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Miguel Silva

Hace algunos años, antes de asumir la presidencia, Gabriel Boric defendía la orientación ambientalista de su programa: “compromiso profundo con enfrentar la crisis climática, por asegurar el derecho al agua, por jugárnosla para que no haya más zonas de sacrificio”.

Además, estaba muy de acuerdo con bajar el horario del trabajo de 45 a 40 horas semanales.

La revuelta de octubre 2019

El estallido fue una explosión de ira, pero siguieron años de movilizaciones de movimientos sociales diversos y activos, que también consideraban que se vivía una vida intolerable.

Por supuesto, este tipo de explosión social es “político” en el sentido de que millones de personas entraron a hacer marchas, debates en familia, con vecinos y compañeros de trabajo, colegio o universidad. Surgió un mar con múltiples de visiones sobre los acontecimientos, la violencia, la salud, las pensiones, el costo de la educación y otros tantos temas.

En fin, el octubre de 2019 fue, como muchos “movimientos de masas”, una mezcolanza de ideas, de acciones y opiniones distintas, que buscaron en aquellas asambleas, cabildos e improvisados mítines en plazas de barrio, situarse políticamente en espacios que para muchos eran espacios de organización desconocidos, para contarse lo que pasaba, el cansancio y la desesperanza, donde crecieron afectos y también surgieron risas.

El estallido integró a todas las generaciones, incluso una generación que, a diferencia de nuestros padres y madres, difícilmente vamos a poder tener una casa propia, un ahorro o un trabajo fijo.

Pero tras unos pocos meses de movilizaciones, comenzó la pandemia, el toque de queda y las restricciones a la organización social mancomunada. Luego, una crisis económica y la distancia que ahondaron la desorganización de asambleas e incipientes movimientos sociales.

¿Quiénes iban a llenar el vacío que la pandemia y la desmovilización dejó en la vida social y la conciencia de millones?

El primer Plebiscito

Tras meses de marchas, reuniones locales y nacionales, barricadas y saqueos de supermercados, se votó en el plebiscito de octubre 2020, que necesitábamos una nueva Constitución.

En ese plebiscito votaron casi 6 millones a favor de tener una nueva Constitución y poco más que un millón y medio en contra (de un padrón total de casi 15 millones). Es decir, el 50% de las personas fueron a votar.

Luego, comenzó un proceso de elección de los y las que iban a hacer el trabajo de escribir la Constitución. La campaña electoral tuvo lugar durante la crisis sanitaria y económica de la Covid.

La gran mayoría de las y los “Convencionales” elegidos en mayo de 2021 no eran políticos convencidos ni eran militantes de partidos, pero sí tenía un tipo u otro de relación con los movimientos sociales. De los 155 escaños, candidatos de los partidos de la derecha ganaron solamente 37 puestos, y los de la ex-Concertación (coalición de centro y socialdemócratas), unos 25.

Los y las convencionales comenzaron su tarea, intentando transmitir el proceso largo, técnico y complicado al público, pero sin mucho éxito, porque las organizaciones sociales ya habían sido debilitadas por las razones que comentamos arriba, así que los y las convencionales no tenían a quién y cómo transmitir su obra.

Mientras trabajaban, se organizaron las elecciones presidenciales y parlamentarias. En la segunda ronda de las presidenciales, en noviembre de 2021, Gabriel Boric ganó con poco más que cuatro millones y medio de votos.

Sin embargo, en las votaciones de diputados, los viejos partidos políticos de la derecha (76) y la ex-concertación (37) ganaron la mayoría, frente a los 46 puestos de los partidos que apoyaban a Boric. En el senado, los resultados fueron 3 pro-Boric, 18 ex-concertación y 27 derecha.

Boric, por lo tanto, asumió su presidencia en marzo de 2022 con una minoría en el Parlamento, pero como “vocero” de lo que quedaba de la revuelta de octubre de 2019.

El gobierno de Gabriel Boric

Tanto el programa como el borrador de la nueva Constitución exigían cambios en el sistema de salud, en la previsión, la educación y la desigualdad.

Sin embargo, durante el primer año del gobierno de Boric, no se realizaron los cambios, esperaban a la nueva Constitución. Pero, durante ese año 2022, bajo el impacto de la inflación y al terminar las transferencias de emergencia diseñadas para evitar un colapso económico durante la crisis de la Covid, los sueldos reales bajaron.

El estallido social de octubre 2019 fue un reventón social producto de un nivel de vida que se consideraba intolerable. Sin embargo, fueron los nuevos “políticos” y su gobierno los que llenaron el vacío que dejó la desmovilización social durante la crisis de la Covid. Pero no lo hicieron con un nuevo activismo de base (que era, de verdad, una obra necesaria y difícil) sino con la política parlamentaria basada en negociaciones y “realismo”. Es decir, acción “dentro de lo posible”.

Y la votación en el plebiscito de “salida” sobre el borrador de la nueva Constitución, en septiembre 2022, fue un rechazo masivo.

¿Qué explica el rechazo?

Los cuatro millones (más o menos) que votaron por Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, también votaron a favor de la nueva Constitución. Estaban y están convencidos de que los cambios venían.

Pero casi 8 millones de los 13 millones de votantes (de un padrón total de 15 millones ¡en sufragio obligatorio!) votaron Rechazar. Los cuatro millones de jóvenes que votaron por primera vez y por el Rechazo, no habían sido tocados por los días y semanas de un extendido octubre, o quizás, por decirlo de otra manera, la cara de ira y de frustración que era parte importante de la revuelta, también para ellos fue una razón para seguir votando contra los “políticos”, incluso contra los cambios transmitidos por los y las convencionales, quienes también a sus ojos eran “políticos”.

Para ellos y ellas, esa avalancha de demandas fragmentadas que se proyectó desde la Convención era más palabrería de los políticos. En otras palabras, para ellos ese “modo de vida que se consideraba intolerable” y que explotó durante el estallido, seguía siendo su vida.

El rechazo fue una tremenda sorpresa para casi todo el mundo, y ha impuesto limites muy estrechos a los cambios que el gobierno ha intentado implementar, Es decir, el Rechazo de la nueva Constitución ha sido interpretado por el gobierno, y por la oposición, como un Rechazo también al gobierno, porque Boric y su gobierno apoyaban al proceso constitucional.

Tras el rechazo, el gobierno ha intentado acercarse a los partidos del centro, de la ex-concertación, y por ende ha negociado el tipo de política que es factible hoy, “dentro de lo posible”, frente a una nueva derecha cada vez más extrema y activa.

Dos ejemplos del estado del Gobierno de Boric

Señalemos brevemente dos ejemplos del impacto del rechazo en la política de Boric: la Ley de las 40 horas laborales, y las relaciones con la multinacional de la minería AngloAmerican,

La ley de las 40 horas ha sido descrita como un éxito para los trabajadores, a pesar del hecho que sufrió cambios a manos de la mayoría concertacionista y de derechas en el Senado.

Sin embargo, lo que hace este proyecto es profundizar ese margen de maniobra que tiene el empresariado al permitir extender la jornada a 52 horas extras.

En otras palabras, las 40 horas ya no serán en la semana sino el promedio durante 4 semanas, entregándose al empleador la elección de los turnos de trabajo avisando con solo una semana de anticipación y la posibilidad de que en ciertas semanas se deban trabajar hasta 52 horas con el fin de ahorrarse el pago de horas extra. Se exige la aceptación sindical, pero sin ningún requisito de fortaleza ni representatividad de los sindicatos firmantes.

La empresa Angloamerican: Hace poco, el Gobierno terminó por aprobar el proyecto de ampliación de la minera Los Bronces de la multinacional AngloAmerican, la que ha sido muy criticada por organizaciones ambientalistas que afirman que coloca en serio riesgo el abastecimiento de agua en dos regiones y por su impacto en los glaciares de la alta cordillera.

Son dos ejemplos de cómo la política del gobierno antes de gobernar se ha convertido en la nueva política “dentro de lo posible”.

Las condiciones que determinan lo posible, según el pensamiento del gobierno, son el avance de la derecha después del Rechazo, y la necesidad de integrar la ex-concertación en su alianza política.

Mientras tanto, las presiones “subterráneas” de la inflación y la caída de los sueldos reales están presentes en las casas de millones de familias.

Nuestro desafío, entonces, es trabajar de manera conjunta para reactivar las organizaciones sociales de base, y agrupar a esas personas que quieren trabajar como revolucionarias, con sus teorías y actividades, preparando una organización capaz de ser útil durante la próxima revuelta.


Miguel Silva es socialista revolucionario en Chile