Jesús Melillero
El pasado 1 de mayo, día internacional de la clase trabajadora, VOX intentó competir con los sindicatos de clase y la izquierda convocando una manifestación estatal en Cádiz.
Para más inri, es una ciudad gobernada por el sector anticapitalista que rompió con Podemos por la entrada de este partido en el gobierno de coalición con el PSOE.
Aunque llevó a la plana mayor del partido ultraderechista, incluidos Abascal y la candidata de VOX a la presidencia de la Junta de Andalucía, Macarena Olona, no consiguieron reunir a más de 800 personas. Un sonoro fracaso que no esconde el intento de los ultras por presentarse como los representantes de los trabajadores españoles frente a una izquierda cosmopolita y corrupta.
Siguiendo la estela de otras formaciones fascistas o de ultraderecha en otros países, como la Liga Norte en Italia o el Reagrupamiento Nacional en Francia, VOX trata de aumentar su bolsa de votantes —y es importante este matiz— argumentando que lo único que tienen los trabajadores es la patria, frase de Ramiro Ledesma, impulsor de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista) que pronto se unirían a la Falange, la primera expresión política del fascismo español.
Lo de aumentar el número de votantes es un matiz que diferencia a VOX de otras formaciones y que explica el pinchazo del pasado 1 de mayo. Porque, aunque haya impulsado una organización a la que denominan “sindicato”, en este momento parece que VOX no busca construir un movimiento callejero de militantes fascistas y/o ultraderechistas.
SOLIDARIDAD, que es el nombre con el que han denominado a su seudosindicato —por hacer paralelismos con el sindicato polaco que luchó contra el régimen estalinista y el gobierno estatal al que denominaban como social-comunista—, está dirigido por Rodrigo Alonso, diputado en el parlamento andaluz por Almería. Cabe recordar una contestación en un debate con la izquierda en el hemiciclo, en el que el diputado ultra acabó contestándole “Olvídense de los ricos, los ricos son ricos por naturaleza”.
Parece que este nuevo chiringuito de VOX no tiene mucha implantación, seguramente por la prioridad institucional del partido, y por la falta de propuestas de SOLIDARIDAD, que más allá de hablar de imposiciones lingüísticas o de quitar las subvenciones públicas a sindicatos o patronales, no ofrece propuestas o acciones de ningún tipo que de verdad puedan hacerlo competir con los sindicatos de clase.
Franquismo
Porque, a pesar de la retórica obrerista VOX es un partido de señoritos, una escisión ultraderechista del PP, liderado por sectores ligados a la oligarquía estatal y privada.
Siguiendo un poco las biografías de sus dirigentes no encontramos militantes político-sociales, sino gente ligada a representantes y miembros del franquismo, como Abascal o Espinosa de los Monteros; a grandes empresas, como Rocío Monasterio; o a la abogacía del Estado, como Macarena Olona.
De ahí que más allá de cuatro frases de Twitter, la ascendencia social de estos personajes les hace difícil la conexión con ciertos sectores sociales. También lo hacen sus mismas propuestas económicas de VOX, que incluyen subir impuestos a las rentas más bajas, reducir la cuantía de las pensiones o potenciar la sanidad privada.
Cada vez que ha habido votaciones en el Congreso de los Diputados referentes a las medidas sociales frente a la crisis agravada por la pandemia u otras como un impuesto a la banca en el Parlamento Andaluz, la votación ha sido negativa. Tanto en la teoría como en la práctica el partido ultra ha demostrado que no se sale ni un milímetro de la ortodoxia neoliberal.
No obstante, y a pesar de lo comentado, no se puede enterrar como algo definitivo la posibilidad de que VOX gire a unas propuestas y acción obrerista. Asimismo, la normalización de las ideas intolerantes que propugnan abre la puerta a formaciones genuinamente fascistas.
Así pasó en Grecia, con el desmoronamiento de LAOS, partido ultraderechista, que abrió las puertas a Amanecer Dorado, partido de corte fascista. Hoy LAOS es testimonial y Amanecer Dorado fue ilegalizado y sus dirigentes encarcelados gracias a la acción de KEERFA, movimiento amplio contra el fascismo y el racismo.
Por eso apostar por UCFR —Unidad contra el Fascismo y el Racismo— es clave, en Catalunya y en el resto del Estado.