Mujeres en la historia

ES CA

Paty Gómez

Los gobernantes británicos de Nigeria esperaban que Funmilayo Ransome-Kuti pudiera ser un claro ejemplo de su “imperialismo benevolente”.

En cambio, se contaba entre sus oponentes más temidos, y era conocida popularmente como la “Leona de Lisabi”.

Como hija de un jefe rico, la habían enviado a terminar la escuela en Cheshire, Inglaterra, en 1919. Se esperaba que regresara a casa y tomara un lugar entre la élite nativa.

En la escuela le enseñaron los “valores británicos”, junto con las “habilidades cruciales” de la elocución y la gestión doméstica. Pero una vez regresó a suelo nigeriano, le dio la espalda a esos valores y en su lugar luchó por los derechos de las mujeres y de las personas trabajadoras.

En la década de 1940, transformó el Club de Señoras de Abeokuta, un grupo centrado en obras de caridad, en la Unión de Mujeres de Abeokuta, una organización política. La primera gran pelea de la Unión fue contra un impuesto que los gobernantes británicos y los locales exigían a las mujeres comerciantes del mercado.

Comenzaron con peticiones, que pronto se trasladaron a manifestaciones frente al palacio de Alake Ademola, quien dirigía la provincia según los deseos del imperio. La policía entonces prohibió las protestas. Pero Ransome-Kuti organizó lo que ella llamó un “picnic” en el palacio que atrajo a más de 10.000 mujeres. Cuando la policía atacó con gases lacrimógenos, ella entrenó a sus seguidores sobre cómo lidiar con los botes de gas.

Finalmente, el gobierno cedió, se abolió el impuesto y Ademola se vio obligado a abdicar, al menos temporalmente.

A continuación, Ransome ayudó a iniciar un movimiento, que acabó igualmente en victoria, contra los impuestos al agua.

Aprendió

Ransome-Kuti aprendió de los movimientos. Ella dijo: “La verdadera posición de las mujeres nigerianas tenía que ser juzgada por las mujeres que cargaban bebés en sus espaldas y cultivaban desde el amanecer hasta el atardecer, no por las mujeres que desayunaban té, azúcar y pasteles”.

En lugar de usar su inglés bien aprendido para ganarse el cariño de las élites, insistió en hablar en yoruba en las reuniones y negociaciones.

Ransome-Kuti fue la única mujer en una delegación nacional en Londres que exigió la libertad de Nigeria. Mientras estuvo allí, escandalizó al establishment escribiendo una columna en el periódico del Partido Comunista Británico, el Daily Worker. Se titulaba: “Tuvimos igualdad hasta que llegó Gran Bretaña”. El artículo fue un ataque al colonialismo por empujar a las mujeres a una ciudadanía de segunda clase.

Y, en lugar de codearse con los ricos, le dijo a la prensa en Nigeria que lo más destacado de su visita fue reunirse con personas trabajadoras de fábricas británicas.

Ransome-Kuti se declaró a sí misma como una “socialista africana” y se alineó con el bloque soviético en la creciente Guerra Fría.

Los años que siguieron a la independencia de Nigeria en 1960 fueron difíciles de navegar políticamente. Las simpatías de Ransome-Kuti a menudo la llevaron a seguir los “consejos” provenientes de Rusia y China. Entonces, cuando los militares dieron un golpe de Estado en 1966, ella lo apoyó.

Amenaza

Los gobiernos que se sucedieron esperaban neutralizarla políticamente colmándola de títulos y cargos. Pero tanto ella como su hijo, el músico y activista Fela Kuti, siguieron siendo una amenaza para los nuevos mandos, tanto civiles como militares.

La familia Kuti mantenía una conexión con los pobres de Nigeria que pocos políticos tenían.

Cuando más de 1.000 policías allanaron el complejo de la casa de Fela en 1977, Ransome-Kuti fue arrojada desde una ventana del segundo piso y pronto murió a causa de sus heridas.

Los que estaban en el poder habían sentido una vez el latigazo de su lengua. Ahora se apresuraron a alabar su espíritu con la vana esperanza de que el radicalismo que ella representaba yaciera con ella en la tumba.