ES CA

Dalton Liebknecht

El 11 de julio de 2021 Cuba vivió una jornada inédita en su historia más reciente. Por primera vez desde que triunfó la revolución cubana se registraron manifestaciones simultáneas en varios puntos de la isla con exigencias al gobierno cubano. Estas movilizaciones, por su contexto, masividad, ubicación geográfica y protagonistas, marcaron distancias no solo del suceso de agosto de 1994 conocido como Maleconazo sino también de las protestas de un grupo de intelectuales frente al Ministerio de Cultura en noviembre del año pasado, articulado después en el Movimiento 27N, y difiere también de las expresiones disidentes del Movimiento San Isidro.

La principal causa de las protestas fue el descontento generalizado por la terrible escasez provocada por la crisis económica derivada de la situación sanitaria mundial, las sanciones económicas impuestas y mantenidas aún en contexto de la Covid-19 por parte de Estados Unidos y la ineficaz gestión burocrática estatal para resolver muchos problemas. Apagones del servicio eléctrico, falta de medicinas, alimentos y colapso del sistema de salud fueron factores detonantes de estas movilizaciones.

A estos factores objetivos se le suma la promoción y la incitación a la protesta desde los círculos más reaccionarios de la derecha de Miami, que desplegaron una campaña en las redes sociales que exacerbó el disgusto de miles de cubanos.

Al analizar lo ocurrido ese día en Cuba se deben tener en cuenta los problemas objetivos existentes en la isla y los que atañen al gobierno cubano, pero sería injusto no hablar del discurso extremista de algunos y de las fake news difundidas en las redes sociales.

Contrario a lo que el discurso oficialista ha planteado siempre, las manifestaciones del 11J no tuvieron como protagonistas a cubanos relacionados con organizaciones políticas vinculadas a EEUU: no fueron pequeños grupos alentados por la extrema derecha de Miami. En este caso el presidente cubano tuvo que reconocer que existieron algunas demandas legítimas y se refirió a la existencia de un grupo de “revolucionarios confundidos”.

Las protestas se caracterizaron por una pluralidad que da una estocada a la narrativa del gobierno de que fueron todos “pagados por el imperio” y a la de la oposición de que fueron todos cubanos pidiendo capitalismo. En las calles cubanas ese día protestaron activistas LGBTIQ, activistas afrocubanos, jóvenes estudiantes, y miembros de la nueva izquierda revolucionaria cubana.

Gritos de ¡Libertad!, ¡Patria y Vida! impulsados por la derecha, junto con ofensas al presidente cubano, se escucharon entre las y los manifestantes, pero también se escucharon demandas legítimas de ciudadanos a los que ya no les bastaba el discurso del gobierno y a los que el “socialismo” cubano les tenía poco que ofrecer. Resulta difícil establecer una versión única de lo que ocurrió ese día en Cuba, existió la protesta pacífica pero también la violenta contra tiendas e instituciones públicas, así como también existió represión policial y detenciones injustificadas.

Reacciones

Luego de lo ocurrido el 11J, conviene analizar qué es lo que ha hecho el gobierno cubano desde entonces.

En primera instancia comenzaron una serie de alocuciones televisivas de miembros del gabinete para explicar ciertas problemáticas a la población: son explicaciones que llegaron tardíamente, cuando el daño ya estaba hecho, y que no resuelven las carencias.

En cuanto al problema de la escasez de medicamentos, alimentos y aseo, el gobierno autorizó excepcionalmente hasta el 31 de diciembre de este año la importación de estos sin límite de valor y libre de pago de aranceles. Si bien es una medida positiva, no resuelve el tema de raíz y solo contribuye a paliar temporalmente y en algún grado estos problemas.

Además, se actualizaron las normativas para la distribución de alimentos al flexibilizar la entrega de la “Tarjeta de abastecimiento”, mecanismo existente en Cuba para la distribución de alimentos. Se orientó en este sentido la entrega de dicha tarjeta a familias que no la tenían por residir en municipios diferentes a los que estaban registrados.

En cuanto a la economía se habló de eliminar la obligación del uso de la nueva escala salarial, mecanismo para asignar salarios que acompañó a la malograda Tarea Ordenamiento (el programa de aumentos de precios y recortes de subvenciones aplicado a inicios de 2021).

La medida de mayor significación en el ámbito económico tomada por el gobierno fue la aprobación de PYMES, una apertura al sector privado en la que muchos economistas y cubanos en general depositan las esperanzas de la tan esperada liberación de las fuerzas productivas y el consecuente crecimiento económico. Con la creación de negocios privados, aún con trabas, se espera la creación de empleos y el aumento de bienes y servicios. Esta medida otorga grados de empoderamiento y autonomía a la sociedad, pero potencia el fortalecimiento del incipiente sector capitalista privado cubano y trae aparejado el peligro del aumento de la brecha social si tenemos en cuenta que la gran mayoría de cubanos no tienen capital para invertir en negocios, solo les queda la opción de emplearse en estos emprendimientos privados y esperar un mejor salario que el que el Estado ofrece. Aún Cuba no cuenta con leyes de protección laboral para trabajadores del sector privado.

En tanto, la situación sanitaria ha tenido una ligera mejoría, pero aún persiste la escasez de medicamentos y el colapso sanitario en muchos municipios. Se ha recibido ayuda humanitaria de varios países y organizaciones de solidaridad con medicinas, insumos médicos y jeringuillas para la campaña de vacunación. Precisamente la vacunación masiva, tras el retraso y el incumplimiento del cronograma inicial, constituye la principal arma exitosa contra la pandemia. En cuanto al déficit de medicamentos, la entidad BioCubaFarma precisó que ya se tienen los insumos necesarios para una gradual recuperación de la oferta en farmacias.

La inseguridad alimentaria persiste, se han tomado medidas que consisten en modificar las maneras de comercialización de productos y la eliminación de trabas, medidas que aún no surten efectos palpables. Quizás la medida de mayor importancia es la creación del Banco de Fomento Agrícola, que tiene como objetivo principal potenciar la producción de alimentos y en la cual, mediante el presupuesto del Estado, se destinan fondos para priorizar programas de desarrollo agropecuario. La transformación integral del campo cubano sigue a la espera mientras el énfasis de las inversiones se centra en programas de desarrollo turístico.

Poco más de un mes tras el 11J las autoridades publicaron una serie de regulaciones —el “Decreto 35”— que tipifican por primera vez lo que consideran delitos cibernéticos que pueden estar sujetos a una acción penal. Expertos en regulación de Internet y organizaciones de derechos humanos han levantado sus voces ante lo que consideran medidas tendientes a eliminar el debate público. Se trata de combatir la desinformación dañina, el lenguaje de odio y las noticias falsas, pero también parece tener una especie de matriz ideológica a la hora de referirse a la “difamación con impacto en el prestigio del país”.

Desde el 11J el gobierno cubano no ha tomado medidas que empoderen a los de abajo. Más bien pone rumbo hacia una copia del modelo chino y vietnamita, quizás un capitalismo de Estado más eficiente. Abre las puertas a un floreciente capitalismo nacional y mantiene inmóvil al aparato burocrático.

La nueva izquierda cubana debe articularse y cumplir su papel en defensa de los de abajo, debe ponerse a su lado y defenderlos del imperialismo y de la maquinaria burocrática de un llamado Partido “Comunista”.


Dalton Liebknecht es un marxista revolucionario en Cuba.

Foto: Una cola para pollo en Mayarí, en el este de Cuba.