Suplemento especial: 15/12/2021
Siete pasos para derrotar a la extrema derecha
Los sindicatos y la extrema derecha
Anticapitalismo y la lucha contra el fascismo
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Siete pasos para derrotar a la extrema derecha:
Abundan en las redes las propuestas de “X pasos para resolver el problema Y”. No vemos ningún motivo para no utilizar este formato para hablar sobre cómo combatir el fascismo.
Pensemos, entonces, en algunos pasos que hay que dar para frenar a la extrema derecha.
El primer paso es reconocer que el problema existe. En tu ciudad, ¿hay monumentos o simbología fascistas? ¿Se han celebrado manifestaciones nazis? ¿Ha habido agresiones fascistas? ¿Existen grupos fascistas?
Si puedes responder, honestamente, que “No” a todas estas preguntas, y afirmar además que nadie en tu ciudad fomenta ideas xenófobas, antisemitas o islamófobas, entonces, puedes pasar de este texto, no lo necesitas (y ¡dinos dónde está esa ciudad tan afortunada!). Si la respuesta es que sí, sigue leyendo, hay que dar más pasos.
El segundo paso supone estar dispuesto o dispuesta a romper con los tópicos respecto al problema. Puedes decir, “no les demos importancia; no hagamos nada; seguro que los fascistas desaparecerán”.
Por muchas “teorías” y palabrería con la que se envuelva el argumento, es una respuesta superficial y, como vamos a demostrar, equivocada.
Alternativamente, puedes hurgar en el fondo de un viejo armario, desempolvar unas banderas antifa y capuchas, e intentar unir a la tropa radical para presentar pelea ante los fascistas. Esta respuesta demuestra más espíritu que la primera, pero tampoco suele funcionar.
Si el problema son solo 4 chavales fachas sin proyecto, puede ser efectiva, pero la verdad es que en este caso la primera opción también serviría.
Amenaza
Ante una amenaza fascista real y creciente, ni la inacción ni una acción limitada a los radicales habituales es suficiente. Hay que abrirse a otras opciones; aquí tienes el segundo paso.
Si queremos responder de manera efectiva, debemos analizar seriamente la situación real. Esto viene a ser el tercer paso.
La ultraderecha crece por casi toda Europa. Gobierna en Polonia y Hungría donde además la segunda fuerza, Jobbik, es otro partido ultra.
En Francia, el Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen ganó las elecciones europeas de 2019 y pasó a la segunda vuelta de las presidenciales de 2017 obteniendo más de 10 millones de votos.
En Suecia, el fascismo trajeado de los Demócratas de Suecia es la tercera fuerza parlamentaria con 62 escaños.
Los partidos de extrema derecha son la segunda fuerza más votada en las últimas elecciones legislativas celebradas en Finlandia, Italia, Dinamarca y Países Bajos y la tercera en Estonia, Alemania, Suecia y Austria.
Con la entrada de la Alianza para la Unión de Rumanos y de Chega en los Parlamentos de Rumanía y Portugal, solo 4 países se libran de esta peste parda.
Estos son solo unos ejemplos y cada día hay más. Mirad, por ejemplo, la ultraderecha en Polonia o Hungría capaces de movilizar en la calle a miles de personas o de impulsar campañas de recortes de derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI+.
Hoja de ruta
Austria y Francia, donde la extrema derecha lleva años imponiendo la hoja de ruta del debate político, lo que ha provocado un repunte del antisemitismo y la islamofobia. Alemania, donde se producen 10 ataques al día en centros de acogida de personas refugiadas o las agresiones y asesinatos de gitanos en Hungría, Bulgaria y República Checa.
El fascismo no es un problema meramente local de unos chavales ultras; como hemos visto sus redes se extienden desde las calles hasta los parlamentos de casi toda Europa y también en las redes sociales.
El fascismo se ha convertido en tendencia mayoritaria en esas redes sociales. A mediados del año pasado Matteo Salvini contaba con más de 2,2 millones de seguidores en Instagram, Bolsonaro 17,1 millones y Abascal 700.000.
El cuarto paso es menos deprimente. Se trata de aprender de donde sí se ha logrado frenar a la extrema derecha.
En Gran Bretaña, la situación es algo diferente a la del resto de Europa. En los años 70 el Frente Nacional británico (NF) llegó a ser una grave amenaza. Para combatirlo, a principios de 1978 se creó la Anti Nazi League (Liga Anti Nazi, ANL).
Ésta abarcó desde la izquierda radical hasta diputados laboristas, sindicatos, organizaciones de migrantes… y tuvo un movimiento hermano cultural muy importante, Rock Against Racism. Mediante manifestaciones, conciertos, millones de pegatinas, octavillas, chapas, carteles… y más manifestaciones, se derrotó al NF a principios de los 80.
Compleja
Un sector del NF se reorganizó en los 90 como el British National Party (BNP), pero éste también cayó ante una campaña unitaria. En la primera década de los 2000, en una situación ya más compleja, el BNP volvió a crecer, llegando a tener medio centenar de concejales y dos eurodiputados.
Esta vez le hizo frente un movimiento aún más amplio, Unite Against Fascism (UAF), producto de la fusión de la ANL con otra red antirracista. Tras una larga lucha, UAF logró debilitar al BNP y logró también romper el movimiento hooligan fascista, English Defence League.
Con la derrota (parcial, temporal, como siempre) del fascismo, el partido xenófobo UKIP intentó hacerse un hueco. Tuvo bastante éxito, pero también cayó ante la oposición unitaria, organizada ahora bajo el nombre de Stand up to Racism, (“En pie contra el racismo”). Hace varios años que UKIP sufre una crisis crónica.
La lección es clara. Nadie ha oído hablar del NF británico, mientras que el RN (antiguo FN francés) que no ha tenido que enfrentarse a una lucha unitaria parecida, es casi la primera fuerza política de su país.
Incluso en Grecia, la derrota de Amanecer Dorado y la detención de sus líderes no hubiese sido posible sin el trabajo de KEERFA, el movimiento unitario contra el fascismo.
Sus movilizaciones tras el asesinato de Pavlos Fyssas fueron un factor clave para obligar al Estado a juzgar al partido nazi.
Ahora Amanecer Dorado tiene a 39 de sus líderes en prisión y está casi ausente en las calles, a la vez que las protestas locales han conseguido cerrar sus oficinas municipio tras municipio.
Liquidó
En el Estado español, hasta hace poco la extrema derecha tenía éxito electoral solo en Catalunya, donde Plataforma per Catalunya (PxC) consiguió 67 concejalías en mayo de 2011.
Desde entonces, y gracias a la lucha unitaria impulsada por Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR), fue perdiendo votos y militantes, quedando su representación reducida a 8 concejales en mayo de 2015. Tras unos años en crisis, PxC se liquidó.
Una victoria añadida en 2015 fue el cierre del centro neonazi “Tramuntana”, establecido por gente de PxC, en el distrito barcelonés de Sant Martí.
Fue un éxito de la campaña unitaria vecinal liderada por el grupo local de UCFR, cuyo último paso fue la publicación de 10.000 ejemplares de un periódico dedicado a desenmascarar al centro.
El ascenso de VOX
En las elecciones municipales de 2015 VOX consiguió 22 concejales y 2 alcaldías en todo el Estado español. Pero fueron los 12 escaños logrados en las elecciones Autonómicas andaluzas del 2 de diciembre de 2018, los que hicieron que recibiera una cobertura mediática desproporcionada para su tamaño. Esto provoca que otros partidos copien poco a poco elementos de su discurso.
Esta presencia permanente en los medios ayuda a explicar por qué este partido de extrema derecha pudo obtener 4 meses después, en las elecciones generales 24 diputados y 6 meses después 52. Y aun así muchas personas apoyan a VOX sin saber realmente qué representa.
¿Renovación o vivir del cuento?
VOX declara en su web que “nunca hemos vivido de la política” y promete “renovación”. Es mentira.
Santiago Abascal, presidente de VOX, militó en el Partido Popular durante 19 años, cinco de ellos como diputado autonómico. Tras perder su escaño, se dedicó a una fundación subvencionada por el Gobierno de Esperanza Aguirre. Luego Aguirre colocó a Abascal en un puesto autonómico donde cobró, entre 2011 y 2013, un sueldo público superior al del Presidente del Gobierno.
VOX: Extrema derecha racista
El racismo es un elemento clave de su programa. Proponen la expulsión masiva de personas extranjeras. Hablamos de gente de nuestros barrios, personas con las que trabajamos y convivimos en el campo, fábricas, escuelas, hospitales, etc.
Gente que para Santiago Abascal son “manadas de inmigrantes violadores” que viven en barrios que otra diputada de VOX calificó como “estercoleros multiculturales”.
Al criminalizar a la gente migrada, VOX intenta desviar la atención de quienes sí tienen la culpa de la falta de trabajo, vivienda y servicios sociales.
Mucha gente al terminar la guerra civil tuvo que huir de la represión franquista y de la pobreza. ¿Habría sido justo que países como Alemania o México les negaran la entrada, o los expulsaran?
VOX propone la derogación inmediata de la Ley de Memoria Histórica para eliminar la oportunidad de prohibir el enaltecimiento del franquismo y de exhumar a sus víctimas de las fosas comunes.
Comprensible si tenemos en cuenta que alberga a militantes procedentes de grupúsculos neonazis y a periodistas e historiadores revisionistas que hacen una lectura ideológica de la historia que apoya a movimientos involucionistas como el propio VOX.
Dinero para los ricos
El Estado español es el tercer país más desigual de toda la UE; el 1% más rico tiene la cuarta parte de la riqueza. ¿Qué propone VOX ante esta situación? Quiere reducir los impuestos a los ricos y a las grandes empresas.
Lo cierto es que no sería fácil responder tan categóricamente a estas preguntas porque el programa económico de VOX está lleno de errores y contradicciones al haber optado por camuflar sus propuestas más neoliberales como el abaratamiento del despido, retrasar la edad de jubilación o la limitación del derecho a la huelga.
Así el programa económico/fiscal original de casi 130 páginas ha quedado reducid0 a menos de 20. Es el resultado de pasar del proteccionismo al neoliberalismo y viceversa según las necesidades electorales.
Vivienda y educación
Para VOX la construcción es un sector clave de la economía pero demasiado rígido. Por eso propone flexibilizar las normas urbanísticas, reducir plazos y mejorar los trámites, eso sí evitando la adopción de medidas sobre viviendas vacías que supongan un menoscabo del derecho de propiedad.
Una proposición que sin duda aplaudirá alguna de sus diputadas acostumbradas a construir viviendas en suelo industrial sin permiso de habitabilidad.
Pero si hay un tema que los dirigentes de VOX conocen es este: el matrimonio Monasterio/Espinosa de los Monteros viven en una humilde casa de 545 metros cuadrados, 4 plantas con piscina, solarium y gimnasio valorada en tres millones de euros. A lo que hay que añadir otros 4 inmuebles y un local comercial.
Partiendo de estos hechos parece lógico que ante la falta de vivienda asequible la solución de VOX sea “liberalizar el suelo”. Es decir, dejar todo en las manos del mercado, lo que solo ayuda a los especuladores.
En educación, proponen un “cheque escolar”, es decir, subvencionar la escuela privada con dinero público. Un ataque directo contra el sistema público de educación.
Machismo puro y duro
Gilipollas, bruja… son algunos de los adjetivos con los que los diputados de VOX reciben en el Congreso las intervenciones de las ministras.
Pero los insultos no son prerrogativa del sector masculino del partido. Una periodista de VOX acusó a las mujeres que se manifiestan el 8M de no ducharse y otra militante dijo apoyar una contramanifestación del 8M con el slogan “No soy feminista. Quiero ser femenina”.
La violencia machista crece en el Estado español con 36 víctimas mortales oficiales en lo que va de año. VOX alega que hay muchas denuncias falsas, pero estas suponen solo el 0,01%.
Ante esta alarmante situación VOX propone derogar la ley de violencia de género. Si lo consiguen, lo harán aún más difícil para que las que sufren esta violencia obtengan justicia.
También hay un auge de ataques contra la gente LGTBI+. En vez de buscar maneras de combatir esta discriminación, las medidas que propone VOX la aumentarían.
Dime con quién andas…
VOX celebra abiertamente sus relaciones con Marine Le Pen, del partido fascista Rassemblement National y con Matteo Salvini, presidente de la Lega, un partido ultra italiano con un largo historial de violencia y que abandona a gente refugiada para que muera en el mar.
El crecimiento de VOX hace girar toda la política institucional más a la derecha. Aún más peligroso, VOX abona el terreno para el fascismo en toda regla.
Millones de personas sufrieron bajo la dictadura franquista durante décadas: cientos de miles de personas fueron ejecutadas. Hay demasiadas cosas de VOX que nos hacen recordar aquella terrible época. Hay que gritar alto y claro: ¡Nunca más!
Debemos movilizarnos en todas partes para defender la democracia y la convivencia contra esta nueva amenaza de la extrema derecha.
El antifascismo del 99%
El modelo unitario es el de un antifascismo del 99%. La enorme mayoría de la población estamos en contra del fascismo y podemos organizar luchas unitarias y efectivas.
La clave es no exigir como precondición que todo el mundo se someta a las ideas de la izquierda radical, respecto a la cuestión nacional, el aborto, Palestina, etc. Por supuesto, las personas anticapitalistas no abandonamos nuestras ideas al participar en un movimiento unitario… pero tampoco podemos obligar a la gente que apoya al PSOE u otras opciones a hacerlo.
Simplemente, debemos unirnos en lo que compartimos, en nuestra oposición al fascismo. Si logramos hacerlo, seremos más fuertes para impulsar otras luchas y otros movimientos unitarios.
Así que el cuarto paso, larguito digamos, se podría resumir así: hay que plantearse aplicar lo que ha funcionado frente al fascismo; la lucha unitaria.
Por esto, los pasos cinco, seis y siete son los más breves de explicar, y los que más trabajo implican.
Hay que comentar todo esto con (por decir un número) tres diferentes personas: mediante un WhatsApp o mejor por teléfono; mejor aun quedando para tomar un café.
Estos son los pasos decisivos; empezar a tejer una red de oposición al fascismo que vaya más allá de las personas de siempre, y mucho más allá de la izquierda radical.
Para derrotar al fascismo debemos hacer valer el poder del 99% de la población que sería la que sufriría de llegar al poder los nazis. Y la construcción de ese 99% pasa por hablar con las tres personas que representen para ti los últimos tres pasos.
Los sindicatos y la extrema derecha
El asalto, el pasado 9 de octubre, al local del sindicato italiano CGIL por parte de un grupo de neofascistas, coordinado con un ataque a su web, ha hecho saltar las alarmas en el mundo sindical.
Este ataque recuerda los tiempos del escuadrismo, los violentos ataques del fascismo italiano contra los sindicatos y las Cámaras de trabajo entre 1920 y 1922 que causaron apaleamientos y muertes de sindicalistas. Solo en los 5 primeros meses de 1921 las escuadras de acción causaron más de 200 muertos y 800 heridos.
Pero ahora mismo el problema no es realmente la violencia sino cómo, poco a poco, en algunos países la extrema derecha va teniendo más eco entre la clase trabajadora.
Votar a la extrema derecha es una realidad en el mundo sindical francés y buena muestra de ello es que el partido de Marine Le Pen ha ido poco a poco conquistando los antiguos feudos del Partido Comunista tanto a nivel electoral como sindical.
Fracasado su primer intento en los 90 de crear estructuras sindicales propias, decidió hacer entrismo y reclamaron ser los herederos de las grandes figuras del sindicalismo francés. El resultado fue todo un éxito y la CGT francesa tuvo que expulsar a algunas secciones sindicales enteras por apoyar a compañeros que se presentaban en las listas de la ultraderecha.
La terrible experiencia le sirvió al sindicato para tomarse en serio la presencia de miembros de la extrema derecha en la organización. Se elaboró un documento para la afiliación, “El Frente Nacional o la impostura social”, se organizaron varias jornadas anti-FN y se creó una comisión interna encargada de detectar cualquier movimiento de la extrema derecha en las estructuras del sindicato.
Lo que está claro es que el Rassemblement National ya ha ganado la batalla cultural. Hoy la mayoría de los partidos y algunas organizaciones sindicales han decidido luchar en su terreno: la inseguridad y la migración.
Pero el avance de la extrema derecha se veía venir y se materializa sin que haya respuesta.
Según el instituto de sondeos Harris Interactive, en las elecciones europeas de 2019 el partido de Marine Le Pen ganó en dos sindicatos. Primero en Force Ouvrière (31%) y en UNSA (20%). El primero no causa sorpresa pues algunos miembros de su ejecutiva habían mostrado su simpatía por el RN, pero el segundo sí, por ser afín a los socialistas.
Dos años después, el pasado mes de mayo, los secretarios generales de UNAS Salud y UNAS Industria y Servicios anunciaron que eran candidatos en las listas del RN de Le Pen. Fueron expulsados porque según el sindicato el RN es un partido empresarial, malversador e impulsado por el odio. Lo han descubierto demasiado tarde.
La buena noticia es que desde finales de 2020 han comenzado a surgir propuestas de movimientos unitarios.
Laurent Joly, un activista de Toulouse, ha puesto en marcha una coordinadora unitaria que reúne a asociaciones, sindicatos, ecologistas… La convocatoria propone salir tanto de los “enfoques electorales” como de la guerrilla militarista.
Una propuesta similar de coordinación que sirva de puente para las iniciativas antifascistas en toda Francia es la impulsada por el sindicato Solidaires.
Fascistas en la industria automotriz
En ocasiones la creación de estructuras sindicales propias les da buenos resultados a los fascistas. Este es el caso de Alemania.
En el mismo año de su despegue electoral Alternativa para Alemania (AfD) crea ¡Alarma! que se define como “una asociación alternativa de empleados”.
Otro sindicato ultraderechista es Zentrum Automobil creado por un neonazi y que cuenta con más del 13% de apoyo en fábricas como Daimler. En total tiene 11 delegados en tres comités de empresa y ha creado grupos de trabajo sindical en BMV. En algunos centros de trabajo cerca de 200 personas se postularon para ir en las listas de Zentrum.
Un caso similar es Portugal con la creación del Sindicato Nacional de Conductores de Materiales Peligrosos que convocó una huelga que coincidió sospechosamente con un encuentro en Lisboa de partidos de extrema derecha.
Lo que sí está claro es que en aquellos lugares como Grecia, Gran Bretaña o Catalunya, en los que plataformas unitarias han conseguido involucrar desde el primer momento a las organizaciones sindicales, este tipo de problemas son irrelevantes o no existen.
Así TUC (Trades Union Congress), federación de sindicatos en Inglaterra y Gales con 5,5 millones de afiliados, colabora habitualmente con la plataforma antirracista y antifascista Stand up to Racism.
Los sindicatos deben impulsar la lucha contra la extrema derecha
La desigualdad social, la precariedad y el desmantelamiento de los servicios públicos por las políticas neoliberales, provoca inseguridad, descontento y miedo, especialmente en el mundo laboral.
Éste es un caldo de cultivo ideal para los sentimientos racistas.
Los sindicatos tienen que desempeñar un papel fundamental para abordar los temas de los que saca partido la extrema derecha.
La gente de ingresos bajos y con un nivel inferior de formación tiene miedo de perder sus puestos de trabajo, vivienda y nivel educativo a causa de las personas migrantes.
Los partidos de extrema derecha son expertos en reflejar las preocupaciones y dificultades de la gente. Las supuestas amenazas se interpretan de manera sesgada y luego se exageran espectacularmente.
Sobre los sindicatos recae la responsabilidad de hacer frente a la extrema derecha y dejar de verla como si fueran gente chalada irrelevante. Hay que tomárselos en serio como una amenaza muy grave y adoptar una serie de medidas.
En primer lugar, deben reafirmar que son organizaciones que tienen como objetivo proteger los intereses de las y los trabajadores y, como tales, tienen que abordar los problemas económicos y sociales provocados por la modernización y la globalización.
No hay que ceder a la extrema derecha la crítica hacia el capitalismo y la globalización.
Solidaridad
En segundo lugar, dejar claro a su afiliación que el sistema de protección social no se puede lograr con medidas reaccionarias e inhumanas, como la exclusión racista, sino únicamente con políticas basadas en la solidaridad.
Por último, el compromiso de los sindicatos debería ampliarse a una aplicación de medidas específicas contra racismo y el fascismo como:
- La participación en plataformas unitarias y en redes sociales de base amplia contra las tendencias derechistas.
- La participación en actividades ciudadanas, por ejemplo, contra las manifestaciones de la extrema derecha.
- La difusión de todo tipo de información y campañas contra la extrema derecha (carteles, folletos, publicaciones, cartas abiertas, casetas de información, exposiciones…).
Si pensamos que una estructura sindical como la Confederación Europea de Sindicatos (CES) está formada por 89 centrales sindicales nacionales de 39 países y cuenta con un total de más de 60 millones de miembros, la adopción de medidas como las propuestas supondría un paso de gigante en la lucha contra la extrema derecha.
Anticapitalismo y la lucha contra el fascismo
La lucha contra el fascismo es esencial y urgente, pero tiene sus limitaciones.
En última instancia, el capitalismo produce fascismo, de la misma manera que produce guerras y gases invernadero; está en su naturaleza.
Mientras exista el sistema actual, existirán —en mayor o menor grado— racismo, LGTBIfobia, machismo y la amenaza fascista.
Así que, además de combatir el fascismo y el racismo, también debemos luchar contra el capitalismo: por esto construimos la red Marx21.
Sin embargo, según la visión del “antifascismo” típica en la izquierda radical, todas aquellas personas que no comparten cierta visión anticapitalista, y ciertas tácticas centradas en la lucha física en la calle, quedan excluidas de la lucha contra el fascismo.
Lucha unitaria
En Marx21, y en la corriente socialismo internacional de la que formamos parte (la IST en sus siglas en inglés), trabajamos en la construcción de movimientos unitarios contra el fascismo y el racismo, que incluyan a la gente corriente, y sus organizaciones, mucho más allá de la izquierda radical.
Ésta es la estrategia explicada arriba, una estrategia que ha demostrado, vez tras vez, su efectividad.
El problema es que muy pocos sectores de la izquierda radical comparten esta visión de lucha unitaria. En la lucha contra el fascismo, por ejemplo, puesto que en última instancia tendremos que acabar con el capitalismo, muchos activistas se niegan a colaborar en el día a día con otras personas que no comparten toda su visión política.
Es como si dijeran que quieren luchar por la liberación de las mujeres, mientras intentan excluir de esta lucha a la mayoría de las mujeres del mundo (dado que la mayoría no se declaran anticapitalistas).
O si exigiesen que una manifestación contra la guerra se limitara a las personas que aceptaran un programa político determinado.
Socialismo desde abajo
En Marx21, y en nuestros grupos hermanos en diferentes partes del mundo, no vemos contradicción alguna en estar por el socialismo desde abajo y la derrota del capitalismo, a la vez que ayudamos a impulsar luchas urgentes por demandas concretas, junto con personas y fuerzas más diversas.
El problema es que somos pocas personas, frente a las presiones de la política institucional, por un lado, y el sectarismo, por el otro.
Así que si estás de acuerdo con las ideas expresadas en esta publicación acerca de la necesidad de hacer frente común contra el fascismo y el racismo… pero también ves la necesidad de acabar con el sistema capitalista que está destrozando el planeta, ¡únete a Marx21!
¿Te gusta lo que decimos?
Marx21 es una red de activistas que colectivamente se forma, debate y participa en las luchas concretas, defendiendo las ideas marxistas dentro de las mismas.