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Ewout van den Berg

En su libro, China: motor del colapso ambiental, el historiador económico Richard Smith reflexiona sobre el costo ecológico de la rápida expansión económica de China. Este libro tira por los suelos la idea de que el capitalismo pueda resolver la crisis climática.

La economía china ha crecido muy rápido en las últimas décadas. En 1979, la economía china todavía representaba el 1,5 por ciento del PIB mundial, en 2020 será el 20 por ciento. La posición central de China como ‘taller del mundo’ se vuelve más clara cuando miramos productos específicos. En 2015, el país produjo el 80 por ciento de todos los aparatos de aire acondicionado, el 70 por ciento de todos los teléfonos inteligentes y el 60 por ciento de todos los zapatos. Desde entonces, poco ha cambiado.

En su libro, Smith muestra que esto causa una enorme contaminación en el entorno y que estos problemas ambientales se ven agravados por la falta de regulación y de cumplimiento cuando esta regulación existe. Según el autor de Green Capitalism: The God that Failed, este no es un caso ‘accidental’ Es característico del “capitalismo con características chinas.”

Expansión capitalista

La clase dominante china está aterrorizada por la recesión económica. Se están realizando enormes inversiones estatales para evitar el estancamiento. Este es el caso, por ejemplo, del mercado de la vivienda, donde la construcción es tan fanática que se estima que una quinta parte de todos los apartamentos urbanos están ahora vacíos. El Estado chino anima a la gente a comprar varias casas como inversión.

La calidad de muchas de las casas y la infraestructura es mala. Los bloques de casas se construyen rápidamente y con materiales de construcción de baja calidad. A menudo duran solo treinta años. Los puentes incluso se derrumban con regularidad. En China, esto se conoce como ‘construcción de tofu’. Cuando se produjo un gran terremoto diurno en la provincia de Sichuan en 2008, la construcción deficiente de los edificios mató a casi 90.000 personas.

Burocracia

Para ascender en la escala burocrática, los administradores de diferentes provincias compiten constantemente entre sí. Los directores son juzgados por las cifras de crecimiento económico y los grandes proyectos de prestigio. Para hacer posible este crecimiento, se han inaugurado dos nuevas centrales eléctricas de carbón cada semana durante los últimos diez años.

Al mismo tiempo, China está tratando de establecerse como pionera en la lucha contra la crisis climática. Más del 30 por ciento de la energía solar y eólica mundial se genera ahora en China. Las ambiciones en el campo del medio ambiente y el clima son altas, pero faltan organizaciones independientes que controlen el cumplimiento de las normas ambientales. En última instancia, son las cifras de crecimiento económico las que están liderando.

Subversión del entorno natural

Al igual que los bajos salarios y las condiciones de trabajo inhumanas en fábricas gigantes como Foxconn, la subversión del entorno de vida es parte del modelo exportador chino. Smith escribe sobre una gran empresa que produce polisilicio, una materia prima para paneles solares, y que simplemente arroja sus desechos tóxicos a la naturaleza. La ausencia de facto de requisitos ambientales otorga a las empresas una ventaja competitiva sobre las empresas que se ven obligadas a tenerlos en cuenta.

Los capítulos del libro sobre la contaminación del aire, el agua y el suelo son realmente impactantes. Debido a la contaminación del aire, la esperanza de vida en las grandes ciudades es cinco años menor que en el campo. En 2012, el 40 por ciento de los ríos estaban ‘gravemente contaminados’, mientras que el 20 por ciento estaban ‘demasiado contaminados para tocarlos’. Aunque cerca del 70 por ciento de la tierra agrícola total está contaminada, no se controla la calidad de los alimentos.

Perspectiva

La crisis climática y la sobreexplotación del entorno de vida han planteado problemas importantes a la clase dominante china. En primer lugar, porque limitan el crecimiento económico. Por ejemplo, las megaciudades de la costa corren el riesgo de inundaciones y las fértiles y densamente pobladas tierras bajas chinas del norte serán devastadas por las olas de calor más mortíferas del mundo a finales de este siglo.

Pero la degradación ecológica también genera resistencias. La contaminación es una importante fuerza impulsora de las protestas que el Estado chino llama eufemísticamente ‘incidentes masivos’. La desaceleración del crecimiento económico en los últimos años ha alimentado la resistencia obrera. Por ejemplo, en la primavera de 2018, estudiantes de tres ciudades importantes salieron a las calles en solidaridad con los trabajadores que querían formar un sindicato independiente en Jasic, una empresa que produce máquinas de soldar. Además de estudiantes y miembros del sindicato, también se unieron activistas del #MeToo. Mediante una fuerte represión contra las y los activistas y la persecución de los grupos estudiantiles marxistas en todo el país, el presidente Xi Jinping logró que el genio volviera a la botella. Pero, ¿qué pasa si la burbuja estalla y las tasas de crecimiento infladas artificialmente continúan cayendo?

El motor del colapso ambiental que es China no deja lugar a confusión sobre la naturaleza del modelo de crecimiento de China. A veces, la estructura de la historia se complica un poco bajo una multitud de hechos y fuentes, pero el libro es un buen punto de partida para cualquier activista anticapitalista o climático que quiera aprender más sobre las limitaciones del capitalismo chino.


Ewout van den Berg es militante de Internationale Socialisten, grupo hermano de Marx21 en Países Bajos