Los salarios de pobreza, la opresión y el caos climático deben ser eliminados en su origen, el capitalismo.
El sistema capitalista está detrás de los bajos salarios y las pésimas condiciones laborales contra las que la gente hace huelga y se manifiesta. A largo plazo, el capitalismo produce múltiples crisis: económicas, políticas y ambientales. Y es la raíz de la pobreza, la opresión, la guerra, las pandemias recurrentes y la amenaza del colapso ecológico.
En el Estado español, según la Federación Española de Bancos de Alimentos, la pobreza alimentaria se está cronificando y 1,5 millones de personas usan diariamente los bancos de alimentos. En contraposición, tenemos un número récord de millonarios, 1,2 millones.
Los cuatro grandes grupos eléctricos que operan en el Estado español —Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP— registraron en el último lustro un beneficio neto conjunto de 11.856 millones de euros solo en el Estado español, algo más de un tercio de los 32.661 millones alcanzados por las corporaciones con todas sus operaciones en los 40 países en los que están presentes.
Se espera que las corporaciones de petróleo y gas ExxonMobil, Chevron, BP, Shell y TotalEnergies obtengan unas ganancias combinadas durante el año pasado de unos 170 mil millones de euros.
Esta especulación con la guerra —festejar los resultados económicos derivados de la matanza en Ucrania— sucede al mismo tiempo que un gran número de personas tienen que elegir entre calentarse o comer. Siempre hay dinero para la guerra, ¿por qué no para la salud y la educación?
No es un accidente que esto suceda, está integrado en el capitalismo. El revolucionario Karl Marx escribió hace más de 150 años: “La acumulación de riquezas en un polo es, por lo tanto y al mismo tiempo, la acumulación de miseria, agonía de trabajo duro, esclavitud, ignorancia, brutalidad y degradación mental, en el polo opuesto”.
Es un sistema basado en una gran desigualdad y donde es una pequeña minoría la que se beneficia, entonces, inevitablemente, los ricos y el estado buscan debilitar a la oposición a través del racismo y todas las otras formas que tienen de dividirnos. Y si eso no funciona, utilizan la violencia.
Tenemos que pelear cada batalla individual. Ganar el cambio ahora es importante: sobre los salarios, el racismo, el derecho al aborto, las leyes sindicales y de protesta, los derechos de las personas trans y muchos otros temas. Tales batallas nos dan la oportunidad de unirnos y ganar confianza. Pero también tenemos que ir a la raíz y luchar contra el propio capitalismo.
Podemos darle la vuelta al mundo. ¿Cuánto mejores serían nuestros sistemas educativos si los estudiantes y los maestros dirigieran las escuelas, o si el sistema público de salud no estuviera privado de fondos y si fuera organizado por quienes lo utilizan y trabajan dentro de él todos los días?
¿Por qué la pequeña minoría en la cúspide, los directores ejecutivos y los capitalistas, deberían controlar la riqueza mientras que el resto de nosotros nos quedamos solos y luchando? Estas últimas semanas nos dan una idea del poder para cambiar el mundo. Cuando las y los trabajadores paran, la fuente de ganancias se apaga y los servicios clave se paralizan.
En lugar de depender de la socialdemocracia que huye de la lucha de los trabajadores, necesitamos una política socialista basada en la resistencia en los lugares de trabajo y en las calles. Eso no sucederá sin organización. Hagamos huelgas y manifestaciones ahora, y vayamos más allá después.
Pero también debemos formar parte de una fuerza revolucionaria que participe en las luchas individuales, pero también que luche por el socialismo. Únete a Marx21.