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Nikos Lountos

Trump ha perdido. La resistencia de los movimientos en EEUU durante los últimos cuatro años lo ha echado. Es el primer presidente tras 1992 que pierde unas elecciones. Trump obtuvo tres millones menos de votos que Clinton en 2016, pero esta vez fueron más de 5 millones menos que Biden, y también perdió estados críticos.

No es sólo una derrota para Trump, sino también para todo lo que él simboliza. Hace cuatro años se presentaba como un faro para un contraataque de la derecha y de la extrema derecha en todo el mundo, dando ejemplo a Bolsonaro en Brasil, fuerza a Modi en la India y ánimo a todo tipo de extrema derecha y de fascistas desde Vox en el Estado español hasta el PiS en Polonia.

Las cosas podrían haber ido por otro camino. Pero debemos agradecer al movimiento que —desde el primer día de Trump en la Casa Blanca hasta ahora mismo, cuando Trump está intentando agarrarse al poder con dientes y uñas— se enfrentó con el racismo, el sexismo, las bandas neonazis y todas las políticas de Trump.

Esta victoria pertenece al movimiento Black Lives Matter —el movimiento antirracista más grande desde la década de los 60—, a las mujeres que lucharon rodeando la Casa Blanca una y otra vez. Pertenece a la clase trabajadora que no paró de luchar, con pequeñas y grandes batallas, desde la lucha para formar sindicatos en McDonalds hasta la gran ola de huelgas de los docentes que ganaron aumentos salariales en varios estados y de ahí hasta la resistencia durante la pandemia en los almacenes de Amazon y en las fábricas.

Mucha gente salió a festejar a las calles. Las imágenes de la gente llorando de alegría, gritando, corriendo por las calles recuerdan más a ciudades que se liberan de ejércitos de ocupación que no a victorias electorales. Mucha de esa gente no siguió los resultados por la televisión, sino movilizada en los centros electorales para enfrentarse a las provocaciones de la derecha que intentaba parar el recuento. Y de ahí directamente a las calles para celebrar.

¿Biden?

Pocos son los que celebran la victoria de Biden como tal. Casi nadie estaba entusiasmado con esta candidatura. Pero, “La victoria de Biden hace que la izquierda y las organizaciones progresistas se sientan reforzadas”, nos cuenta la compañera Virginia Rodino de nuestro grupo hermano Marx21 en Baltimore.

La gente no está esperando que Biden cambie las cosas, pero está reclamando, entre otras cosas: “Biden, cierre los campos” pone un cartel en una manifestación en Los Angeles, refiriéndose a los campos-cárceles para miles de migrantes que están esperando su deportación.

Trump no pudo realizar ninguna de sus promesas de hace cinco años. Decía que iba a poner en marcha las fábricas cerradas en el corazón industrial de los estados del mediooeste. Y deja el paro en el 15,5%, el peor número después de los años 30. Prometía que iba a hacer a “América grande otra vez” —es decir volver al imperialismo yanqui en su punto alto de los años 50 y 60—, ¿y qué consiguió? Que en todos los puntos calientes, desde el norte de África, hasta el lejano Oriente, el imperialismo yanqui haya perdido su control a favor de otras fuerzas regionales. Fuera de juego en Libia, en Siria, en el Cáucaso. Hasta en Afganistán, en septiembre, 20 años después de la invasión, EEUU abrió el diálogo con los Talibán.

La verdad es que no tenemos nada que esperar del partido Demócrata. Es una victoria que no les pertenece. La dirección del partido hizo todo lo que estaba en su mano para bloquear a Bernie Sanders y poner como candidato a una persona que viene de las entrañas del mismo sistema, como Biden.

Como explica nuestro compañero Iannis Delatolas, de Marx21 en Nueva York: “Biden es un neoliberal que, como su partido, no tiene nada positivo que ofrecer a la clase trabajadora o a la gente pobre. ¿Qué puede decir sobre el racismo y la violencia policial la nueva vice-presidenta Harris, la que dijo que está en contra de bajar los presupuestos para la policía? ¿Qué puede decir Biden sobre el cambio climático, dado que en el debate con Trump aseguró a todo el mundo que se opone a cualquier tipo de ‘New Deal verde’? El partido Demócrata deja claro a la clase dirigente que no acepta ninguna de las demandas que han salido de los movimientos sociales.”

Oposición

“No dejaremos que la oposición a Biden venga desde la derecha. Es nuestro deber hacer que la oposición venga de los movimientos. Tenemos que derrumbar las leyes de Trump, como la que impide la entrada a migrantes de países musulmanes. Seguir la lucha para liberar a los y las  migrantes y a sus hijos e hijas que están en los campos. Y también parar los pies a Biden, porque sabemos hacia dónde va. Dice que quiere reformar el ‘ObamaCare’ y lo que piensa es dejar la sanidad aún más en manos de la gestión privada. Todo eso mientras el coronavirus sigue matando a mucha gente, especialmente de la clase trabajadora.”

“Trump se va. Pero lo que ha creado se queda. La amenaza fascista sigue aquí, como vemos en los ataques fascistas tras su derrota en las elecciones. Como Marx21 hemos empezado la campaña ‘Unidad contra el Racismo y el Fascismo’ en Nueva York porque hay necesidad de un frente único contra el fascismo. Tenemos que reforzar las filas de los y las revolucionarias, en una época en la que la crisis profunda y la polarización están preparando el estallido de nuevas luchas, y los movimientos están ya en las calles.”