Isabel Ringrose
Miles de trabajadores y trabajadoras enfadadas y mal pagadas de Estados Unidos están contraatacando. Pero, ¿cuál es la causa del creciente nivel de lucha?
Un aumento de las huelgas en Estados Unidos ha llevado a que el pasado mes de octubre se le llamara #Striketober. Este año se han producido al menos 185 huelgas importantes, y alrededor de 40 en octubre.
Esto equivale a más de 100.000 personas trabajadoras haciendo huelga, amenazando con hacerla o votando a su favor solo en octubre.
El aumento de la acción huelguista es muy bienvenido y parece realmente grande en comparación con lo anterior.
Es el resultado de un largo período de poca lucha de clases que ha estado salpicado por avances ocasionales.
Pandemia
La revuelta de las y los profesores en 2018 fue un ejemplo. Las huelgas durante la primera parte de la pandemia del coronavirus fueron otro.
Una razón por la que se están produciendo más huelgas ahora, es porque las y los trabajadores están enfadados porque solo han recibido bajos salarios y pésimas condiciones después de arriesgar sus vidas durante la Covid-19.
Y las personas trabajadoras reconocen la importancia de luchar durante la escasez de mano de obra, especialmente cuando los beneficios de los empresarios se han disparado en los últimos 20 meses. Y en algunos casos, los trabajadores también están rechazando los consejos de sus dirigentes sindicales.
En septiembre, 10.100 trabajadores y trabajadoras de la empresa de maquinaria agrícola John Deere, de Iowa, Illinois, Colorado, Georgia y Kansas votaron, en un 99%, a favor de las huelgas.
Su sindicato, United Auto Workers, se reunió con la dirección para pactar un acuerdo terrible que hubiera dado un aumento de tan solo el 5%, seguido de aumentos salariales del 3% en 2023 y 2025.
El acuerdo también suponía la implementación de un sistema de pensiones de dos niveles, lo que significaría que los trabajadores más nuevos recibirían menos.
Los líderes sindicales dijeron que el acuerdo contenía “importantes logros económicos”, pero un 90% de los trabajadores votó en contra y el 14 de octubre se declararon en huelga.
Más de 1.400 trabajadores de Kellogg’s están en huelga en las plantas de Michigan, Nebraska, Pensilvania y Tennessee. Las y los trabajadores fueron obligados a trabajar 30 días seguidos en turnos de 12 y 16 horas.
Los recortes afectarán a la sanidad, las pensiones y las vacaciones. Las y los trabajadores también están luchando contra un sistema de dos niveles introducido en 2015 que hace que las y los nuevos empleados ganen casi 9,70 dólares menos por hora, con peor asistencia sanitaria y peores pensiones.
Unas 2.500 enfermeras y personal de Communications Workers of America también luchan en tres hospitales de Buffalo, Nueva York. Los trabajadores y las trabajadoras sufren agotamiento debido a la pandemia y se enfrentan a la escasez, la falta de apoyo y el empeoramiento de las condiciones laborales.
Alrededor de 1.100 mineros del carbón en Alabama han estado en huelga desde abril y 2.000 carpinteros en Washington desde mediados de septiembre. Al igual que 700 enfermeras en Massachusetts y 450 trabajadores siderúrgicos de Huntingdon, West Virginia.
Mientras tanto, 6.500 profesores y profesoras de la Universidad de California, así como las y los graduados de las universidades de Harvard, Columbia, y del estado de Illinois, amenazan con huelgas.
Más de 30.000 personas trabajadoras de la salud de Kaiser Permanente en California, Hawaii y Oregon también han amenazado con una huelga.
El número de huelgas y de personas trabajadoras involucrados en la acción puede dar confianza a otras para luchar.
Leyes represivas para tratar de contener la acción
Las huelgas se han comparado con una huelga general, o como una reedición de los años 40, cuando más de cinco millones de trabajadores y trabajadoras se declararon en huelga tras la Segunda Guerra Mundial.
Es muy positivo que la lucha y la confianza de las y los trabajadores para desafiar las órdenes sindicales esté aumentando.
Esto es especialmente importante tras la elección de Joe Biden, donde gran parte de la izquierda fue absorbida por su campaña de “vuelta a la normalidad”.
Pero las huelgas individuales de este año siguen siendo pequeñas y el número total de personas trabajadoras involucradas sigue siendo limitado.
Una de las huelgas más grandes de la historia de Estados Unidos ocurrió en 1959 cuando más de 500.000 trabajadores del acero hicieron huelga durante 116 días.
Una serie de huelgas en educación hizo que más de 485.000 trabajadoras y trabajadores se declarasen en huelga en 2018 y 425.500 en 2019.
La falta de lucha hoy en día se debe en parte a las represivas regulaciones laborales estadounidenses. Unos 28 estados han promulgado estas leyes de “derecho al trabajo”.
Prohíben a los sindicatos exigir a los no afiliados en un lugar de trabajo sindicalizado, que paguen cuotas por los beneficios que obtienen de la negociación colectiva.
Los empleadores también celebran reuniones antisindicales para disuadir a las y los trabajadores de sindicalizarse y pueden reemplazar permanentemente a los trabajadores en huelga.
La Cámara de Representantes aprobó la Ley de protección del derecho de sindicación para deshacer las leyes de derecho al trabajo. Esta ley haría ilegal reemplazar o discriminar a las y los trabajadores que participan en huelgas, así como contratar esquiroles o exigir que las y los trabajadores asistan a reuniones antisindicales.
Pero su éxito en el Senado puede ser limitado, por lo que los demócratas están tratando de incluir algunas de sus propuestas en la propuesta de ley “Build Back Better” (“Reconstruir mejor”) de Biden.
A pesar de las derrotas de los últimos años, decenas de miles de personas trabajadoras enojadas están recurriendo nuevamente a las huelgas para ganar derechos.
Aumenta la aprobación de los sindicatos
La afiliación sindical en Estados Unidos ha ido disminuyendo a lo largo de las últimas décadas.
Cayó a menos del 11% de las y los trabajadores estadounidenses empleados en 2020, frente al 20% en 1983 y al 35% en 1954.
Incluso a finales de los años 60, solo alrededor de un tercio de todas las personas trabajadoras estadounidenses estaban sindicadas.
El declive se debe en parte a las leyes antisindicales y a las medidas represivas de las empresas contra la sindicalización.
Pero también es el resultado de que los líderes sindicales se empeñan en hacer malos acuerdos y actúan como instrumentos de las empresas en el marco del movimiento obrero.
Desde 2002 hasta los últimos años, el número de días de huelga se ha mantenido cerca de mínimos históricos.
Sin embargo, el 68% de las y los estadounidenses aprueba ahora a los sindicatos, la proporción más alta desde 1965 según una encuesta de Gallup de agosto.
Esa tasa de apoyo sube a casi el 78% para las personas de 18 a 29 años.
Esto debe convertirse en actividad, no en una simple negociación de convenios.
Mirar más allá de Joe Biden
Para muchas y muchos trabajadores, confiar en las promesas vacías de los políticos no es suficiente tras el sufrimiento de los últimos 20 meses.
La negativa del presidente Biden a apoyar abiertamente las huelgas muestra de qué lado está realmente.
En lugar de decir que apoya las huelgas, Biden ha dicho que apoya el derecho de huelga de las y los trabajadores.
Añadió que no piensa involucrarse en ninguna de las disputas.
Las huelgas están contribuyendo a la escasez de mano de obra y las interrupciones de la cadena de suministro, lo que está provocando el caos para las empresas y los empresarios. Esto no es lo que quiere Biden.
Pero Biden tampoco puede manifestarse en contra de las luchas o dañar su imagen de presidente supuestamente progresista.
Isabel Ringrose es activista del Socialist Workers Party, nuestro grupo hermano en Gran Bretaña. Este artículo apareció en su periódico Socialist Worker