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Jesús Melillero

La madrugada del domingo 16 al lunes 17 de mayo y de ese mismo lunes al martes, en Ceuta han entrado unas 8.000 personas (según las autoridades españolas han expulsado en “caliente” ya al 70 %, muchos de ellos menores) mientras que en Melilla han tratado de entrar 80 (la ONG melillense PRODEIN denuncia a través de Twitter también maltratos y devoluciones ilegales). Marruecos usa a gente pobre y a niños como arma arrojadiza porque el Estado español ha dejado que el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Ghali, sea tratado en un hospital por estar enfermo de coronavirus.

Pero el Estado español no es una víctima. Como he comentado está haciendo devoluciones en caliente. El ejército y otras fuerzas represivas han hecho lo que para ellos debería hacer Marruecos: violar los derechos humanos. Llevan años, junto a la UE y Estados Unidos armando y financiando a Marruecos para que haga el trabajo sucio, tal y como lo hace Turquía en el este del Mediterráneo.

El mantenimiento de estos regímenes represivos no es por miedo a Mohamed VI o Erdogan. Multinacionales españolas se aprovechan de que en Marruecos la gente trabajadora no tenga derechos civiles ni laborales. Inditex es un claro ejemplo de ello.

El problema de fondo son las inhumanas fronteras y que haya humanos de primera, de segunda o de tercera. Desde un punto de vista socialista, tenemos que defender la libre circulación de las personas; bajo ningún pretexto podemos defender a un Estado imperialista y capitalista en nombre de una “soberanía nacional” al servicio de los ricos.

No es una “Marcha Verde”, como la que hizo Marruecos para ocupar el Sáhara en 1975. Tristemente, algunos activistas saharauis la comparan con este paso de personas, dando argumentos a la extrema derecha. Tampoco es una invasión: es una tragedia humana, personas que como tales no merecen tiros ni ningún maltrato.

Racista

¿Qué tenemos que exigir al Estado español? Lo inmediato sería atender a las personas migrantes y respetar su derecho de movimiento. Esto implica romper con la política racista de la UE, Frontex, responsable de decenas de miles de muertos.

Respecto al Sahara Occidental, según la ONU, el Estado español tiene la obligación como antigua potencia administradora de realizar un referéndum sobre su estatus. La verdad es que, durante estos años, los derechos de este pueblo —ni hablar de la gente del Rif o del conjunto de la población marroquí— nunca han sido una prioridad para los gobiernos españoles en sus tratos con Marruecos. Dicho esto, la solidaridad con los derechos nacionales del pueblo del Sahara y del Rif se muestra, no con declaraciones hipócritas, sino en la práctica, liberando a las y los presos catalanes y permitiendo la autodeterminación de Catalunya, Euskal Herria, etc.

Asimismo, como izquierda revolucionaria tenemos que apoyar tanto la lucha del pueblo rifeño, maltratado durante décadas por el régimen marroquí, como el derecho a la independencia de Catalunya.

Nuestros objetivos estratégicos deben ser la superación tanto de los estados español y marroquí; la desaparición de las fronteras en el norte de África y la construcción de un Magreb democrático y socialista.


Jesús Melillero es anticapitalista en Melilla