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Nis Sørensen

A pesar de la pandemia del coronavirus, la campaña de intimidación de la derecha y las noticias falsas, una gran mayoría de chilenos votó a favor de una nueva constitución el domingo 25 de octubre. Con casi el 80% de mayoría, Chile dice adiós a 40 años de neoliberalismo.

La constitución actual fue elaborada en 1980 durante la brutal dictadura militar de Pinochet y refleja el experimento económico ideado por economistas de la Escuela de Economía de Chicago como Milton Friedman. Este experimento ha creado una de las sociedades más desiguales del mundo, donde una pequeña élite disfruta de la vida, mientras que la gran mayoría trabaja por 3 o 4 euros la hora para poner comida en la mesa, pagar el alquiler, la atención médica, la deuda estudiantil, etc.

El levantamiento social de 2019

Durante los últimos 10 años, los chilenos han estado protestando por el cambio. Fueron los estudiantes quienes encendieron la chispa en 2011, y desde entonces, grandes sectores de la clase trabajadora han participado en protestas, huelgas, ocupaciones, cortes de carreteras, etc. todos los años.

En octubre de 2019, culminó con el levantamiento social (la revuelta popular), donde hasta 3 millones se manifestaron el 25 de octubre en todo Chile, se incendiaron estaciones de metro en la capital, Santiago, y se saquearon supermercados en muchas ciudades importantes.

El presidente de derechas, Sebastián Piñera, desplegó policías y militares en un intento por controlar el levantamiento, lo que tuvo como resultado 36 muertos, miles de detenidos y heridos y más de 400 personas con lesiones en ojos causadas por balas de goma militares y/o cartuchos de gas lacrimógeno.

Fiesta folclórica en la calle

Cuando el resultado del plebiscito del domingo por la noche comenzó a pintar un cuadro de una victoria abrumadora a favor de una nueva constitución, la gente salió a las calles y plazas de todo el país. En Santiago se concentraron en la Plaza de la Dignidad (oficialmente Plaza de Italia y que durante la insurrección de octubre de 2019 fue rebautizada por los manifestantes) para celebrar el resultado.

Una vez más, la policía apareció con gases lacrimógenos y cañones de agua, pero al poco tiempo tuvieron que retirarse por la masiva concurrencia de felices chilenos. ¡El lugar pertenece al pueblo!

El resultado de las elecciones refleja la lucha de clases

Muchos se sorprendieron por el claro resultado de las votaciones, ya que varias personas habían pronosticado una baja participación y un resultado muy ajustado entre el sí y el no (hacia una nueva constitución). En particular, fue sorprendente que la participación (50,81%) fuera la más alta desde la abolición de la participación obligatoria en 2012. En las elecciones locales de 2016, sólo votó el 35%.

Se señala que es especialmente entre los jóvenes donde se ha incrementado la participación, lo que es un signo positivo del próximo desarrollo democrático en Chile. Además, la pandemia del coronavirus no tuvo el impacto negativo en la participación del que habían hablado los expertos. La participación entre los ancianos podría haber sido mayor sin la pandemia.

¿Quién votó en contra de una nueva constitución? El resultado del plebiscito muestra claramente cómo los municipios de clase alta de Vitacura, Lo Barnechea y Las Condes en el área metropolitana fueron en gran parte los únicos que experimentaron un bajo apoyo a una nueva constitución. Aquí, la mayoría (alrededor del 61%) votó no a una nueva constitución. Si miramos el resultado de todo el país, la relación 80/20 refleja muy bien la desigualdad entre las clases sociales. El 80% de la población gana 800 euros (o menos) al mes, mientras que una minoría tiene ingresos con los que puede vivir de manera digna.

Aunque no hay datos detallados que crucen los ingresos con las preferencias electorales, el ejemplo de los municipios más ricos muestra que probablemente es principalmente la clase trabajadora la que ha votado por una nueva constitución, mientras que la clase alta y la élite votaron en contra. El referéndum refleja así la lucha de clases en Chile.

Desafíos para el proceso constitucional y la izquierda

Aunque la alegría es grande entre la mayoría de los chilenos, también existe la preocupación por cómo se desarrollará el próximo proceso constitucional.

En un amplio acuerdo político de noviembre del año pasado, el gobierno y la mayoría de la oposición acordaron una serie de condiciones para el proceso.

El ala derecha, por ejemplo no querían abolir el mecanismo de votación que requiere una mayoría de dos tercios para adoptar las partes más importantes de una nueva constitución. Este mecanismo ya está en marcha en el parlamento chileno y a menudo ha significado que las ideas y proyectos de ley progresistas sean bloqueados por una minoría conservadora (⅓). Por lo tanto, gran parte de la nueva izquierda en Chile ha criticado esta parte del acuerdo, porque podría significar que la derecha, si obtiene un tercio de los escaños en la convención que ha de redactar la nueva constitución, bloqueará todas las propuestas que desafíen los principios neoliberales de un Estado pequeño, la mínima regulación de las grandes corporaciones y todo el poder del “libre mercado”.

Sin embargo, una señal positiva es que 4 de cada 5 votantes votaron por una nueva constitución. Esto genera la esperanza de que una posible alianza de centro-izquierda pueda lograr más de 2/3 de la convención, y así implementar cambios constitucionales reales que apunten en la dirección de una sociedad más democrática e igualitaria.

En ese sentido, será interesante ver si la nueva coalición de izquierda, El Frente Amplio, logra agruparse y cooperar con el Partido Comunista y los partidos de centro. En general, hay muy poca confianza en los partidos políticos, por lo que se vuelve crucial presentar candidatos populares con raíces en los movimientos sociales.

La participación de los movimientos sociales en particular es otro desafío al proceso constitucional. Aunque se desconoce cómo los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil pueden influir en la redacción de la nueva constitución. Durante el levantamiento de octubre del año pasado, surgieron comités locales por todo Chile que discutían acerca del contenido de una nueva constitución y por lo tanto de un Nuevo Chile. La tarea será involucrar a estos comités autoorganizados y conectarlos con los partidos de izquierda que luchan por un cambio revolucionario. Si esto no sucede, existe el riesgo de que gran parte del movimiento organizado quede excluido y, por tanto, no tenga un impacto en la nueva constitución.

Al mismo tiempo, también es importante ser conscientes de que una nueva constitución no resolverá todos los problemas de Chile. Es un paso importante e histórico en la dirección de otra sociedad mejor, pero ¡la lucha apenas ha comenzado!


Artículo publicado en la web de Internationale Socialister, grupo hermano de Marx21 en Dinamarca.