes, que no se repita el error de octubre en que dejamos en claro que no los necesitábamos como gremio. Que se ponga fin a la posibilidad de que estos traficantes confabulados con los transportistas, pretendan sitiar al pueblo por hambre. Que se establezca de una vez por todas la distribución directa, los almacenes populares, la canasta popular.
Que se pase al área social las industrias alimenticias que aún están en las manos del pueblo.
4) Frente al área social: Que no sólo no se devuelva ninguna empresa donde exista la voluntad mayoritaria de los trabajadores de que sean intervenidas, sino que ésta pase a ser el área predominante de la economía.
Que se fije una nueva política de precios.
Que la producción y distribución de las industrias del área social sea discriminada. No más producción de lujo para la burguesía. Que se ejerza verdadero control obrero dentro de ellas.
5) Exigimos que se derogue la Ley de Control de Armas. Nueva “Ley Maldita” que sólo ha servido para vejar a los trabajadores, con los allanamientos practicados a las industrias y poblaciones, que está sirviendo como un ensayo general para los sectores respuesta de la clase obrera en un intento para intimidarlos e identificar a sus dirigentes.
6) Frente a la inhumana represión a los marineros de Valparaíso y Talcahuano, exigimos la inmediata libertad de estos hermanos de clase heroicos, cuyos nombres ya están grabados en las páginas de la historia de Chile. Que se identifique y se castigue a los culpables.
7) Frente a las torturas y muerte de nuestros hermanos campesinos de Cautín, exigimos un juicio público y el castigo correspondiente de los responsables.
8) Para todos los implicados en intentos de derrocar el Gobierno legítimo, la pena máxima.
9) Frente al conflicto del Canal 9 de TV, que este medio de comunicación de los trabajadores no se entregue ni se transe por ningún motivo.
10) Protestamos por la destitución del compañero Jaime Faivovic, Subsecretario de Transportes.
11) Pedimos que a través suyo se le manifieste todo nuestro apoyo al Embajador de Cuba, compañero Mario García Incháustegui, y, a todos los compañeros cubanos perseguidos por lo más granado de la reacción y que le ofrezca nuestros barrios proletarios para que allí establezcan su embajada y su residencia, como forma de agradecerle a ese pueblo, lo que hasta ha llegado a privarse de su propia ración de pan para ayudarnos en nuestra lucha.
Que se expulse al Embajador norteamericano, que a través de sus personeros, el Pentágono, la CIA, la ITT, proporciona probadamente instructores y financiamiento a los sediciosos.
12) Exigimos la defensa y protección de Carlos Altamirano, Mario Palestro, Miguel Henríquez, Oscar Gerretón, perseguidos por la derecha y la Fiscalía naval por defender valientemente los derechos del pueblo, con o sin uniforme.
Le advertimos compañero, que con el respeto y la confianza que aun le tenemos, si no se cumple con el programa de la Unidad Popular, si no confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene como persona y gobernante y que será responsable de llevar el país, no a una guerra civil, que ya está en pleno desarrollo, sino que a la masacre fría, planificada, de la clase obrera más consciente y organizada de Latino América. Y que será responsabilidad histórica de este Gobierno, llevado al poder y mantenido con tanto sacrificio por los trabajadores, pobladores, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesionales, a la destrucción y descabezamiento, quizás a qué plazo, y a qué costa sangriento, de no sólo el proceso revolucionario chileno, sino también el de todos los pueblos latinoamericanos que están luchando por el Socialismo.
Le hacemos este llamado urgente, compañero Presidente, porque creemos que ésta es la última posibilidad de exitar en conjunto, la pérdida de las vidas de miles y miles de lo mejor de la clase obrera chilena y latinoamericana.
1) Coordinadora Provincial de Cordones Industriales.
2) Comando Provincial de Abastecimiento Directo.
3) Frente Único de Trabajadores en Conflicto.
Lectura sobre el golpe en Chile:
El golpe de Pinochet en Chile: El otro 11S
1973: Un brutal golpe de Estado triunfó en Chile mientras la izquierda retrocedía
Lecciones pasadas siguen siendo vitales en la lucha actual en Chile
Carta enviada de la Coordinadora de Cordones a Salvador Allende