José Ángel Carrey Torralba
El 4 de enero de 2019, cuando se cumplieron 210 años del nacimiento de Luis Braille —el inventor de ese alfabeto en puntos que nos permitió acceder a la escritura y a la lectura, a la música y a las matemáticas, en definitiva, a la alfabetización y al conocimiento— fue por primera vez, gracias al acuerdo de la ONU el día mundial del Braille.
Enhorabuena a todas las personas ciegas del mundo por esta jornada, que hoy toca de nuevo.
Aunque el braille ha sido reconocido en la Convención de la ONU de derechos de las personas con discapacidad, queda mucho por hacer en la consolidación de su uso.
En muchos países, sobre todo en los países pobres, la alfabetización en braille y la producción de material braille es escasa y cara. El Tratado de Marraquech de supresión de los derechos de autor en el intercambio de libros para ciegos, supondrá un gran avance en ese sentido, pero hace falta mucho más.
En el Occidente opulento, el braille tiende a veces a ser minusvalorado en favor de su sustitución por herramientas tecnológicas que transmiten la información de forma verbal mediante voces sintéticas, pero la sustitución del braille supondría un claro retroceso histórico.
En el Estado español, falta su reconocimiento legal expreso como nuestro código de lectoescritura y la regulación de su enseñanza, otorgando titulación oficial a sus docentes.
Etiquetado
Falta su uso generalizado en la vida cotidiana de las personas ciegas, ya sea porque la ley no se cumple como es el caso de la señalización de paradas de bus y equipamientos de transporte y edificios en muchas de nuestras ciudades, o bien porque falta una legislación reguladora, como es el caso del etiquetado en braille de productos de consumo, sobretodo alimenticios y peligrosos que seguimos esperando y propugnando sin éxito ante nuestros políticos.
De momento, contamos con su uso generalizado en los medicamentos, en cumplimiento de directivas europeas que así lo establecen, y con el gesto creciente de muchas empresas que incluyen etiquetas braille en sus productos, pero es preciso contar con una regulación expresa y concreta que nos garantice el acceso a esta información como a cualquier otro consumidor.
En Catalunya, la ACIC [ver abajo] conseguimos que la Ley de Accesibilidad de 2014 y la Ley de Consumo de 2010 así lo reconozcan, y estamos a la espera de que el futuro Código de Accesibilidad, reglamento que desarrollará la citada ley de accesibilidad, avance en la regulación del etiquetado accesible en braille de estos productos de consumo. Será la primera vez en el Estado español que se regule el asunto.
También debe avanzarse en la identificación en braille de carnés y tarjetas de uso común, (bancarias, etc). En el Estado español y en Catalunya, a impulso de la ACIC, hemos logrado que la tarjeta sanitaria y la tarjeta de discapacidad incorporen el braille a solicitud, pero hay que continuar.
El braille ha servido también para garantizar el ejercicio secreto del voto a las personas ciegas desde 2008, si bien todavía no se aplica en todos los comicios y modos de votación. Falta su implementación en las elecciones municipales, en el procedimiento de voto por correo, y en el procedimiento de voto de las personas ciegas residentes en el extranjero. Desde la ACIC, como promotores de esta reivindicación, seguiremos insistiendo hasta su logro definitivo.
Testamento privado
El braille también garantiza nuestros derechos civiles.
Actualmente en Catalunya, se está ultimando una reforma del Código Civil propio, reivindicación auspiciada por la ACIC, desde que se reformara la legislación civil de Catalunya en 2010, que permitirá el uso del braille y de medios tecnológicos a fin de eliminar las vigentes discriminaciones de las personas con discapacidad sensorial en el otorgamiento de testamentos.
La reforma suprimirá por primera vez en el Estado Español la exigencia de otorgarlo en presencia de dos testigos que lean y conozcan el testamento para suplir la imposibilidad de leer o escribir del testador discapacitado, y eliminará la prohibición expresa de que las personas ciegas pudieran redactar un testamento cerrado permitiendo su redacción en braille. Cabe esperar que ello suponga la aceleración de la reforma de la legislación civil y notarial estatal en este campo, que está pendiente, aplicándose en toda el Estado español.
En definitiva, el braille es vital para nosotros, no sólo como alfabeto que nos permite leer, escribir y aprender, sino como elemento garante de nuestros derechos, de la igualdad de que tanto se habla.
Por eso, ¡hoy las y los ciegos del mundo debemos celebrarlo y estar de enhorabuena!
José Ángel Carrey Torralba es activista destacado de ACIC, la Asociación Catalana para la Integración del Ciego. Publicó este texto en su muro de Facebook, inicialmente en 2019 y de nuevo en 2022. Lo ha cedido para su publicación aquí.
Según consta en su web: “Asociación Catalana para la Integración del Ciego es una pequeña agrupación de personas, ciegas o no, que estamos interesados en trabajar en aspectos relacionados con la integración de las personas con discapacidad visual en el conjunto de la sociedad. Nuestro ámbito de actuación es Catalunya.”