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Declaración de Marx21 sobre la controversia de clases de religión islámica

1. Hace poco se ha difundido la noticia de que Catalunya implementará un plan piloto para ofrecer clases optativas de religión islámica este curso. El anuncio ha provocado rechazo por parte de muchos sectores progresistas. Entre ellos Europa Laica, que hace un buen trabajo contra la influencia reaccionaria de la Conferencia Episcopal en la sociedad y en las escuelas. Denuncian, por ejemplo, la situación antidemocrática mediante la cual la iglesia católica puede llevarse por la cara hasta el 0,7% de lo que pagamos en el impuesto sobre la renta.

2. Sin embargo, la reacción hostil no proviene sólo, ni principalmente, de estos sectores. La extrema derecha, desde VOX hasta los pequeños grupúsculos ultras catalanistas, también atacan la medida. A veces lo hacen en términos parecidos a los de la izquierda: VOX, por ejemplo, ha intentado fingir que con su ataque al islam busca “defender a las mujeres”. Sin embargo, en mensajes menos cuidadosos dicen abiertamente que su preocupación real es promover la “cultura Cristiana Occidental”. Esta reacción por parte de la derecha, y en algunos casos de fascistas conocidos, nos debe hacer reflexionar. Junto a otros factores que comentamos abajo, nos hace pensar que el rechazo a este plan piloto por parte de sectores progresistas —algunos de los cuales, a diferencia de Europa Laica, parecen haber descubierto un interés repentino en la “laicidad” sólo ahora, cuando se trata del islam— es un grave error.

3. Ningún debate político ocurre en el vacío, y éste menos. La polémica actual no es un debate intelectual abstracto, sino que tiene lugar en un contexto de una fuerte y creciente islamofobia. Esta islamofobia, que es la forma más virulenta de racismo en el mundo actual, se ha utilizado para justificar guerras, encarcelamientos, torturas y asesinatos. Es un arma del sistema en los EEUU de Trump, en la Rusia de Putin, y en la China que ha encerrado a un millón de musulmanes en campos de “reeducación”. Se ha dicho, con toda la razón, que no existe tal cosa como un “no-racista”: si no eres antirracista, en la práctica eres pro racista. En este debate, quien no pone la lucha contra la islamofobia en el centro de su respuesta, en efecto está consintiendo esta forma de racismo.

4. Para analizar las cosas en su justa medida, hay que mirar los hechos. Todo este escándalo se ha levantado ante el anuncio de un plan piloto en Catalunya que supone que habrá cuatro profesores impartiendo clases de religión islámica. La medida responde (tarde y de manera muy limitada) a una ley estatal aprobada en 1992, bajo el gobierno de Felipe González. Antes de la nueva propuesta, Catalunya no tenía ni un solo profesor de islam. En todo el Estado español, hay unos 80 profesores de esta materia. En cambio, según las cifras de la Conferencia Episcopal, hay 34.868 profesores de religión católica dando clases a 3.303.193 de estudiantes. Por su parte, Europa Laica dice que 20.000 profesores imparten religión en las escuelas públicas y concertadas del Estado español, y que éstos cuestan al Estado y a las comunidades autónomas unos 700 millones de euros anuales. Quien se molesta por el nombramiento de 4 profesores del islam, y no se queja infinitamente más ante el profesorado del catolicismo, demuestra que lo que subyace a su rechazo, conscientemente o no, no es el laicismo, sino otro “ismo” mucho más feo.

5. Uno de los argumentos esgrimidos contra la medida es que dará vía libre a la promoción dentro de la escuela de ideas machistas, homófobas y reaccionarias. Huelga decir que cualquier izquierda consecuente —la red Marx21 incluida— se opone al machismo, la LGTBIfobia, el racismo… provenga de donde provenga. Sin embargo, este argumento es de por sí islamófobo, porque “considera el islam como un sólo bloque monolítico, estático y nada sensible a las nuevas realidades” (citando el primer criterio de la islamofobia del Runnymede Trust). En segundo lugar, estas ideas reaccionarias ya están presentes en las escuelas de la mano del sector más derechista del profesorado, ya sean de religión católica o de otras asignaturas. En tercer lugar, desconoce o esconde el hecho de que el contenido de esta materia viene dictado por el BOE, donde se publicaron los currículos tanto de educación primaria como de secundaria. Es decir, no se está dando vía libre a un reaccionario cualquiera para promover una visión retrógrada del islam en la escuela, sino que se trata de profesores que tendrán que observar los mismos requisitos que el resto del claustro.

6. Parte del problema en este debate viene de la confusión respecto al significado de laicidad. El propio movimiento Europa Laica ofrece una definición razonable: “la defensa del pluralismo ideológico en pie de igualdad como regla fundamental del Estado de Derecho y el establecimiento de un marco jurídico adecuado y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia de instituciones religiosas o de otra naturaleza, que implique ventajas o privilegios”. La clave es la separación entre el Estado y la religión; que el Estado no privilegie a ninguna religión; el pluralismo ideológico en pie de igualdad. La laicidad no supone un ateísmo impuesto, pero así lo entienden algunos sectores que se definen de “laicistas”. Este ateísmo impuesto se expresa en la demanda de que la religión se limite “al ámbito privado”. En sus formas extremas, esta visión supone dejar encerradas dentro de sus casas a las mujeres musulmanas que quieran llevar un velo. En Francia, se han multado a mujeres musulmanas por incumplir las exigencias del Estado respecto a su vestimenta; al menos una mujer fue obligada por cuatro agentes de policía a quitarse el “burkini” en la playa. Esto es todo menos la protección de “toda interferencia de instituciones religiosas o de otra naturaleza”. En resumen, la laicidad de verdad significa la pluralidad y la libertad de pensamiento, la libertad religiosa; no es de ninguna manera una justificación para negar derechos a la gente musulmana.

7. Mucha gente de izquierdas que dice defender una visión “marxista y materialista” frente a la religión, en realidad reproducen la visión liberal e idealista con la que el joven Marx rompió. Los filósofos con los que Marx y Engels discutieron tan ferozmente se obsesionaron con “la crítica a la religión”. Un paso clave en el desarrollo del marxismo fue entender que la base del problema no eran las ideas, sino la realidad material de una sociedad de clases y la explotación económica. A partir de esta visión, Marx escribió: “La religión es el sollozo de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón… Es el opio del pueblo”. Gran parte de la izquierda sólo cita la última parte. Ni las ideas religiosas ni los libros sagrados son la causa de los males del mundo. Si las religiones reproducen ideas reaccionarias es porque tales ideas forman parte del mundo en el que estas religiones existen. Y —para volver al debate actual— el problema central en la lucha por la laicidad en el Estado español es la influencia de las instituciones católicas, no las ideas religiosas como tales, ni siquiera las creencias católicas, ni mucho menos el islam. Es decir, que debemos luchar contra la Conferencia Episcopal, y no por las ideas religiosas que dicen defender, sino por su poder real —en las escuelas, en el Estado, en la sociedad en general— y cómo lo utiliza para promover sus propios intereses económicos, el sistema capitalista y la ideología dominante. Desde un punto de vista materialista se ve que la lucha contra la cúpula eclesiástica debe ir ligada a la lucha contra el papel del ejército, de las grandes empresas, etc., como otros elementos del sistema actual. Y —¡qué sorpresa!— estos sectores sí tienen una presencia importante y creciente dentro del sistema educativo. Sólo desde un punto de vista idealista —“ambas son religiosas”— se podrían equiparar la poderosa iglesia católica y las pequeñas y perseguidas comunidades musulmanas.

8. Planteémonos la siguiente pregunta: ¿Qué significaría la retirada, dada la oposición, de este plan piloto con cuatro profesores de islam? Se mantendrían los 20 o 30 mil profesores del catolicismo —algunos de ellos promoviendo ideas muy retrógradas—, junto a los demás privilegios de la cúpula eclesiástica católica. Seguiríamos sin un sistema escolar realmente laico. La extrema derecha racista habría conseguido una victoria. Hay que añadir que también habría ganado aquella minoría entre la gente musulmana que promueve visiones reaccionarias y sectarias; alimentaría de nuevo su argumento de que la gente musulmana no tiene cabida en las sociedades actuales y debería asumir sus visiones cerradas. Es cierto que el plan piloto no es una solución real a la situación actual de discriminación, con privilegios para la cúpula católica. Pero, aun así, su derrota sería una mala noticia. Supondría que ni siquiera es posible introducir esta pequeña concesión a una minoría oprimida, como es la gente musulmana en el Estado español; esta concesión pequeña e imperfecta a la diversidad, frente a la hegemonía católica.

9. Muchos activistas argumentan que en vez de añadir profesores del islam se deberían eliminar los privilegios de la iglesia católica. Por supuesto. El problema es que sólo con decirlo, y desearlo, no cambiamos nada. Los privilegios siguen ahí, la ley actual sigue vigente. Y esta ley dicta que las demás religiones también tienen ciertos derechos. Ahora que parece que se va a cumplir la ley, de manera muy parcial y con 28 años de retraso, el rechazo a este cumplimiento —sin la capacidad de imponer un modelo mejor— sólo alimenta al racismo. La política anticapitalista no consiste en imaginar una situación perfecta y simplemente predicar a favor de ésta. En el mundo real, nos toca participar en las luchas concretas que surgen, que normalmente no iniciamos nosotros ni adoptan la forma exacta que habríamos deseado. Debemos apoyar siempre las luchas contra la opresión. Esto no excluye tener nuestra visión propia y hacer las críticas que nos parezcan necesarias, pero si estas críticas no parten de la base del rechazo a la opresión y solidaridad con las luchas, no valen para nada.

10. Para cerrar, hagamos un resumen de lo que queremos. Rechazamos toda forma de racismo, islamofobia incluida. Por tanto, queremos eliminar todas las formas de discriminación racista que actualmente existen, incluyendo las del sistema educativo. Queremos una sociedad laica de verdad, en la que el Estado no actúe a favor ni en contra de ninguna religión. Para conseguir esto en el ámbito educativo, pensamos que, en vez de añadir más religiones, lo ideal sería eliminar totalmente el poder de la iglesia católica dentro la enseñanza, desde las clases de religión en el sistema público hasta las escuelas controladas directamente por las instituciones religiosas. Esto no supone atacar las creencias de las personas; al contrario, pensamos que sería importante tratar el hecho religioso y ético dentro de las escuelas, pero de manera realmente inclusiva, científica y laica, y sin segregar al alumnado. Sin embargo, hasta que consigamos cambiar el modelo, rechazamos los intentos de la derecha racista de discriminar a las religiones minoritarias, negándoles lo que, de hecho, ya es su derecho bajo la ley. Mientras haya clases de religión en las escuelas, no se puede negar este derecho a las religiones minoritarias, como son el islam, el judaísmo, o la iglesia evangélica, entre otras.


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