Tomáš Tengely-Evans
Ucrania ha descendido, aún más, hacia una guerra devastadora después de que miles de tropas rusas entraran en el país en las primeras horas del jueves.
Las y los socialistas revolucionarios deberían oponerse a la ofensiva militar y exigir que el presidente Vladimir Putin retire todas sus fuerzas de Ucrania de inmediato. También debemos oponernos a cualquier escalada del conflicto por parte de la OTAN. Las fuerzas de la OTAN deberían retirarse inmediatamente de Europa del Este.
La invasión comenzó a las 5 de la mañana, hora local, después de que Putin pronunciara un discurso escalofriante, con amenazas de una guerra brutal y llamamientos reaccionarios al chovinismo de la Gran Rusia.
“Cualquiera que intente interferir con nosotros, o más aún, crear amenazas para nuestro país y nuestro pueblo, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata”, dijo. Y “os llevará a consecuencias como nunca antes habéis experimentado en vuestra historia”. “Toda la responsabilidad por el posible derramamiento de sangre recaerá plena y completamente en la conciencia del régimen gobernante”.
En la capital ucraniana, Kiev, hogar de casi tres millones de personas, en las primeras horas la gente se apresuró a refugiarse en medio del sonido de las sirenas antiaéreas y las explosiones. Las fuerzas armadas ucranianas dijeron que las fuerzas rusas estaban lanzando ataques aéreos. Los misiles apuntaban a instalaciones militares y aeródromos cerca de Kiev, Kharkiv en el noreste y Dnipro en el centro de Ucrania. Según los informes, a las 7 de la mañana, las tropas rusas estaban cerca de Kharkiv, listas para tomar la ciudad o sitiarla.
Mientras tanto, los proyectiles rusos golpeaban el sureste del país, incluida la ciudad de Kramatorsk. Los líderes de las escindidas “República Popular de Donetsk” y “República Popular de Luhansk” en el sureste solicitaron asistencia militar rusa el miércoles para “ayudar a rechazar la agresión de las fuerzas armadas ucranianas”.
La medida se produjo después de que Putin reconoció su independencia el lunes. Putin se anexó Crimea y ha respaldado una insurgencia separatista en Donetsk y Luhansk desde 2014 para evitar que Ucrania de un giro hacia Occidente. Los enfrentamientos pronto podrían convertirse en la conflagración más grande en la región con las fuerzas locales respaldadas por las principales potencias.
Frente a la invasión rusa, los políticos estadounidenses y británicos afirman que defienden la democracia ucraniana o el derecho de Ucrania a la autodeterminación. El presidente estadounidense, Joe Biden, denunció “este ataque no provocado e injustificado de las fuerzas militares rusas”.
El primer ministro conservador, Boris Johnson, dijo que Putin había “elegido un camino de derramamiento de sangre y destrucción” y prometió que “el Reino Unido y nuestros aliados responderemos con decisión”.
Pero el derramamiento de sangre y la destrucción han sido creados por Estados Unidos y la OTAN. Su crítica a Putin es una gran hipocresía de las mismas potencias que han lanzado “ataques no provocados e injustificados” para hacer valer sus intereses imperialistas por todo el mundo. Son responsables de guerras devastadoras en Afganistán e Irak y apoyan el colonialismo de los colonos israelies contra el pueblo palestino.
El conflicto en Ucrania surge de la rivalidad imperialista entre Occidente y Rusia por Ucrania. Y los ucranianos comunes son, para ambos lados, solo peones en su juego imperial.
En los países de la Unión Europea, el trabajo principal de las y los socialistas revolucionarios es generar oposición al imperialismo occidental, como parte de una lucha más amplia contra el sistema de rivalidades imperialistas que está impulsando el conflicto de Ucrania. Esto no significa que “el enemigo de mis enemigos es mi amigo”, que los rivales de Occidente sean de alguna manera antiimperialistas.
Construimos oposición a nuestros propios gobernantes, pero como parte de una lucha contra el sistema de rivalidades imperialistas que provoca la guerra.
Este artículo apareció en Socialist Worker, nuestra publicación hermana en Gran Bretaña, la mañana del 24 de febrero de 2022.