Xoán Vázquez
La presidencia de Colombia se decidirá en una segunda vuelta el 19 de junio entre Gustavo Petro —candidato de la coalición de centroizquierda Pacto Histórico (PH) y vencedor en la primera vuelta con el 40,32% de los votos— y el multimillonario populista de ultraderecha, Rodolfo Hernández, que en la primera vuelta obtuvo el 28,15 %. El gran derrotado de la jornada fue Federico Gutiérrez, candidato de una coalición de fuerzas afines al oficialismo que obtuvo el 23,91%.
El candidato de Pacto Histórico venció en los grandes centros urbanos y en los departamentos costeros. En los del Pacífico, una de las zonas más empobrecidas, de donde es originaria Francia Márquez, candidata a la vicepresidencia por el Pacto Histórico, la coalición de centroizquierda obtuvo porcentajes de hasta el 73%.
Rodolfo Hernández logró mayoritariamente sus votos en el oriente y en las regiones centrales, mientras que Federico Gutiérrez solo logró un apoyo indiscutible en el departamento de Antioquia, con su capital Medellín.
Más de veinte años de gobiernos conservadores, una oligarquía corrupta comprometida con el militarismo estadounidense, y con el complejo paramilitar encargado de acallar y perseguir a las y los luchadores sociales, han contribuido a convertir Colombia en el segundo país de América Latina con mayor desigualdad y uno de los de mayor porcentaje de homicidios.
Esa estructura paramilitar que impone el voto a punta de fusil sobrevive al amparo del poder como lo demuestra el recrudecimiento de la violencia en los departamentos de Antioquia, Cauca y Arauca y el hecho de que la campaña del Pacto Histórico tuviera que cancelar su gira por el eje cafetero al conocerse un plan para atentar contra Petro y Francia Márquez. Sobreviven también los vínculos de importantes sectores de los cuerpos de seguridad con el crimen organizado, mientras en el Congreso se aprueban leyes, como la de seguridad ciudadana, dirigida claramente a criminalizar la protesta.
La total impunidad con la que actúan estos grupos ha dado como resultado un verdadero genocidio político. Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) Todo pasó frente a nuestros ojos. Genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002, la violencia contra la Unión Patriótica dejó, por lo menos, 4.153 personas asesinadas, secuestradas o desaparecidas. La Jurisdicción Especial para la Paz contabilizó, en un informe publicado en 2022, 5.733 militantes de la Unión Patriótica asesinados entre 1984 y 2016, incluyendo a dos candidatos presidenciales, abogados, diputados y concejales.
El paro nacional y los resultados históricos de la izquierda
El 28 de abril de 2021, los y las jóvenes de Colombia, desafiando la pandemia y la represión, tomaron las calles de las ciudades del país para expresar su oposición al proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno del presidente conservador, Iván Duque. Poco a poco el malestar social comenzó a extenderse.
Como resultado de trece meses de pandemia, Colombia había registrado una caída del 6,8% de su producto interno bruto (PIB) y un aumento del desempleo por encima del 16%. El proyecto de reforma tributaria venía a empeorar la situación, pues la medida más controvertida de la denominada “Ley de Solidaridad Sostenible” era la aplicación del impuesto sobre la renta a las personas que ganaran más de 2,4 millones de pesos al mes (622 euros). Esto significaba gravar con impuestos los ingresos laborales de la clase media-baja.
El estallido social, iniciado ya a finales de 2019 y que culminó en el Paro Nacional de 2021, tuvo su reflejo en las elecciones legislativas del pasado marzo, en las que la coalición de centroizquierda logró un resultado histórico, y también en la primera vuelta de las presidenciales con triunfos significativos en Cali (epicentro del Paro Nacional) y los departamentos de la Costa Pacífica con importante población afrodescendiente.
Pero donde el factor del Paro Nacional tuvo un mayor efecto fue en la consulta popular interpartidista para elegir a los candidatos a las presidenciales.
Ante los reiterados intentos por parte de Petro de ofrecer una imagen moderada, tranquilizando al mundo empresarial y tratando de llegar a acuerdos con sectores del liberalismo, los sectores más comprometidos con las luchas sociales, muchos de ellos integrados en las asambleas populares locales (creadas durante el paro) decidieron mandar un mensaje a Gustavo Petro y con cerca de 800.000 votos para Francia Márquez lograban imponer a esta como candidata a la vicepresidencia, formando tándem con Gustavo Petro.
El Pacto Histórico y el petrismo
El odio de los ricos y sus bufones mediáticos hacia los candidatos del Pacto ha sido una constante en la campaña, sacando a relucir la pasada militancia de Petro en el grupo guerrillero M-19 y dirigiendo a Francia Márquez todo tipo de insultos racistas y clasistas.
Similar a otros proyectos que tratan de humanizar el capitalismo desde las instituciones, el PH integra desde comunistas a liberales, pasando por grupos verdes o de centroizquierda, como Colombia Humana el partido del propio Petro.
Y como en otras candidaturas electorales, acaban primando los acuerdos electorales y la presencia de figuras mediáticas por encima de las y los activistas, como sucedió en las legislativas.
Sebastián Roderos, analista político colombiano, habló de lo que significa Petro y su movimiento político en una entrevista publicada en la revista Jacobin el 18 de mayo:
“El petrismo… aparece como un rescate del clamor del liberalismo popular y plebeyo: el liberalismo de la reforma agraria, de la revolución productiva, de la mitigación de la desigualdad en el ámbito rural y urbano… se vuelca a la modernización democrática y productiva de Colombia en oposición al gran latifundio improductivo alineado con el narcotráfico, ahora visiblemente representado en el uribismo.”
Según Roderos, a ese liberalismo popular y agrario, Petro le añade nuevas demandas que han comenzado a surgir en torno a los Acuerdos de Paz: “la agenda LGBTQ+, el movimiento feminista, los campesinos, los indígenas, los jóvenes precarios que trabajan como repartidores… en definitiva, los mismos actores que, en su mayoría, salieron a la calle con sus familias en las movilizaciones de los últimos años contra Iván Duque”.
La indignación por la crisis, la corrupción y la represión se expresa en la necesidad de un cambio radical y ese cambio lo representa Francia Márquez, mujer negra, trabajadora, de origen humilde y que se atreve a hablarles a los capitalistas de igual a igual. Fue galardonada con el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos y destacada por la BBC en su lista de las 100 mujeres más influyentes por sus logros medioambientalistas para detener la minería ilegal. En sus mítines ha hecho énfasis en la importancia de la soberanía alimentaria y en la necesidad de amplificar las voces de las comunidades afrodescendientes.
En las elecciones legislativas, Petro y sus aliados acordaron listas cerradas, traicionando el pacto con Francia Márquez al no incluir candidatos afrodescendientes en los primeros puestos de las listas. El acuerdo cuando Márquez se unió al Pacto Histórico incluía que cada cinco candidatos hubiera uno afro.
Petro prefirió atraer a la coalición al ex alcalde de Medellín, lo que motivó el abandono de la coalición de los dos candidatos afro que aspiraban al puesto. Ahora Petro la necesita porque tiene la capacidad de convocar, emocionar y movilizar para atraer una parte de ese 45% de abstencionistas que la izquierda precisa para ganar.
El candidato antiestablishment apoyado por el establishment
La noche del 29 de mayo, primera vuelta de las elecciones presidenciales, nadie entendía por qué la elite colombiana celebraba los resultados y el paso de Rodolfo Hernández a la segunda vuelta del 19 de junio como si fueran una victoria. Máxime cuando Hernández había repetido hasta la saciedad que no quería acuerdos ni apoyo de otras fuerzas.
El misterio se resolvió al día siguiente cuando el candidato oficialista, Federico Gutiérrez, pidió el voto para Hernández. De hecho, algunos analistas políticos ya habían detectado un alineamiento de la elite y sus medios hacia Hernández a mitad de la campaña. Esto le ha valido el apodo de “llanta de repuesto del uribismo”.
Un patrimonio de 100 millones de dólares obtenidos como especulador inmobiliario, su carácter colérico y violento suficientemente documentado, un proyecto ultraconservador en lo económico y liberal en lo moral y un prestigioso equipo comunicacional (que también formó parte de la campaña de Trump) es lo poco que se conoce de un candidato que no acude a los debates y hace su campaña a través de las redes sociales, en especial, en TikTok y Twitter.
El que, según las últimas encuestas, puede convertirse en el próximo presidente de Colombia se ha apropiado del discurso anticorrupción por el que ha luchado la izquierda. Sin embargo, es el único de los candidatos que tiene abierta una investigación por irregularidades en contratos públicos y varios procesos disciplinarios.
Según el politólogo Yann Basset “para ganar los dos candidatos van a tener que ir en contra de su propio discurso. Rodolfo tendrá que contar con las redes clientelistas, a pesar de su discurso anticorrupción; y Petrov tendrá que mostrarse como un defensor de las instituciones”.