Mujeres en la historia

ES CA

Lolay Segura

“Como persona, como mujer y como esposa, la mujer no tiene la menor posibilidad de desarrollar su individualidad. Para su tarea de mujer y madre sólo le quedan las migajas que la producción capitalista deja caer al suelo”.

Clara Zetkin (1857-1933) fue una destacada socialista alemana y luchadora incansable por los derechos de las mujeres trabajadoras, así como contra la guerra. Las mujeres y los hombres socialistas de hoy le debemos mucho a su valor, inteligencia y valentía.

Clara Eissner nació en 1857 en un pequeño pueblo de Sajonia (Alemania), hija de un maestro rural. Cursó estudios de magisterio en Leipzig, entre los 19 y 21 años, época en la que contactó con estudiantes y migrantes rusos y donde se inició en las ideas socialistas, y también allí conoció a Ossip Zetkin, un ruso que sería su pareja.

En esta época, Sajonia era una de las regiones más industrializadas de Alemania y fue la cuna del movimiento obrero, tanto de partidos como de sindicatos. La principal industria era la del textil donde trabajaban muchas mujeres. Una sexta parte de los 7.000 miembros de la Federación de Trabajadores del Textil eran mujeres y participaban en el sindicato en igualdad con los hombres.

Exilio

En 1878, Clara empezó a militar en el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD): poco después el régimen de Otto von Bismark prohibió este partido y sus militantes fueron perseguidos. Clara y Ossip Zetkin siguieron militando y en septiembre de 1880 éste, junto a otros compañeros, fue arrestado y expulsado de Alemania. Unos meses más tarde, Clara tomó la decisión de exiliarse.

En la primavera de 1882, Clara Zetkin fue a Zúrich, una de las ciudades álgidas de la socialdemocracia europea. Aquí escribió y distribuyó literatura clandestina y también conoció a mucha gente emigrada de diversos países, como Louise Michel, activista destacada de la Comuna de París y Jenny Marx. En noviembre de 1882, fue a París para reunirse con Ossip: tuvieron dos hijos, aunque nunca se casaron.

Entre 1889-1890 hubo un gran auge del movimiento obrero que se reflejó en la creación de partidos socialistas en distintos países y se fundó la Internacional Socialista, más conocida como la Segunda Internacional, organización fundada en París en 1889 por partidos socialdemócratas. Clara Zetkin fue delegada de las socialistas de Berlín y contribuyó en los trabajos preparatorios, así como en la redacción de los informes y documentos fundacionales.

Críticas hacia el feminismo burgués

En Alemania el movimiento de mujeres trabajadoras se caracterizó por estar integrado dentro del movimiento socialista general y dentro del partido socialdemócrata, que tenía una posición clara frente al orden establecido y donde las cuestiones de las mujeres se tenían muy en cuenta, tanto en el aspecto teórico, como en el práctico. En el congreso fundacional de la Segunda Internacional, Zetkin defendió la necesidad inmediata de abordar la lucha de las mujeres por parte de los partidos socialistas y de ganar a sus filas a las mujeres obreras. Estas posiciones la enfrentaron, por un lado al  sufragismo, que al estar integrado mayormente por mujeres de posiciones acomodadas no tenía un horizonte más lejano que la equiparación de derechos civiles y políticos con los de los hombres de su misma posición, y por otro lado también encontró resistencias dentro del propio movimiento socialdemócrata.

En 1891 Clara Zetkin fundó la revista La Igualdad, que durante 25 años fue uno de los canales de expresión más importantes de las mujeres socialistas de su época. Llegó a tener 125 mil suscriptores y desde 1907 sería el órgano oficial de la Internacional de Mujeres Socialistas.

Su posición sobre la liberación de la mujer también se pone de manifiesto en escritos como “Solo con la mujer proletaria triunfará el socialismo” en el que defiende el trabajo de la mujer fuera de casa, con el que consigue una independencia que, en principio, es una condición para su libertad. También argumenta que la lucha de liberación de la mujer trabajadora, en contraposición a la de la mujer burguesa, no es una lucha contra el hombre de su propia clase, ya que, junto con él, la mujer trabajadora lucha contra el sistema capitalista.

Clara Zetkin tuvo la visión para entender, junto a otras mujeres, como la rusa Alexandra Kollontai, lo importante que era impulsar las demandas de justicia e igualdad de las mujeres trabajadoras y propuso instaurar un día en homenaje a las mujeres obreras que habían dado su vida para exigir mejores condiciones laborales.

Las razones de tal propuesta eran evidentes para las mujeres socialistas. En el curso de los años anteriores a 1910, habían tenido lugar numerosas huelgas de obreras y obreros en Estados Unidos y en Europa. En 1908, 40.000 costureras industriales de grandes fábricas estadounidenses se habían declarado en huelga demandando el derecho a unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga, entrenamiento y el rechazo al trabajo infantil. El 8 de marzo de 1909, 129 empleadas de la fábrica textil Cotton de Nueva York que se habían encerrado en ella para conseguir sus reivindicaciones, murieron a causa del incendio que se generó en el lugar, al parecer, provocado por el propio dueño.

Durante el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas (1910) realizado en Copenhague, al que asistieron más de cien delegadas de 17 países, para reivindicar los derechos de las mujeres y el sufragio femenino, Clara Zetkin y Kathy Duncker presentaron la propuesta de que el 8 de marzo fuese el Día Internacional de la Mujer trabajadora.

Contra la guerra

Durante la Primera Guerra Mundial, Clara Zetkin, y Rosa Luxemburgo junto a otros influyentes miembros del SPD, rechazaron la política pactista de este partido con el gobierno, la cual suprimía las huelgas obreras durante el conflicto armado. Así mismo hizo un llamamiento a las mujeres socialistas para que se opusieran enérgicamente a una guerra que solo beneficiaba a la burguesía machista, clerical y explotadora.

Convocó una conferencia internacional de mujeres socialistas, la tercera, que tuvo lugar en la ciudad de Berna (Suiza) en marzo de 1915, reuniendo a 70 delegadas de ocho países europeos. En esa conferencia se condenó la guerra imperialista con la consigna “Guerra a la guerra”, por lo que fue encarcelada desde el 23 de julio hasta el 12 de octubre de ese mismo año, tras lo cual no pudo intervenir activamente en esta lucha.

En septiembre de 1915, mientras Clara y su amiga Rosa Luxemburgo se encontraban en la cárcel, tuvo lugar la Conferencia de Zimmerwald, una importante conferencia de dirigentes socialistas que se oponían a la guerra, en la que ambas mujeres fueron homenajeadas por su implacable lucha.

Clara Zetkin, junto a Rosa Luxemburgo y otros socialistas, fue una de las fundadoras de la Liga Espartaquista (1916), un movimiento revolucionario marxista que tuvo mucho protagonismo en la revolución alemana que estalló en noviembre de 1918.

En enero de 1919, la Liga Espartaquista y otros sectores fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD), partido al que se unió Zetkin, siendo elegida representante en el Reichstag (parlamento federal alemán) entre 1920 y 1933.

De 1921 a 1933 también formó parte de la dirección de la Internacional Comunista (Comintern). En 1923, Zetkin escribió uno de los primeros análisis del fascismo, donde insistió en la necesidad de una lucha unitaria de la clase trabajadora en su contra. A medida que crecía el estalinismo, Zetkin fue muy crítica con varias de las posiciones terribles promovidas desde Moscú. Por ejemplo, rechazó el sectarismo y su abandono de la lucha unitaria, pero Zetkin nunca llegó a romper abiertamente con Stalin.

Cuando Adolf Hitler y los nazis tomaron el poder en enero de 1933, el Partido Comunista fue ilegalizado. Clara Zetkin se exilió de nuevo, esta vez a la Unión Soviética, donde murió poco después, el 20 de junio de 1933 en Moscú a la edad de 76 años.


En la foto, Clara Zetkin con Rosa Luxemburg, en 1910.