ES CA

Corriente Socialismo Internacional (IST)

1. La guerra en Ucrania cumple un año. Respondimos a la invasión inicial con esta evaluación: “La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero fue un acto de agresión imperialista y una violación del derecho del pueblo ucraniano a la autodeterminación. Para la población ucraniana es una guerra de autodefensa nacional. Al mismo tiempo, desde el lado de las potencias imperialistas occidentales dirigidas por Estados Unidos y organizadas a través de la OTAN, es una guerra indirecta contra Rusia. La guerra es a la vez una invasión imperialista de una antigua colonia y parte de un conflicto interimperialista entre EEUU y Rusia con sus aliados. Estamos en contra de ambas potencias imperiales. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano, y apoyamos su derecho a resistirse ante la invasión. Mientras lo hacemos, también nos oponemos a la OTAN y a su expansión hacia el Este.”

2. Los acontecimientos del último año han confirmado este análisis. Al optar por invadir Ucrania, Vladimir Putin ha infligido un sufrimiento enorme e innecesario a su pueblo, pero también ha envuelto a Rusia en un desastre militar y económico. Gracias en gran parte a las armas y el entrenamiento proporcionados por EEUU y sus aliados, las fuerzas armadas ucranianas han podido detener el avance ruso y hacerlo retroceder en algunos puntos. La lucha se ha convertido en una sangrienta guerra de desgaste con un terrible coste humano para ambos bandos. El factor determinante en la guerra de Ucrania es la expansión de la esfera de poder imperial de Occidente (la OTAN y la Unión Europea) bajo el liderazgo de EEUU, por un lado, y el intento de devolver a Ucrania a la esfera de poder imperial de Rusia, por otro.

3. La negación, por parte de los gobiernos occidentales de que están librando una guerra proxy contra Rusia, hace mucho tiempo que dejó de ser creíble. Al imponer sanciones inmediatamente tras la invasión, Occidente libró una guerra económica contra Rusia desde el principio. Los sistemas de armas avanzados que la OTAN ha enviado rápidamente a Ucrania —quizás lo más importante son los sistemas de cohetes múltiples HIMARS— han aumentado enormemente el poder de ataque de Kiev. Ahora están comenzando a suministrar tanques y vehículos blindados de transporte de personal. A finales de enero, EEUU comenzó el entrenamiento con armas de combate combinado en Alemania para permitir que las formaciones de batalla ucranianas usen estas armas de manera efectiva. Este apoyo militar ha ido mucho más allá de permitir que Ucrania se defienda de la invasión y está cada vez más diseñado para mejorar las capacidades ofensivas de sus fuerzas armadas. Las potencias de la OTAN ahora están profundamente involucradas en el esfuerzo de guerra de Ucrania. Por ejemplo, hay informes sobre la participación de las fuerzas especiales británicas en incursiones en Crimea.

4. Como resultado, la defensa de los derechos nacionales de Ucrania se ha subordinado cada vez más a los objetivos geoestratégicos de las potencias imperialistas occidentales, reduciendo a Ucrania cada vez más a un estado vasallo de la OTAN. El gobierno de Zelensky hace campaña para conseguir aviones de combate y los principales tanques de batalla que espera le permitan recuperar toda Ucrania, incluida Crimea. Prácticamente los mismos estados de Europa Central y del Este que formaron parte de la “coalición de los dispuestos” de George W. Bush que respaldaron la invasión de Irak hace casi veinte años, en marzo de 2003, se hicieron eco de estas demandas con entusiasmo.

5. Pero los dos Estados occidentales más poderosos, Washington y Berlín, no buscan una victoria total de Ucrania. Su interés radica en mantener en marcha la guerra de desgaste. Esto reduce el riesgo de una escalada en una guerra entre Rusia y Occidente y deja a Moscú empantanado en una guerra que no puede ganar. Los combatientes de ambos bandos y los civiles ucranianos que sufren las atrocidades y los bombardeos rusos y son expulsados de sus hogares, son carne de cañón para los dos bloques imperialistas rivales: la mucho más poderosa alianza occidental y Rusia, apoyada cada vez más por China.

6. Para el imperialismo estadounidense, el eje principal del conflicto geoestratégico hoy es con China. La administración Biden ha declarado en repetidas ocasiones que Beijing es la única potencia con las capacidades económicas, militares y la voluntad política para desafiar el llamado “orden internacional basado en reglas” a través del cual Estados Unidos ha buscado ejercer su hegemonía desde 1945. Desde la perspectiva de Washington, Ucrania es simplemente un frente en esta lucha global. La guerra sirve para debilitar a Rusia y atar a Europa a Estados Unidos. De ahí los esfuerzos de movilizar a Europa contra China, reflejados, por ejemplo, en la cumbre de la OTAN en Madrid en junio del año pasado y su reunión más reciente sobre Taiwán. El resultado es la creciente militarización de Europa, a medida que los diferentes Estados —incluyendo a Irlanda que se supone que es neutral— aumentan su gasto militar.

7. La lógica de la guerra proxy contenida subyace en el tortuoso proceso de negociaciones detrás de las decisiones de EEUU, Alemania y Gran Bretaña de suministrar a Ucrania los principales tanques de batalla. Pero inundar a Ucrania con cada vez más armas no es un proceso que se pueda calibrar tan cuidadosamente como esperan las potencias imperialistas occidentales. La guerra está llena de sorpresas, como muestra el fracaso de la ofensiva inicial de Moscú. Un colapso repentino de Rusia podría alentar un impulso de Kiev para reconquistar Crimea. Ante la perspectiva de una pérdida humillante de la base de su flota del Mar Negro, Moscú podría responder con una escalada nuclear. La guerra proxy podría convertirse entonces en una guerra mundial.

8. La guerra de Ucrania es, pues, una amenaza para toda la humanidad. Esto a pesar del hecho de que la mayoría de los Estados del Sur global son neutrales o incluso simpatizan con Rusia. Incluso si se evita la catástrofe nuclear, la perturbación económica causada por la guerra, en particular su impacto en la inflación de la energía y los alimentos, está propagando el empobrecimiento y el hambre por todo el mundo. Otras guerras, por ejemplo, el espantoso conflicto en Tigray en Etiopía, que se ha cobrado 600.000 vidas, reciben una pequeña fracción de la atención que recibe Ucrania. Esto subraya la hipocresía de las preocupaciones del imperialismo occidental sobre las perdidas de vidas y las crisis humanitarias resultantes de la guerra de Ucrania. El mismo doble rasero se reflejó en la bienvenida para las personas refugiadas ucranianas al comienzo de la guerra, mientras que Fortress Europe excluye a la gente refugiada de las guerras en África y Oriente Medio.

9. El derramamiento de sangre debe terminar ahora:

  • ¡Tropas rusas fuera de Ucrania ahora!
  • ¡El fin inmediato e incondicional de la intervención de la OTAN del lado del gobierno ucraniano! Hay que romper la lógica mortal de la escalada.
  • En lugar de expandirse, la OTAN debería disolverse.
  • Exigimos la retirada de las tropas de la OTAN de su flanco este. No a la expansión hacia el este. No a la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN. Eliminar el objetivo de que los Estados miembros de la OTAN gasten al menos el dos por ciento de la renta nacional en la guerra.
  • En lugar de alentar a Zelensky a imponer más “reformas” neoliberales, las potencias occidentales y sus instituciones internacionales deberían cancelar la deuda de Ucrania y proporcionar los recursos que necesita para la reconstrucción.
  • Poner fin a la represión de la disidencia en Rusia, Ucrania y, cada vez más, en Occidente.
  • Todas las personas refugiadas son bienvenidas. Abran la frontera para los desertores rusos y ucranianos y resistentes a la guerra.

10. El aniversario del estallido de la Guerra de Ucrania cae unos días después de otro aniversario: el del 15 de febrero de 2003, el gigantesco día de protesta mundial contra la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña. El movimiento contra la guerra es mucho más débil hoy. Esto se debe en parte a que esas protestas no detuvieron la invasión: fue la resistencia armada sobre el terreno la que rompió las ocupaciones de Irak y Afganistán. Más importante, sin embargo, es la desorientación política provocada por el desarrollo del conflicto inter-imperialista entre Occidente, por un lado, y China y Rusia, por el otro. Muchos activistas por la paz se sienten atraídos hacia uno de los dos lados. Esto es un error. Ambos bloques imperialistas compiten entre sí para mantener y extender su dominación económica y militar. La gente explotada y oprimida del mundo no tenemos interés en el éxito de ninguno de los dos. El movimiento por el desarme nuclear, que desafió a Occidente y Oriente por igual en el apogeo de la Guerra Fría, debe revivir.

11. Las cuestiones de clase que están en juego en la crisis del costo de la vida aún no han afectado las actitudes populares hacia la guerra. Pero esto cambiará. La respuesta de las clases dominantes al aumento inflacionario exacerbado por la crisis de Ucrania es volver a imponer políticas monetarias fuertes con el objetivo de forzar el aumento del desempleo y la reducción de los salarios. Al mismo tiempo que están haciendo que la gente trabajadora y pobre pague por el fracaso de su sistema, están invirtiendo recursos en armas. La intensificación de las luchas obreras que vemos en países como Francia y Gran Bretaña crea un espacio en el que construir una oposición masiva a la guerra.

12. Esta lucha inter-imperialista, que amenaza la existencia misma de la humanidad, es una señal más de que se le acabó el tiempo al sistema capitalista. Distrae de la creciente catástrofe climática que exige con urgencia una revolución socialista para librar al mundo del capitalismo. Nos comprometemos nuevamente a dedicar todos nuestros esfuerzos para ayudar a los trabajadores a lograr este objetivo.

La Coordinación de la Corriente Socialismo Internacional,
lunes 20 de febrero de 2023