Mujeres en la historia

ES CA

Yuri Prasad

Pritilata Waddedar parecía estar preparada para conseguir un éxito convencional.

Una buena estudiante de una familia india de clase media en la aún indivisa Bengala, Waddedar parecía sobresalir en todo lo que se proponía.

Después de obtener su título, se convirtió directamente en directora de una escuela en su ciudad natal de Chittagong.

Pero la India en la década de 1930 era un país en crisis y en poco tiempo estaría en el centro de la misma.

Los hilos del dominio británico se estaban rompiendo, pero el Imperio respondió ante el movimiento por la independencia india con la mayor brutalidad.

Mientras Mohandas Gandhi organizaba protestas masivas que involucraban a millones de personas, éste se retiraba rápidamente si percibía que se avecinaba un conflicto violento. Estos retrocesos provocaron períodos de desmoralización, y los británicos sacaron provecho de avivar las llamas de la división comunitaria entre hindúes y musulmanes.

Los activistas nacionalistas más jóvenes se enfadaban cada vez más con el callejón sin salida en el que se encontraban. Muchos recurrieron a métodos revolucionarios, organizando huelgas, protestas ilegales y lanzando ataques armados contra los británicos.

Waddedar se identificó con los activistas impacientes. Leyó folletos y libros ilegales que defendían el derecho a usar la violencia para derrotar la violencia del Imperio. Sus nuevas convicciones la llevaron a un grupo revolucionario liderado por Surya Sen. Un compañero maestro, Sen combinó el amor por la filosofía política con un gran talento para la lucha armada.

Armas

Pronto, Waddedar empezó a pasar armas a grupos clandestinos alrededor de su ciudad. Los británicos pronto la siguieron y la policía militar allanó las casas en las que se alojaba, aunque siempre iba un paso detrás de ella.

Pero llevar armas y municiones en secreto nunca fue suficiente para Waddedar. Ella misma quería participar en los ataques e insistió en que se le permitiera unirse al campamento secreto de Sen, donde se entrenaba a prometedores nuevos reclutas para usar armas.

Fue allí donde trazó planes para lanzar un ataque audaz contra el Club Europeo Pahartali, donde los británicos adinerados bebían y cenaban y los indios solo podían entrar para servir y cocinar. En un letrero en la puerta de entrada ponía: “No se permiten perros ni indios”.

A medida que aumentaba la tensión en el grupo de ataque, se produjeron nuevos acontecimientos. Gandhi anunció un “ayuno hasta la muerte” en protesta por el dominio británico. El pánico se extendió entre los nacionalistas, lo verían morir sin ver la India libre.

El 24 de septiembre de 1932, Waddedar dirigió un destacamento de combatientes que asaltó el club. Abrieron fuego contra el edificio matando a cuatro oficiales británicos e hiriendo a siete mujeres.

Waddedar quedó atrapada en el fuego cruzado y resultó gravemente herida. Acorralada por los británicos enfurecidos, mordió la cápsula de cianuro que todas las y los revolucionarios llevaban.

Participar

Murió con solo 21 años y dejó esta nota: “Todavía puede haber muchos entre mis queridos compatriotas que cuestionen [a las mujeres luchadoras]”.

“Alimentadas por el alto ideal de la feminidad india, pueden preguntarse, ¿cómo puede una mujer participar en una tarea tan feroz de asesinar y matar personas?”

“Me duele la distinción que se hace entre un hombre y una mujer en la lucha por la libertad del país. Hoy si nuestros hermanos pueden alistarse en la guerra por la independencia, a nosotras también las mujeres se nos debería permitir hacer lo mismo y ¿por qué no?”.