- La invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero fue un acto de agresión imperialista y una violación del derecho del pueblo ucraniano a la autodeterminación. Para la población ucraniana es una guerra de autodefensa nacional. Al mismo tiempo, desde el lado de las potencias imperialistas occidentales dirigidas por Estados Unidos y organizadas a través de la OTAN, es una guerra indirecta contra Rusia. La guerra es a la vez una invasión imperialista de una antigua colonia y parte de un conflicto interimperialista entre EEUU y Rusia con sus aliados. Estamos en contra de ambas potencias imperiales. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano, y apoyamos su derecho a resistirse ante la invasión. Mientras lo hacemos, también nos oponemos a la OTAN y su expansión hacia el Este.
- El carácter interimperialista de este conflicto está confirmado por la política del gobierno de Kiev, que consiste en arrastrar a Occidente a la guerra abierta. Este es, en efecto, el significado de su demanda constantemente repetida de que la OTAN imponga una zona de exclusión aérea sobre Ucrania. Esto inevitablemente llevaría a las fuerzas rusas y a las de la OTAN al combate. Tal guerra podría convertirse en intercambios nucleares entre las dos partes, no solo porque el presidente ruso, Vladimir Putin, haya amenazado directamente con represalias nucleares, sino por la superioridad convencional de Rusia en la zona de guerra. Estados Unidos y Rusia son, por mucho, las mayores potencias termonucleares del mundo. Una guerra entre ellos destruiría a la mayor parte de la humanidad y dejaría a los sobrevivientes viviendo a duras penas una existencia miserable y empobrecida.
- La responsabilidad de esta situación aterradora recae firmemente en los dos antagonistas imperialistas: EEUU y sus aliados por ampliar la OTAN y la Unión Europea hacia el este, hacia las fronteras de Rusia para expandir y afianzar su dominio en el oeste de Eurasia; Rusia y sus aliados por tratar de detener este proceso a través de la guerra, la conquista y la ocupación. La espiral de escalada está siendo alimentada por ambos antagonistas imperialistas. Todo esto está sucediendo sobre las espaldas del pueblo de Ucrania. Las y los trabajadores de los países afectados no tienen nada bueno que esperar del imperialismo occidental o ruso.
- En consecuencia, exigimos:
- ¡Alto el fuego inmediato y retirada de las fuerzas rusas de Ucrania!
- ¡Retirada de las fuerzas de la OTAN del centro y este de Europa!
- ¡No a los envíos de armas a Ucrania!
- ¡No a las sanciones contra Rusia!
- ¡Ninguna escalada ni de Rusia ni de la OTAN!
- Detener la carrera armamentista: ¡Gastar billones para luchar contra el hambre, la crisis climática, la pobreza y la desigualdad, no para la guerra y las armas!
- ¡Cancelar la deuda externa de Ucrania de $113 mil millones y enviar ayuda humanitaria rápida para el pueblo de Ucrania!
- Los males de la escalada militar rusa son obvios. Pero, aunque la OTAN ha decidido evitar la participación directa en la guerra, está intensificando la lucha peligrosamente. El suministro de armas a Ucrania invita a las represalias rusas. Y las sanciones económicas impuestas a las instituciones e intereses rusos son guerras mediante otros medios. Las sanciones siempre golpean a la población civil. Encajan con la propaganda nacionalista de Putin y le ayudan a reunir el apoyo popular. Cuando EEUU y la UE utilizaron su dominio del sistema financiero global para aislar al Banco Central de Rusia de sus reservas de divisas, Putin reaccionó poniendo en alerta a las fuerzas nucleares rusas. Confiar en la presión económica supuestamente para poner a Rusia de rodillas pacíficamente puede, en cambio, provocar el desastre final. Las sanciones y los embargos son solo la etapa preliminar de una nueva escalada, que frecuentemente termina con el uso de medios militares. Esto es lo que sucedió en Irak desde 1990, en Yugoslavia/Serbia desde 1992, Somalia desde 1992, Haití desde 1992, Afganistán desde 1999, Georgia desde 2006, Libia desde 1992/2011, Yemen desde 2014. En casi todas las operaciones militares recientes de EEUU, este patrón es evidente: las sanciones preceden a los bombardeos.
- También nos oponemos a la acumulación militar de la OTAN; por ejemplo, la decisión del gobierno alemán de gastar 100.000 millones de euros adicionales en “defensa”, Polonia duplicando el tamaño de su ejército y aumentando el gasto militar al tres por ciento del PIB, y el impulso general por parte de la UE para militarizarse. Rechazamos el objetivo de la OTAN de aumentar el gasto en armas al dos por ciento del producto interior bruto en un momento de guerra, pobreza global, crisis climática, bajos salarios e infraestructura en ruinas en escuelas y hospitales, así como viviendas pobres y escasas. Las y los trabajadores y sus familias pagarán el precio de esta política de militarización y guerra.
- Vale la pena subrayar que ésta es una guerra que involucra principalmente a Europa, Estados Unidos y Canadá. China ha brindado su apoyo condicional a Rusia, pero muchos otros estados del Sur global se niegan a tomar partido, incluidos los estados del Golfo, India, Indonesia, México y Sudáfrica. Esto subraya la obscenidad de Rusia y Occidente de amenazar a la humanidad con la destrucción por un conflicto regional.
- Esta guerra tendrá un precio económico enorme, y no solo para las poblaciones de Ucrania y Rusia. Los aumentos en los precios de la energía y los alimentos que ha causado están elevando la inflación como consecuencia, que ya estaba en su punto más alto en 30 años. La determinación de los bancos centrales de continuar con su política de subir las tasas de interés y recortar la flexibilización cuantitativa es un intento de obligar a las personas trabajadoras a pagar por una crisis que ellas no han creado. Mientras tanto, Rusia y Ucrania son los principales productores de alimentos: su guerra conducirá a que más personas mueran de hambre en el Sur global.
- La guerra ha provocado un enorme desplazamiento de personas refugiadas tanto dentro como fuera de Ucrania. Un gran número de personas comunes en muchos países han accedido a acoger a estos refugiados en sus hogares. La actitud relativamente acogedora de algunos estados miembros de la UE contrasta con la construcción de la Europa Fortaleza para mantener alejadas a las personas migrantes y refugiadas. Decimos: ¡Las personas ucranianas son bienvenidas en nuestros países, pero abran las fronteras a todas las personas refugiadas y migrantes! También nos oponemos al crecimiento del racismo anti-ruso, a menudo alentado hipócritamente por políticos que muy recientemente se han mostrado contentos de dar la bienvenida a los superricos rusos, y al racismo anti-negro en Ucrania y países vecinos como Polonia, donde a las personas africanas se les ha denegado el refugio.
- El masivo movimiento global contra la guerra que se desarrolló contra la invasión de Irak ha disminuido en los últimos 15 años. Ahora necesitará revivir sobre la base del reconocimiento político claro de que la principal amenaza para la paz mundial proviene de las rivalidades de las grandes potencias militares. La campaña por el desarme nuclear unilateral ha vuelto a ser importante, como lo fue durante la Guerra Fría. La OTAN no debe ampliarse, debe disolverse.
- El movimiento contra la guerra en Rusia tiene una importancia especial. Saludamos el coraje de las y los manifestantes y esperamos que la experiencia de esta desastrosa guerra aumente su número. Merecen la solidaridad mundial.
- Esta guerra es un desastre desde cualquier perspectiva ambiental. Las máquinas militares rivales son enormes emisoras de CO2. La interrupción del suministro de energía está alentando una mayor producción de petróleo y potencialmente una mayor dependencia de la energía nuclear. E incluso el uso más limitado de armas nucleares tendría múltiples efectos contaminantes. Además, la guerra es una distracción de la tarea urgente de descarbonizar la economía mundial. El 27 de febrero, el mismo día que Putin anunció que pondría en alerta a las fuerzas nucleares rusas, el último informe del Panel Internacional sobre el Cambio Climático advirtió sobre el efecto devastador que el cambio climático está teniendo en las sociedades humanas, y el daño mucho mayor que probablemente causará en el futuro. Las y los socialistas deben esforzarse por unir el movimiento contra la guerra y el movimiento climático.
- Esta guerra sirve como un nuevo aviso de que el sistema capitalista global ha dejado de ser útil. Cada vez más, todo lo que promete a la humanidad es guerra, destrucción ambiental, enfermedades y empobrecimiento. Los socialistas tienen la tarea de construir los movimientos extraparlamentarios y la acción en los lugares de trabajo contra este sistema, ya sea el movimiento contra la guerra, el movimiento climático, la lucha contra los fascistas o las luchas salariales en los lugares de trabajo, y así fortalecer y construir su redes y organizaciones. Nos volvemos a comprometer a ayudar a lograr la revolución socialista internacional que finalmente pueda librar al planeta de la maldición del capitalismo. El eslogan de Karl Liebknecht “el principal enemigo está en casa” debe ser nuestra consigna.
Coordinación de la Corriente Socialismo Internacional
15 de marzo de 2022