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Jesús M. Castillo

La Bahía de Cádiz viene sufriendo un fuerte proceso de desindustrialización durante las últimas décadas.

Se han cerrado numerosas fábricas como las que Delphi (cierre en 2007), Visteon (cierre en 2011), Gadir Solar (cierre en 2012), Tabacalera-Altadis (cierre en 2014), LTK (cierre en 2020) y Airbus-Puerto Real (en proceso de cierre actualmente).

Este proceso de desindustrialización conlleva tasas de desempleo superiores al 20% y que el 90% del empleo de la Bahía dependa del sector servicios. Esta apuesta por el turismo está obligando a mucha gente trabajadora a emigrar en busca de empleo y condiciones laborales dignas.

El proceso de desindustrialización que sufre la Bahía de Cádiz no es exclusivo de esta comarca andaluza, sino que se enmarca en una estrategia de las clases dirigentes del Estado español y la Unión Europea para toda Andalucía.

Estas clases dirigentes tratan a Andalucía como un territorio periférico y subalterno política y económicamente en el que apuestan, principalmente, por el sector turístico y por poca industria pero con fuertes impactos socio-ambientales, como la relacionada con la minería.

Las luchas sociales no han parado de sucederse en la Bahía de Cádiz en este contexto de desindustrialización, desempleo y precariedad. Se han sucedido denuncias a la Inspección de Trabajo, manifestaciones, marchas de protesta y huelga en empresas concretas, sectores económicos y generales.

Las plantillas del sector del metal han tenido el protagonismo en estas luchas en defensa del empleo y condiciones de trabajo dignas.

Ejemplos de estas luchas sindicales han sido las desarrolladas por las plantillas de los astilleros desde la mitad del siglo XX. Así, con los astilleros a la cabeza, el sector del metal en Cádiz llamó a numerosas huelgas sectoriales que, como la de 2018, consiguieron éxitos parciales al frenar despidos y mejoras de las condiciones laborales.

Recientemente, denuncias por incumplimiento del convenio colectivo llevaron a imponer sanciones a una treintena de empresas de la industria auxiliar del Metal, a pesar de la lentitud de la Inspección de Trabajo.

En este contexto, todos los sindicatos del sector del metal, que agrupa a unos 20.000 trabajadores y trabajadoras en la Bahía, llamaron a una huelga indefinida en el sector el pasado 16 de noviembre de 2021.

Las reclamaciones principales de esta huelga era incluir una subida salarial del 2-3% (según el IPC) en la renovación del convenio colectivo que no sea para más de 2 años. Es importante destacar que los salarios en sectores claves de la economía como el del metal en Cádiz suelen marcar la tendencia de los salarios de otros sectores productivos. La huelga contó con un seguimiento muy mayoritario (superior al 98%, según los sindicatos) y un apoyo generalizado entre la gente trabajadora de la Bahía. Este apoyo social se plasmó, por ejemplo, en las concurridas manifestaciones que se celebraron durante la huelga, a las que acudieron gente trabajadora de toda la Bahía, más allá del sector del metal.

El gran apoyo social hacia la huelga fue fruto de la conciencia de clase de mucha gente trabajadora y de un hartazgo generalizado por las altas cifras de desempleo, precariedad laboral y vital. Una precariedad relacionada con la privatización de servicios públicos, como la sanidad y la educación, con grandes dificultades para acceder a una vivienda digna, con la pérdida de poder adquisitivo fruto de los bajos salarios y la subida de la inflación, y con una elevada tasa de emigración económica forzada. Precariedad que es aún más sangrante si se compara con los beneficios multimillonarios de los más ricos, en un contexto de desigualdad creciente.

Durante la huelga, los piquetes llevaron a cabo numerosas acciones de información y, en la tradición de lucha sindical en la zona, cortes de carreteras. Barricadas con hogueras de neumáticos que aumentaron para defenderse de las cargas policiales con pelotas de goma. De hecho, las movilizaciones de los huelguistas encontraron una respuesta desproporcionada por parte de la policía nacional y la guardia civil que llegó a movilizar, incluso, una tanqueta blindada contra los huelguistas. El Gobierno Central del PsoE y UP es consciente de que las luchas exitosas son contagiosas, especialmente en un contexto de desigualdad creciente, por lo que se apresuró a reprimir las movilizaciones. Al mismo tiempo, ambos gobiernos, el central y el andaluz del PP, presionaban a las burocracias sindicales de CCOO y UGT, que negociaban el convenio colectivo con los empresarios, para que llegaran a un acuerdo lo antes posible.

Burocracias

La huelga indefinida se desarrolló durante 9 días hasta que las burocracias sindicales llegaron a un acuerdo con la patronal. Acuerdo que contempla un nuevo convenio de 3 años de duración (con retroactividad de 2 años tras su vencimiento) en el que se recoge una subida salarial mínima de un 2% hasta 2024, con mecanismos de compensación parciales (hasta un 80%) con el IPC. Además, el pacto recoge la creación de una comisión de seguimiento del convenio, entre patronal y sindicatos, que se reunirá cada tres meses.

Este acuerdo fue ratificado en asambleas de plantilla en la mayoría de los centros productivos en huelga. Sin embargo, los sindicatos CGT y CTM, ausentes en la mesa de negociación, no desconvocaron la huelga al rechazar el acuerdo. Para estos sindicatos la subida salarial es insuficiente pues supone una merma real en los salarios respeto al IPC.

Esta huelga indefinida del sector del metal de la Bahía de Cádiz nos muestra, una vez más, que la unidad hace la fuerza y que cuando la clase trabajadora se moviliza con fuerza tiene la sartén por el mango y, por lo tanto, ocupa el centro de la actualidad política y económica.

Por otro lado, esta huelga ha vuelto a mostrar el papel de las burocracias sindicales que ocupan una posición intermedia entre las plantillas y la patronal. Esta posición de compromiso les lleva, para justificar su existencia ante ambas partes en conflicto de intereses permanente, a vehicular la lucha de las plantillas a las que representan para conseguir avances parciales que sean asumidos por las patronales sin costes elevados.

Así, esta huelga señala a la necesidad de superar a las burocracias sindicales en su control interesado de las luchas sociales si queremos alcanzar las mejoras laborales y los cambios políticos que hacen falta en pro de una sociedad más justa e igualitaria.