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Sam Ord

Las monedas digitales hechas para ser imposibles de rastrear se promocionaron una vez como una alternativa democrática al “dinero real”. Ya no es así.

Hasta hace poco, el Bitcoin y otras criptomonedas se promocionaban como el futuro del dinero y, por algunos, incluso como el futuro del propio capitalismo. Libres del control de los Estados y sus bancos, eran un desafío subversivo para el sistema, dijeron.

Pero ahora, una enorme caída del mercado de divisas digitales parece haber borrado muchas de estas predicciones.

El valor del Bitcoin ha caído en más del 50 por ciento desde marzo, con las mayores pérdidas en las últimas semanas. Y la mayoría de las otras monedas digitales han seguido el mismo camino.

El detonante de la gran devaluación parece haber sido un anuncio de Tesla, la compañía de coches eléctricos del multimillonario Elon Musk. Esta empresa dijo en un Tweet el mes pasado que ya no comerciaría con Bitcoins y que la preocupación por el medio ambiente era la razón principal.

Tesla pronto fue seguida por una declaración del Banco de China. Dijeron que estaban endureciendo las regulaciones que prohíben a las instituciones financieras brindar servicios relacionados con el dinero digital. “Las monedas virtuales”, dijo el banco, “no están respaldadas por ningún valor real”.

La aparente preocupación medioambiental de Tesla se deriva de la forma en que las monedas digitales necesitan una enorme potencia informática para su creación y comercialización, y para garantizar su legitimidad, un proceso llamado “minería”.

Funcionan mediante una tecnología descentralizada llamada blockchain que registra las transacciones. Se han necesitado enormes bancos de servidores informáticos de alta potencia, ubicados en almacenes gigantes, para procesarlos a medida que aumentaba su valor de cambio.

Algunas estimaciones sitúan el uso de energía del Bitcoin como más grande que el de todo el país de Argentina. Pero es poco probable que la preocupación medioambiental de Musk sea su principal motivación; después de todo, él es el propietario de SpaceX, la empresa que quiere utilizar cantidades masivas de combustible fósil para que los humanos puedan colonizar Marte.

Una explicación más verosímil es la forma en la que el valor de las monedas digitales es propenso a grandes cambios siguiendo los patrones de inversión.

Estrellado

Cuando los mercados bursátiles mundiales se desplomaron en marzo del año pasado, muchos inversores se dieron a la fuga por temor a que la próxima pandemia golpeara duramente a la mayoría de las empresas que cotizan en bolsas financieras.

Con la expectativa de que las ganancias cayeran, los precios de las acciones seguramente serían las siguientes. Entonces, aquellos con millones de dólares, euros etc. de sobra tuvieron que pensar en otros lugares para almacenar su dinero.

Los bancos ofrecían tasas de interés muy bajas y era poco probable que los bonos del gobierno generaran un rendimiento lo suficientemente alto.

Bombo publicitario

Parte de ese “dinero extra” terminó en monedas digitales y ayudó a elevar su precio a niveles previamente desconocidos. Muchos inversores más pequeños se creyeron el bombo publicitario e invirtieron sus ahorros en Bitcoins y sus competidores, incluidos Dogecoin y Ethereum, pensando que su valor solo aumentaría.

Y así parecía. Para marzo de este año, el valor del Bitcoin había aumentado alrededor de un 800 por ciento en el transcurso de un año.

Pero contrariamente a las creencias de los evangelistas de la moneda digital, el valor del Bitcoin y sus rivales está siendo manipulado por poderosas fuerzas.

El empresario de la informática Michael Saylor intenta centralizar el mercado, formando el “Consejo Minero del Bitcoin” con las principales empresas mineras de divisas.

Por su parte, Musk ha invertido más de mil millones de euros en Bitcoins. Esta enorme inversión le permite manipular fácilmente el mercado, sacar dinero del Bitcoin reduce su valor.

Alrededor del 40 por ciento de las criptomonedas están en manos de un pequeño grupo de inversores súper ricos. El valor total de las criptomonedas importantes equivale a uns 1,5 billones de dólares.

Eso suena como una enorme cantidad de dinero hasta que sabes que el mercado global de acciones —sin contar bonos y monedas negociables— asciende a unos 100 billones de dólares.

Lejos de ser una forma de intercambio más democrática que puede eludir a los poderosos, las últimas semanas han demostrado que las monedas digitales son solo otro juego de hombres ricos.


Este artículo apareció en Socialist Worker, publicación hermana de Marx21 en Gran Bretaña