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Este artículo recoge algunas reflexiones hechas en conversaciones acerca de la situación en Mali entre Bakary Soumbounou (BS) y Laura Ribera (LR).

LR: Querría empezar esta conversación hablando de la situación política en Mali en los últimos 10 años, puesto que hay un escaso interés por parte de la clase política y de muchos movimientos sociales de base acerca de este país. Sé que esto da para una conversación muy extensa, pero podríamos centrarnos en algunos hechos relevantes y que tengan consecuencias hoy en día.

BS: Para conseguir este objetivo, creo que podríamos situarnos entre el 2012 y el 2013, por aquél entonces yo era un adolescente de dieciséis años, pero no me faltaba por eso un espíritu crítico. En un contexto regional en el norte del Sahel de movimientos sociales y de demandas de reformas conocido como la “primavera árabe” —déjame decir que casualmente los aliados estratégicos de Occidente no se vieron afectados—, Libia sufrió una intervención militar extranjera en 2011 que terminó con el mandato de Gadafi y con su consecuente muerte. Este hecho es importante porque Libia era leída —o al menos así lo entiendo yo— como un pacificador o un estabilizador de la zona. Pero en aquel momento, muchos Tuaregs que trabajaban o que lucharon para Gadafi, muchos de ellos como mercenarios, regresaron a la región del Azawad, en el norte de Mali.

LR: Déjame hacer un inciso, las fronteras actuales no se corresponden a las fronteras geográficas o por así decirlo “reales”. En este sentido, cuando los poderes coloniales franceses tomaron Mali establecieron una clara división entre el norte y el sur del país, y las consecuencias en la actualidad de esta división tienen que ver con los hechos que estabas mencionando. Los franceses se centraron básicamente en el sur de Mali que es donde basaron los centros de extracción de minerales. En el norte, en cambio, que es donde se encuentran las comunidades nómadas de Tuaregs, los franceses redujeron las tierras de pasto de ganado y marginalizaron a la población, entre otros.

BS: Cierto, y aunque esta relación desigual en la región norte del Azawad empezó con la colonización continuó tras la proclamación de la pseudoindependencia del país. De hecho, las primeras revueltas de comunidades Tuaregs del Azawad denunciando esta situación fechan de la década de 1890. Esto nos ayuda a volver a nuestro punto de partida, a finales de 2011 tenemos a los Tuaregs que han vuelto de Libia con entrenamiento militar y armas que denuncian la situación de abandono nacional pre y post independencia y que reclaman una nueva reconfiguración territorial con la creación de un nuevo estado y la declaración de independencia del Azawad. Para ello se crean algunos grupos de Liberación Nacional, otros de carácter religioso al mismo tiempo que cogen fuerza actores externos como por ejemplo el AQMI, Al-Qaida del Magreb Islámico, que ya estaban en la zona desde 2008.

LR: La continuación es el inicio de un conflicto armado en el norte del país a principios de 2012. Y mientras tanto, ¿qué pasa en Bamako, la capital, y en el resto de Mali?

BS: En marzo de 2012 yo estaba en mi región natal, Kayes —en el oeste del país— cuando un grupo de militares descontentos con la gestión que desde el Gobierno se estaba haciendo de la crisis, en el norte, tomaron el poder. Se autodenominan Comité Nacional para el Regreso a la Democracia y la Restauración del Estado (CNRDR). El conflicto en el norte había cogido varios rumbos, puesto que grupos autodenominados islamistas estaban teniendo un rol muy activo también.

LR: Hacemos un salto al verano de 2013 cuando se celebraron elecciones presidenciales e Ibrahim Boubacar Keïta, también conocido como IBK, las ganó. Recordemos que IBK a finales de la década de los noventa era vicepresidente de la Internacional Socialista —formada por partidos como el PSOE— y que posteriormente ya había ejercido en Mali el cargo de primer ministro. Previamente a estas elecciones el país se encontraba ciertamente debilitado puesto que estaba el conflicto en el norte y con la presidencia interina del militar Amadou Sanogo tras el golpe de estado de 2012. Pero bien, no nos olvidemos de un evento central que transcurre a principios de 2013, la intervención militar francesa Serval.

BS: En efecto esto marcará un antes y un después. Aparentemente fue una intervención militar conjunta entre Mali y las tropas francesas. Digo aparentemente, puesto que después de tantos años uno ya conoce al Estado francés y sus intereses, ya sabemos que nunca estaremos en situación de igualdad con ellos así que conjunta debería de estar entre comillas. El supuesto objetivo de esta intervención era neutralizar a los grupos autodenominados como islamistas en el norte. Aunque es bien sabido que los franceses estaban pletóricos de poder enviar sus tropas para proteger sus zonas estratégicas, minas y reservas de oro y así asegurar su presencia estratégica en una de las regiones claves del Sahel como es Mali.

LR: Alguna vez has comentado que en el contexto de 2013 cuando esta operación Serval se produjo las voces que desde abajo osaron cuestionar e incluso criticar dicha operación fueron difícilmente escuchadas y en la mayoría de los casos rechazadas.

BS: A estas alturas ya deberíamos de conocer como opera el imperialismo y cuales son sus múltiples formas de manifestarse. Dejemos de ser ingenuos, no era la primera vez que topábamos con los franceses en nuestro territorio. A pesar de ello, voces críticas como las de la reconocida Aminata Dramane Traoré fueron apartadas. En todo el país la gente salió en masa con banderas francesas gritando “¡Que viva Francia!, ¡Viva papa Hollande!”, ya sabéis que en aquel entonces François Hollande era el presidente de la República Francesa. No se equivocaron al decirlo en 2013, las banderitas francesas agitadas para engrandecer a nuestro antiguo colonizador eran el grito desesperado de una derrota que ya nos está explotando en nuestras narices.

LR: Recojo tus palabras para anotar que la operación Serval se transformó en 2014 en la actual operación Barkhane donde además de Francia otros estados europeos han enviado tropas, entre ellos el Estado Español. Entonces con este escenario ¿cómo hemos llegado a la situación actual? ¿Qué ha pasado entremedio?

BS: Los años han continuado siendo convulsos para Mali. En 2015 con la mediación de Argelia se firmaron unos acuerdos de paz con las comunidades tuaregs agrupadas en la Coordinadora de movimientos del Azawad (CMA). Más allá del papel, la situación de inestabilidad ha aumentado en el norte y se ha expandido hacía el centro del país, hasta el día de hoy, en gran parte a causa de la presencia de diferentes grupos autodenominados islamistas fuertemente armados. Estos grupos no tienen lazos con los Tuaregs, pero aprovecharon el momento de crisis para establecerse y coger fuerza. A nivel político, el presidente IBK continuó en el poder hasta agosto de 2020.

LR: En 2018, IBK fue elegido para un segundo mandato. En la primera ronda, unas setecientas mesas electorales no pudieron abrirse y en la segunda ronda fueron quinientas.

BS: Entre 2018 y 2019 se intensifican los ataques violentos por parte de grupos autodenominados islamistas. Además, a esto se le juntan problemas ligados al cambio climático, como es la desertificación del territorio, que hace que surja la competición por el acceso a recursos entre diferentes grupos étnicos sedentarios y nómadas. Muchas personas leen esto como conflictos étnicos cuando en realidad se trata de un conflicto por el acceso a los escasos recursos por parte de grupos que los utilizan de forma distinta ya sean los sedentarios o los nómadas. Esto afecta sobre todo a los Pular y a los Dogón. En 2019 las milicias armadas acabaron con la vida de 130 ganaderos de la etnia Dogón.

LR: En marzo de 2020 en plena campaña electoral para la celebración de elecciones legislativas el líder de la oposición, Soumaïla Cissé, fue secuestrado en el norte del país. El 30 de abril del mismo año se celebraron estas elecciones que ya llevaban cierto retraso por los eventos anteriores y no quedaron libres de polémica: sus resultados provisionales fueron anulados por la Corte Constitucional que atribuyó 10 puntos más al partido ya en el poder. El pueblo maliense salió a la calle y empezó huelgas organizadas en todo el país.

BS: A raíz de esta situación se crea el Mouvement du 5 Juin-Rassemblement des forces patriotiques o M5-RFP. Se trata de una gran coalición política y de la sociedad civil que pide la dimisión de IBK y que son críticos con la pésima gestión que tiene de la situación de violencia extendida en el norte del país. Además, lo acusan de corrupción, clientelismo y de no poder hacer frente a los desafíos económicos del momento. Es importante destacar que uno de los principales líderes del M5-RFP es el imam Dicko.

LR: A raíz de esto el presidente IBK disuelve la Corte Constitucional, pero él sigue en el poder. Paralelamente IBK reprime con virulencia las manifestaciones donde fallecen al menos once manifestantes. Violencia policial y uso desproporcionado de la fuerza son algunos de los balances de las manifestaciones que tienen lugar a lo largo de julio de 2020. La culminación de la situación llega el 18 de agosto de 2020 cuando se produce un motín militar y se toman como rehenes al presidente IBK y al líder de la oposición, Soumaïla Cissé. Al día siguiente el presidente IBK dimite formalmente y se establece una junta militar encabezada por Ba N’Daou, que había sido ministro de Defensa.

BS: Ba N’Daou ya no sigue liderando el país. Cuando él y el primer ministro estaban intentando reorganizar el gabinete en junio de 2021 sin consultar a los militares, el coronel Assïmi Goita los expulsó de sus cargos y los detuvo en una base militar. Fueron puestos en libertad varios días después tras haber accedido a renunciar a su cargo.

LR: Antes de que hablemos de los militares, de Assïmi Goita y de los movimientos de base en Mali. Es importante cerrar este recorrido de los últimos diez años en el país hablando de los sucesos de enero de 2022. Cuando la junta militar asumió el poder en agosto de 2020 prometieron una transición hacía la democracia con elecciones previstas para el 27 de febrero de 2022. No obstante, en enero de este mismo año el presidente Assïmi Goita presentó un nuevo plan de transición hasta posiblemente finales de 2026 y que anulaba los comicios previstos para febrero. Uno de los motivos por los cuales se indica que no pueden llevarse a cabo las elecciones es la continua inestabilidad en el norte y centro del país que no asegura la posibilidad de poder abrir todos los colegios electorales. Según activistas basados en el país esta decisión no contaba con el respaldo de los partidos políticos ni de muchos movimientos de jóvenes. A pesar de ello, el debate actual ha tomado un giro y ya no se centra en cómo llevar a cabo esta transición ni en las elecciones, sino en cómo responder a las duras sanciones impuestas por la CEDEAO y otros. Hecho que es también muy relevante para tener en cuenta, pero una cosa no quita la otra.

BS: A mi entender para poder tener una mejor perspectiva de lo que está ocurriendo es necesario hacer una distensión entre los eventos. De un lado, hablemos de la junta militar liderada por Assïmi Goita. Su inspiración panafricanista, su estilo revolucionario —algunos militares visten inspirándose en Che Guevara o Thomas Sankara— o sus discursos antiimperialistas esconden un miedo a la resistencia desde abajo. Goita lo dijo abiertamente cuando en mayo de 2021 afirmó que la junta militar había presidido —abro cita— “una consternación general marcada por la persistencia de las huelgas”. A modo de ejemplo, el 17 de mayo de 2021, la federación sindical UNTM convocó una huelga nacional de cinco días que fue un gran éxito. De hecho, en Bamako el 96% de las y los trabajadores llamados participaron. Las demandas eran un aumento de lo salarios, la creación de 20.000 empleos adicionales en el servicio civil y otras mejoras para la gente trabajadora. Luego llegó la destitución interna —que Francia llama el golpe del golpe— y Assïmi Goita tomó el poder. Los líderes que se inspiran en el pensamiento marxista no pueden convertirse en líderes supremos e intocables, los cambios tienen que hacerse desde abajo y de la forma más unitaria posible. Tampoco queremos sectas revolucionarias en el país que no tengan en cuenta nuestra realidad social y cultural.

LR: Comparto tu visión de lucha unitaria y de la importancia de los movimientos de base. Las otras opciones que se presenten como revolucionarias pero que no los tengan en cuenta van a suponer una asfixia para el pueblo. Por otro lado, la otra actual asfixia del pueblo maliense están siendo las sanciones de la Comunidad Económica De Estados de África Occidental (CEDEAO). Estas no se pueden entender sin ver que el anuncio de posponer elecciones de la junta militar ha supuesto un choque para los intereses franceses en Mali. Es decir que la presión francesa ejercida a otros estados y organismos leídos como aliados está detrás de estas duras sanciones que se han impuesto no solamente a los dirigentes malienses sino a toda la población.

BS: Podemos mostrar cierta desconfianza en las acciones de Goita y de la junta militar, y al mismo tiempo estar totalmente en contra de las sanciones de la CEDEAO que ya reciben el apoyo de la Unión Europea.

LR: La población de Mali es la principal afectada por estas sanciones ya que la base es el cierre de fronteras y el aislamiento económico del país. La verdadera preocupación de los países que sancionan a Mali no es de carácter humanitario. Tampoco lo son las intenciones de Francia que reacciona así en un ataque de pánico al ver temblar su influencia económica, militar y geopolítica en la región.

BS: En relación con esto, Francia también quiere estar en la competición por la presencia territorial con Estados Unidos, Rusia y China. Con esto, vuelvo al tema del coronel Goita y la junta militar, quiero que hablemos de los acercamientos a Rusia y sobre la presencia de mercenarios rusos de Wagner en territorio maliense. A veces me da miedo vivir un déjà vú, cuando en todo el país y en la diáspora han tenido lugar grandes manifestaciones en contra de las sanciones de la CEDEAO ha habido una gran presencia de banderas rusas y de eslóganes a favor de Putin y pidiendo la intervención militar rusa en el país. Me permito la ironía de que la bandera de Francia y la de Rusia tienen los mismos tres colores —rojo, azul y blanco— solo que sus franjas están dispuestas de forma distinta. Uno a veces tiene la impresión de que pedimos cambiar del imperialismo francés al imperialismo ruso.

LR: Mientras que las acciones de la junta militar no estén enfocadas en la construcción de un proceso de paz que incluya una transición democrática efectiva con la participación de todos los actores, y donde los movimientos de base tengan un poder de abajo hacia arriba, Mali seguirá siendo un lugar donde los intereses extranjeros tienen un rol demasiado clave en la decisión de su rumbo.

BS: Esto traducido a la práctica es el continuo debilitamiento de los movimientos sociales y de los sindicatos, el de una juventud que hemos crecido en crisis políticas cíclicas que no aportan soluciones y que vemos a nuestro país en manos de potencias imperialistas que operan con el visto bueno de nuestros dirigentes. Tantos y tantas jóvenes ahogados en el Mediterráneo y el Atlántico, otros que han perdido la vida cruzando el desierto. En palabras del senegalés Boubacar Boris Diop cito “el estado actual del mundo muestra simplemente la aterradora facilidad con la que los aparatos ideológicos pueden volver contra los ciudadanos sus sentimientos más bellos”. No dejemos de clamar justicia por ello, no dejemos de luchar por una África unida.