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David Karvala

Los resultados de las elecciones del 28M, con el importante avance de la extrema derecha, son muy preocupantes, incluso provocan conmoción entre muchas personas que rechazan el racismo y defienden la democracia.

Harán falta análisis detallados de cada resultado, y de los múltiples factores en juego. Aquí se hará un resumen muy breve del problema, y se plantearán unas respuestas basadas en experiencias vividas.

Ahora que se han anunciado elecciones legislativas para el 23 de julio, esto es aún más importante.

Un peligro anunciado

VOX ha subido de los 530 concejales obtenidos en el conjunto del Estado español en 2019, a 1.695 ahora. También han crecido en muchos parlamentos autonómicos, con el peligro de más pactos de gobierno con el PP.

Esta subida es muy preocupante por supuesto, pero no debería ser una sorpresa.

Las razones son múltiples. Los grandes medios de comunicación han tenido un papel importante en toda la subida de VOX, al darles una visibilidad exagerada y a menudo al hacerse eco de sus mentiras. El papel del PP —y del ahora moribundo Cs— al hacerle el juego a VOX también ha contribuido.

Las izquierdas tampoco están exentas de culpa, en diferentes sentidos.

Por un lado, cuando (por los motivos que sean) no cumplen con sus promesas, especialmente donde gobiernan, provocan una decepción que puede ser aprovechada por la extrema derecha.

Por otro lado, algunas voces sugieren que para hacer frente a una extrema derecha racista, tránsfoba, etc… la izquierda debe asumir elementos de estos discursos de odio. Por supuesto, no lo presentan así, sino que lo disfrazan como un sano rechazo al “buenismo” o al “posmodernismo”. Incluso activamente promueven políticas racistas, como cuando Marlaska justificó la masacre en Melilla, o promueve la deportación de activistas sociales en base a mentiras islamófobas. Con esto, dan la razón a partidos como VOX. Y si hacen falta políticas racistas, la gente acaba votando al original, no a la copia.

En todo caso, estamos donde estamos. ¿Qué podemos hacer?

¿Frases vacías o estrategias reales?

La TV seguramente se llenará de tertulianos y opinólogos cuyos comentarios en general carecerán de base alguna.

Por otro lado, nuestras denuncias más que justificables ante la colaboración del PP con VOX, y nuestras críticas al papel de los medios, no cambiarán estos hechos. Tampoco habrá soluciones mágicas mediante el “cordón sanitario” o estrategias parecidas; el problema va más allá de las propias instituciones.

Sin embargo, sí podemos y debemos aprender de las experiencias reales de la lucha unitaria contra la extrema derecha.

En Catalunya, tenemos lo ocurrido con Plataforma per Catalunya (PxC). Este partido fascista, inspirado en el Frente Nacional francés, iba creciendo desde sus inicios en 2002. En noviembre de 2010, casi entró en el Parlament de Catalunya, con 75 mil votos. En mayo de 2011, subió de 17 a 67 concejales en el conjunto de Catalunya, llegando a ser la segunda fuerza en Vic, por ejemplo.

En el otoño de 2010, se formó Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR), una plataforma amplia cuyo objetivo principal era combatir a ese partido ultra. Con cientos de miles de octavillas y pegatinas, con decenas de manifestaciones y otras protestas, se logró derrotar a PxC. Tras las municipales de 2011, nunca volvió a conocer una victoria y en mayo de 2015 perdió todos sus concejales allá donde se llevó a cabo la campaña unitaria en su contra. Bajaron de 67 a sólo 8 concejales, y estos fueron en municipios en los que no se había hecho la campaña enfocada en PxC. PxC se liquidó y sus restos acabaron entrando en VOX.

Es importante subrayar que UCFR no tiene programa propio, no presenta alternativas políticas; es simplemente una plataforma unitaria dedicada a combatir el fascismo y el racismo en base a unos mínimos compartidos. Más allá de esto, cada persona y sensibilidad mantiene su propia visión, y la defiende en nombre propio. En este sentido, evita el típico dilema en la izquierda entre una “unidad” bajo un programa-corsé, y tener que romper esta unidad si se quiere discrepar de ese programa.

Hay teorías que mantienen que esto es imposible o que no puede funcionar, pero los hechos desmienten estas teorías; otro ejemplo es el gran éxito de la lucha unitaria en Grecia que metió a la dirección del partido neonazi en la cárcel.

¿Y StopVOX esta vez?

Para las elecciones del 28M, UCFR Catalunya editó miles de octavillas, carteles, y pegatinas; además, se difundieron los argumentos en redes sociales.

Por otro lado, se gestionó una declaración contra la extrema derecha que fue firmada por casi un centenar de candidaturas, incluyendo a la CUP, En Comú Podem y ERC en el ámbito catalán.

Se logró una declaración contra la extrema derecha respaldada por la gran mayoría del movimiento sindical catalán: firmaron CCOO, la CGT, IAC, La Intersindical y la UGT.

Sin embargo, no se logró el objetivo de cerrar el paso a la extrema derecha.

VOX obtuvo 124 concejales en Catalunya: una cifra menor en términos proporcionales que en el resto del Estado, pero muy preocupante. También, en municipios concretos, obtuvieron representación grupos más pequeños de la extrema derecha catalanista; uno de estos grupos incluso fue el más votado en Ripoll, tras una campaña fuertemente islamófoba.

El fallo demostró una obviedad; no basta con tener octavillas si no hay suficiente movimiento de base para repartirlas. Sí se hizo un trabajo impresionante en algunos sitios, y hay que felicitar a las persones implicadas, pero lo cierto es que los grupos locales de UCFR que jugaron un papel clave en derrotar a PxC en 2015 ahora son mucho menos activos, algunos incluso han desaparecido.

Esto se debe en parte a la desmovilización que trajo el confinamiento, de la que aún no nos hemos recuperado. Y en parte está el hecho de que los partidos y otras organizaciones han firmado las declaraciones, que es un paso positivo, pero en general (siempre hay excepciones valiosas) no han animado a su gente a participar activamente e impulsar la lucha unitaria contra el racismo y la extrema derecha.

Hay modelos políticos en los que una pequeña minoría, una vanguardia, lucha en nombre del resto; aquí no hace falta que la gente en general participe activamente, su papel es aplaudir a esa minoría. En cambio, el modelo unitario pasa por la actividad de la gente corriente. Esta vez no se ha logrado activar esta capa más amplia de personas en los diferentes municipios. En todos los espacios de las izquierdas hay personas que entienden que la lucha unitaria es esencial y la apoyan, pero en general, cada partido, cada gran organización, ha continuado con su “business as usual”.

Es obvio que cada entidad tiene sus propias tareas, pero hace falta que el conjunto de la izquierda y de los movimientos sociales asuma más plenamente la necesidad de construir el movimiento unitario contra el racismo y la extrema derecha, y que le dedique tiempo y esfuerzos.

Tarea pendiente

La campaña en Catalunya ha sido demasiado débil, pero ha existido, y el movimiento unitario existe. Ahora toca reforzar el movimiento desde esta base, para hacer frente a la llegada de la extrema derecha a los ayuntamientos y para intervenir en los próximos comicios.

En el resto del Estado español, fuera de un pequeño grupo de UCFR en Sevilla y los municipios cercanos, no consta que se haya hecho la campaña de StopVOX durante las recientes elecciones en ningún otro territorio.

El tiempo va muy justo, pero si hay interés y compromiso de parte de las izquierdas, se podría impulsar una fuerte campaña de StopVOX en cada territorio del Estado español. Pase lo que pase con las coaliciones electorales, con los pactos y las divisiones, en esto al menos debería ser posible hacer un trabajo unitario.

Por tanto, tras el 28M y de cara a las elecciones legislativas, cada partido hará sus propios análisis y querrá elaborar sus estrategias electorales futuras.

Pero es urgente que las izquierdas aprendan dos lecciones clave de la historia y de la experiencia. Primero, que la extrema derecha no es “lo mismo de siempre”, sino una amenaza grave y específica que no se debe banalizar. Segundo, que se puede derrotar, mediante la lucha unitaria, si ésta se impulsa de manera seria y comprometida.

Hay que ponerse manos a la obra, de manera muy urgente. Tristemente, hay poca comprensión de esto dentro de la izquierda del Estado español. Para el grupo Marx21, sí es una prioridad central, al lado de la propia necesidad de construir una izquierda anticapitalista más fuerte y arraigada. Si compartes esta visión, te invitamos a sumarte al grupo.


Una versión de este artículo apareció en Público.