Jesús Melillero
En el presente artículo, trataré los siguientes puntos. Por una parte, el porqué de la decisión de Sánchez, más allá de hacerlo ver como un títere al servicio de la tiranía de Mohamed VI. Por otra, aportar humildemente mi visión sobre qué condiciones políticas y sociales deberían darse para que la victoria, la liberación del pueblo saharaui, tuviera lugar.
Antes de nada, y a pesar de que la decisión del gobierno de coalición —porque el gobierno no es solo del PSOE, para lo bueno y lo malo es el gobierno del PSOE con Unidas Podemos— constituye un salto cualitativo en el abandono y traición a un pueblo que fue colonizado y subyugado durante casi 100 años por distintos regímenes españoles —República, dictadura fascista, monarquía parlamentaria—, desde hace casi 50 años podemos calificar la actitud de los distintos gobiernos —ya democráticos— como pasiva en el mejor de los casos. Como suelo insistir, no es porque lo digan las Naciones Unidas, es la obligación del Reino de España, como antigua potencia ocupante, el organizar un referéndum de autodeterminación; tarea de la cual han pasado, por intereses económicos y geoestratégicos en connivencia con el régimen marroquí.
Por lo apuntado, y a pesar de las bravuconadas del sátrapa alauita —véase la rojigualda al revés— sería no ver lo que es un país y otro el afirmar que España está sometida. Porque el Estado español es una potencia mediana de Occidente, perteneciente a la UE y a la OTAN, y aunque Marruecos sea una potencia regional, no constituye un peligro real para España. Se habla mucho del rearme marroquí —gracias a su condición de aliado incondicional de Estados Unidos y recientemente del estado de apartheid de Israel—; la realidad es que aunque destine mayor porcentaje de su presupuesto y tenga más efectivos no está aún al nivel del ejército español, integrado en la alianza militar más poderosa del mundo.
La clase dirigente española, en connivencia con los resortes del Estado —no olvidemos como el anterior monarca acompañaba a altos empresarios en sus viajes internacionales— actúa también de un modo colonial en Marruecos. Y esta explotación de recursos y mano de obra —con el beneficio del Majzén, la oligarquía marroquí— rondó en 2020 los 14.000 millones de euros, habiendo aumentado exponencialmente en los últimos 25 años. Esta explotación colonial, cuya víctima es el pueblo marroquí y los beneficiarios la oligarquía española y marroquí, pretende ser extendida al Sahara Occidental. La riqueza en fósforo, gas natural o la pesquera no encontrarían ningún problema para ser esquilmadas si, de un plumazo, acabamos con la heroica resistencia del pueblo saharaui y dejamos que el estado marroquí controle la totalidad de la antigua colonia española.
Pero nos topamos con los intereses geoestratégicos de las potencias occidentales, que no son menos importante y quizás sí hayan sido más determinantes. Pasos en ese sentido han sido el reconocimiento del Sahara Occidental como territorio bajo la soberanía de Marruecos por parte de Trump a finales de 2020 o la actitud por parte de Francia o Alemania favorable al plan de “autonomía” bendecido por Sánchez. ¿En qué beneficiaría esto a los países citados? Europa necesita un gendarme en la Frontera Sur, que no responda a una opinión pública de un estado medianamente democrático y por lo tanto que tenga manos libres para masacrar a los seres humanos que huyen del hambre; hambre y derechos humanos que los mismos estados capitalistas que se hacen llamar democráticos han violentado. De ahí los casi 86,8 millones de euros que entre 2019 y 2021 el Estado español entregó a Marruecos, para que Marruecos pusiera fuera de nuestra vista a sus ciudadanos y a la gente del África subsahariana, lo mismo que Putin está haciendo en Ucrania.
De ahí también la gran mentira de que este acuerdo sea para garantizar la soberanía de Ceuta y Melilla, no porque no haya sido especificado por escrito, sino porque no puede haber soberanía cuando la misma depende de la fuerza militar, de convertir más aún a ambas ciudades autónomas en cuarteles militares. ¿Cómo puedes ser libre mientras tu existencia depende de la represión a otros pueblos? ¿Cómo puedes ser libre cuando eres tratado por el estado al que perteneces como un carcelero? Por mucho que engañen a los residentes de ambas ciudades, Ceuta y Melilla nunca serán como otras ciudades del estado, porque su génesis y su función es la del control por parte del imperialismo Occidental del norte de África, siendo bases imprescindibles para ello.
He visto necesario exponer lo anterior porque la posición de nuestro gobierno o nuestro Estado no debe ser criticada desde una posición de “patriotismo”. Desde una concepción marxista no existe un interés general a defender, sino que el abandono y la alianza de nuestra clase dirigente con la clase dirigente del otro lado del Estrecho para explotar al Sahara también es una mala noticia para la gente corriente española. Un escenario en el cual los que ganan son las multinacionales españolas y los millonarios marroquíes vinculados a su estado, mientras que los que perdemos somos las clases trabajadoras españolas, marroquíes y el pueblo saharaui. El principal enemigo está en casa, es nuestra clase dominante, contra la que tenemos que combatir en primer lugar, denunciando sus sucios negocios que abandonan a un pueblo hermano a los designios de un tirano.
Vista ya la responsabilidad y las razones criminales de nuestros dirigentes, ¿qué podría ayudar al pueblo saharaui a vencer? Si como antes hemos dicho el ejército marroquí no está a la altura de poder vencer al ejército español, en el caso saharaui la superioridad de las huestes de Mohamed VI son mayores. El ejército ocupante cuenta con más de 300.000 efectivos, mientras que según distintas estimaciones el Ejército de Liberación Popular Saharaui cuenta con entre 5.000 y 7.000 miembros. Y, desgraciadamente, no se trata de una mera cuestión cuantitativa; como hemos comentado el ejército de Marruecos cuenta con apoyo de las potencias occidentales y con sus avances tecnológicos correspondientes, mientras que el pueblo saharaui cuenta con un armamento más obsoleto, confiscado al ejército español antes de su retirada o armamento soviético.
La vía armada ha sido impuesta por el ocupante. No es una opción, entre muchas, a las que pudiera optar el pueblo saharaui. Pero esta vía no es la mejor opción para la liberación frente al invasor marroquí. Sin un movimiento popular desde abajo en Marruecos, que cuestione su régimen, la posición del mismo será inamovible sobre la ocupación del territorio saharaui.
Creo que movimientos como el 20 de febrero, que tuvo lugar en 2011, la versión marroquí de las Primaveras Árabes, son claves. A pesar de que no fue tan masivo como en otros estados de la región, hizo que al menos estéticamente el régimen hiciera algunas reformas. El Hirak, desarrollado en el Rif desde 2016, también demuestra como la pobreza y la falta de oportunidades que el gobierno marroquí ofrece a sus ciudadanos no puede anular las protestas sociales, a pesar de la represión brutal a la que somete a su pueblo.
Por último, quisiera también poner en cuestión el papel de Argelia. Aunque haya sido el máximo garante y apoyo que la dirección política y el pueblo saharaui hayan tenido en los últimos casi 50 años, los intereses económicos y geoestratégicos también pesan en este otro gigante del Magreb. Debido a la política de bloques en muchas ocasiones el Estado argelino ha apoyado causas justas a nivel internacional —como distintos movimientos de liberación nacional— mientras reprimía a su propio pueblo. Un Estado también con una clase política ligada al ejército, que ante movimientos como el que empezó en 2019 no ve más salida que cambios estéticos que mantienen la esencia del régimen. ¿Un estado que trata así a sus ciudadanos será un apoyo fiable para la liberación saharaui?
Tras lo expuesto, simplemente acabar pidiendo disculpas por la decisión del gobierno español, y como los saharauis saben la mayoría de la gente de nuestro Estado os apoya y está comprometida con vuestra victoria final.