Xoán Vázquez
Con la aprobación el pasado 2 de febrero de la resolución denominada “Denuncia de los horrores del socialismo”, la Cámara de Representantes de EEUU consolidaba su posición como uno de los aparatos legislativos más reaccionarios del mundo.
Una resolución impulsada por la congresista republicana de Florida Maria Elvira Salazar en la que se condena el socialismo en todas sus formas y al que se asocia con hambrunas, asesinatos en masa y la muerte de más de cien millones de personas en todo el mundo. Es importante señalar que la mayoría de los datos que recoge la resolución han sido tomados directamente del Libro negro del comunismo, el best seller de Stephane Courtois, cuya metodología tendenciosa y de tintes reaccionarios han sido objeto de críticas fulminantes desde su aparición en 1997.
La resolución condensa en tres folios una relación de lo que la congresista Salazar considera estados totalitarios, dictaduras y “regímenes brutales” y sus creadores, un popurri que incluye a Lenin al lado de personajes como Stalin, Daniel Ortega, Pol Pot, Kim Jong Il que nada tienen que ver con el socialismo.
Y frente al colectivismo “brutal y totalitario” y como representativos de los valores de libertad el documento cita a Thomas Jefferson y James Madison (padre de la constitución).
Olvidó la redactora del texto consultar los libros de historia. De haberlo hecho sabría que Madison tenía unos 300 esclavos en su propiedad de Virginia, mientras que Jefferson más de 600 en su propia plantación obligando a las esclavas a tener relaciones sexuales, mientras mantenía en cautiverio a sus hijos hasta los 21 años.
El congresista demócrata del estado de Wisconsin Mark Pocan, que votó en contra de la medida, dijo al respecto: “Esta resolución es sencillamente ridícula”. Pocan acusó a los republicanos de organizar la votación para presionar a los demócratas a aceptar recortes en las prestaciones del Seguro Social y del Medicare, un programa público de salud que garantiza el acceso a la atención sanitaria a millones de personas discapacitadas o de edad avanzada en Estados Unidos.
En la misma línea la congresista Nydia Velázquez pidió a los republicanos una aclaración de lo que entienden por políticas socialistas, ya que en varias ocasiones han etiquetado como socialista cualquier acción democrática que intenta mejorar la vida de los estadounidenses más desfavorecidos.
Ultraderecha
Se ha tratado de presentar la resolución simplemente como una jugada propagandística de la ultraderecha republicana, pero el hecho de dedicarle 3 días al debate y la contundente aprobación con 328 votos a favor (incluidos 109 congresistas demócratas) y 86 en contra, pone de relieve que hay algo más.
No se trata, evidentemente, de que el socialismo en Estados Unidos esté a la vuelta de la esquina, pero sí está viviendo el mayor auge de los últimos cien años. La postulación en 2015 de Bernie Sanders como candidato en las primarias demócratas reavivó una ideología casi desaparecida desde la muerte de Eugene Debs el padre del socialismo norteamericano. La campaña de Sanders tuvo como principal efecto impulsar el crecimiento de los Socialistas Democráticos de América (DSA) que pasaron de 6.000 miembros en 2015 a 95.000 a finales de 2021 y a colocar en la Cámara de Representantes a cuatro congresistas (como candidatas del Partido Demócrata).
Pero el DSA no representa un peligro para el establishment como lo demuestra el hecho de que políticos como el jefe de campaña de Sanders o toda la delegación demócrata de Nevada, respaldados por el DSA, votaron a favor de la resolución.
Lo que teme la clase gobernante es un movimiento de las y los trabajadores en ascenso después de años de letargo. Una encuesta realizada en 2021 mostraba que el apoyo a los sindicatos superaba el 65%, la cifra más alta desde 1965. Algunas de las mayores empresas de Estados Unidos han visto en los últimos años a sus plantillas organizarse: Amazon, Apple, Starbucks… Las empresas han respondido con prácticas antisindicales y campañas de amenazas para impedir que las plantillas se organicen.
Para terminar, recordar a Eugene Debs cuando denunciaba el “despotismo industrial” y la forma en la que el capitalismo corroía las bases de la democracia de su país. “Donde no hay libertad”, declaró Debs, “el socialismo tiene trabajo por hacer. Y, por tanto, el campo que el socialismo tiene por trabajar es tan amplio como el mundo”.