David Glanz
El nuevo acuerdo militar de la Coalición de Australia con Estados Unidos y Gran Bretaña, conocido como AUKUS, supone un gran paso hacia la guerra con China.
El acuerdo hará que Australia se convierta en el segundo aliado, después de Gran Bretaña, en obtener acceso a la tecnología de submarinos de propulsión nuclear de Estados Unidos. Actualmente, solo seis países cuentan con submarinos de propulsión nuclear y todos tienen centrales nucleares y armas nucleares.
Australia construirá en Adelaida una flota de al menos ocho submarinos diseñados por Estados Unidos para reemplazar la clase Collins, actualmente en uso, rompiendo su trato con Francia para construir sus submarinos a diésel.
AUKUS abarca mucho más, como el uso de inteligencia artificial, las tecnologías cuánticas y la tecnología cibernética.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, declaró que “el entorno relativamente benigno del que hemos disfrutado durante muchas décadas en nuestra región, ha quedado atrás. Hemos entrado, sin duda, en una nueva era.”
Si bien no nombró a ningún enemigo común, todos sabían a quién se refería.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había justificado la retirada de la guerra imperialista que duró 20 años en Afganistán para centrarse en la amenaza que supone China en el dominio de EEUU en el Pacífico occidental.
Ahora, pocas semanas después de que sus tropas abandonaran Kabul, Morrison, Biden y el primer ministro británico Boris Johnson compartieron escenario para preparar el próximo conflicto.
Vergonzosamente, el líder del ALP (partido laborista australiano equivalente al PSOE en el Estado español), Anthony Albanese, no dudó en ofrecer el apoyo de su partido a la alianza AUKUS.
Plataformas
Morrison presentó el nuevo pacto como una forma de garantizar la seguridad de los australianos. Pero los submarinos de propulsión nuclear están diseñados para hacer la guerra mucho más atractiva.
Pueden llevar más armas, permanecer mucho más tiempo patrullando bajo el agua y son mucho más difíciles de detectar que los submarinos convencionales, por lo que son plataformas ideales para lanzar ataques repentinos con misiles.
Tal y como informa The Economist: “El Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, un think-tank estadounidense, calcula que mientras que un submarino eléctrico diésel que zarpase desde Perth, podría permanecer ‘de misión’ durante 11 días en el Mar de China Meridional, un submarino nuclear podría hacerlo durante más de dos meses. Las nuevas naves propuestas proporcionarán, por tanto, ‘un verdadero… poder de ataque’, afirma Malcolm Davis, del Instituto Australiano de Política Estratégica, ‘que es lo que necesitamos para disuadir y responder a un desafío creciente del PLA [Ejército Popular de Liberación] de China’.”
La propulsión nuclear también trae consigo una serie de nuevos problemas para Australia, que implican el manejo de materiales radiactivos y su eliminación final.
Como señala acertadamente el líder del Partido Verde, Adam Bandt, esto “pondrá Chernobyls flotantes en el corazón de las ciudades australianas”.
Si bien Morrison dice que no habrá armas nucleares, el combustible de los reactores de los submarinos podría ser reutilizado para otros fines. El tratado de no proliferación nuclear permite a los signatarios que no poseen armas nucleares, como Australia, excluir el material nuclear de la supervisión internacional formal si se trata de un submarino.
The Economist señala que “el uranio enriquecido en los submarinos, sin embargo, es el mismo que se usa en una bomba. Y lo que es peor, el combustible utilizado en los submarinos británicos y estadounidenses está enriquecido a niveles especialmente altos.”
Todo esto tendrá un coste desorbitado. Los submarinos franceses abandonados iban a costar 90.000 millones de dólares australianos (56.000 millones de euros), además de gastos de mantenimiento, y es probable que las versiones de propulsión nuclear sean mucho más caras.
Morrison describe esto como una victoria para el empleo, pero dedicar ese dinero a un cambio rápido hacia la energía 100% renovable de propiedad pública, crearía al menos 130.000 empleos verdes en 10 años, aprovechando muchas de las habilidades que los trabajadores de los astilleros ya tienen.
Bases
El anuncio de AUKUS se produce justo antes de la primera cumbre de líderes del Quad, la alianza entre Estados Unidos, Australia, Japón e India, el 24 de septiembre.
Es una señal de la creciente determinación de Biden de rodear e intimidar a los dirigentes chinos.
AUKUS integra a Australia aún más estrechamente en el sistema de guerra de Estados Unidos.
Australia ya alberga dos instalaciones vitales para el ejército estadounidense: North-West Cape, cerca de Exmouth en Australia occidental, y Pine Gap, cerca de Alice Springs en el Territorio del Norte. El primero transmite señales de radio a barcos y submarinos en el Pacífico, mientras que Pine Gap forma parte del sistema de control global de misiles y drones estadounidenses.
En virtud de un acuerdo suscrito por la ex primera ministra laborista Julia Gillard, hasta 2.500 marines estadounidenses tienen su base en Darwin. El ministro de Defensa, Peter Dutton, dijo en junio que quería aumentar ese número.
Los gobernantes australianos colaboran con EEUU, no porque sean sus lacayos, sino para apuntalar la propia influencia y dominio de Australia en la zona. The Guardian informó que “fuentes británicas dijeron que las conversaciones sobre el acuerdo de energía nuclear fueron iniciadas por los australianos en marzo”.
Y The Australian informó recientemente que Dutton ha estado presionando a Biden para que aumente las visitas de buques de la armada estadounidense y para que lance un proyecto conjunto en el que Australia produzca misiles guiados.
Morrison y Dutton llevan muchos meses haciendo sonar los tambores de guerra con China y AUKUS representa un cambio significativo en sus planes.
Los trabajadores de Australia y China no tienen nada que ganar con el conflicto. Incluso un pequeño enfrentamiento podría escalar rápidamente, incluyendo el uso de armas nucleares. No habría ganadores.
El Electrical Trades Union (Sindicato de Electricistas) condenó inmediatamente el plan de los submarinos de propulsión nuclear.
Los sindicatos, los y las activistas antinucleares y la izquierda anticapitalista debemos iniciar una campaña para dejar al programa AUKUS muerto bajo el agua.
David Glanz es militante de Solidarity, grupo hermano en Australia de Marx21. Este artículo apareció en su web.