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David Leiva

El tono de las declaraciones de los funcionarios estadounidenses y sus aliados, así como los comentarios de los medios de comunicación, es de júbilo. La contraofensiva ucraniana en la zona del sur de Járkov ha sido un gran éxito. Rusia está perdiendo, Putin está acorralado, aumenta la presión, es la conclusión que sacan.

Desde el otro lado del conflicto imperialista llegó la primera respuesta. Putin ha proclamado la anexión de las regiones de Donetsk y el sur de Ucrania ocupadas por el ejército ruso. Al mismo tiempo, anuncia la movilización de 300 mil reservistas. Un examen más detallado del decreto correspondiente muestra que la vaguedad de su redacción deja margen para una cifra mucho mayor. La guerra imperialista en Ucrania no está llegando a su fin. Está entrando en una tercera fase, aún más dura y peligrosa.

En un principio, la planificación del gobierno ucraniano preveía que el principal contraataque tendría lugar en la región de Jerson, en el sur. Zelensky personalmente fue el gran defensor de esta opción, por razones políticas: Jerson es la mayor ciudad que Rusia ha conquistado y es la puerta de entrada a Crimea. La contraofensiva comenzó efectivamente en Jerson y se “atascó” con grandes pérdidas. Sin embargo, el contraataque en el frente de Járkov se convirtió en una seria victoria táctica: el ejército ucraniano recuperó 8 mil kilómetros cuadrados y las unidades rusas se vieron obligadas a realizar una retirada desordenada.

Ayuda

Para lograrlo, se ha contado con la inestimable ayuda de los ejércitos estadounidense y británico, que intensificaron la recopilación de información sobre las posiciones —y la fuerza— de las unidades rusas en el frente. Los oficiales estadounidenses y ucranianos realizaron simulaciones de varios escenarios en sus reuniones. Pero el elemento más importante era otro: el plan dependía totalmente de la magnitud y el ritmo de la ayuda militar adicional de Estados Unidos. Antes de que comenzara la contraofensiva, los funcionarios ucranianos enviaron una lista detallada de las armas que consideraban necesarias para el éxito.

Y esta ayuda se dio con profusión. Según el informe, Estados Unidos envió 800.000 proyectiles, desde el principio de la guerra, para los 155.000 cañones del ejército ucraniano. Los ultramodernos lanzacohetes múltiples autopropulsados, HIMARS, han alcanzado 400 objetivos rusos. Los MiG-29 de la Fuerza Aérea ucraniana están ahora equipados con misiles aire-tierra AGM-88 de fabricación estadounidense diseñados para atacar radares y lo han hecho “con gran éxito”. Cuando decimos que Estados Unidos y la OTAN están luchando en Ucrania es literal.

Dificultades

Sin embargo, los movimientos de Putin indican que está decidido a no perder en Ucrania. De hecho, el ejército ucraniano, a pesar de su éxito táctico, tiene muchas dificultades para avanzar y conseguir una victoria estratégica antes de las nieves del invierno. El mensaje del lado de Putin es que puede continuar la guerra hasta 2023.

La respuesta europea es continuar la escalada por el momento. Incluso el “reticente” gobierno alemán propone una nueva ronda de sanciones a Rusia. El primer resultado de la nueva fase de la guerra imperialista en el territorio de Ucrania será la intensificación de la guerra económica, cuyo costo será pagado imperativamente por las personas trabajadoras de todo el mundo.

EEUU y sus aliados cuentan con que el imperialismo ruso sea el primero en romperse. Estiman que está perdiendo aliados. En la reciente reunión de Putin con Xi Jiping, el primero dijo que “comprende la preocupación de los amigos chinos” porque la guerra continue. De hecho, el gobierno chino teme ser el objetivo de nuevas sanciones estadounidenses. Pero no tiene intención de abandonar a Putin. Una Rusia derrotada sería una pesadilla mayor para el imperialismo chino.

Manifestaciones contra la guerra en Rusia

Con el anuncio del reclutamiento, estallaron concentraciones contra la guerra en muchas ciudades rusas. Según la organización de derechos humanos OVD-Info, el 21 de septiembre el número de detenciones alcanzó las 1.300. Se trata de las primeras movilizaciones contra la guerra en muchos meses, prácticamente desde el comienzo de la misma. El apoyo a Putin comienza a mostrar sus fisuras. En Daguestán, en el norte del Cáucaso, la resistencia al reclutamiento ha alcanzado proporciones masivas. Los manifestantes han bloqueado una carretera, y los vídeos muestran a mujeres luchando contra la policía.

El movimiento antiguerra en Rusia necesita aliados. Y no se encuentran en las capitales de Occidente, que hablan hipócritamente de las libertades que se violan en Rusia. Los misiles de la OTAN y las sanciones económicas no refuerzan las voces antibélicas en Rusia, sino que las debilitan.

La esperanza de la paz reside en nuestra propia guerra contra los gobiernos que llevan la pobreza y el sacrificio a las personas trabajadoras y a la juventud. La intensificación de la guerra económica traerá consigo nuevas oleadas de pobreza. La escalada de la guerra en Ucrania intensificará los antagonismos en todas partes, incluso en nuestra propia vecindad, es decir, traerá más nacionalismo y belicismo. Enfrentarse al sistema de pobreza, guerra y destrucción del clima, es la verdadera esperanza.


David Leiva es militante de Marx21 en Jerez