Aunque diferentes grupos se ven afectados de manera diferente por el racismo, esto no debe dividir la lucha contra él, dice Yuri Prasad.

ES CA

¿Deberían las protestas de Black Lives Matter centrarse únicamente en un tipo de racismo?

Es una pregunta planteada por algunos en el movimiento, con un apoyo entusiasta por parte de una capa de académicos centrados en cuestiones de origen étnico.

Argumentan que hay algo tan específico acerca de la forma en que se trata a las personas afro-caribeñas que sus luchas no deben “subsumirse” en categorías más amplias, como la minoría étnica negra o incluso en el “antirracismo” en general.

El catedrático libanés-australiano Ghassan Hage escribió en The Guardian la semana pasada que “el racismo anti-negro es históricamente uno de los racismos más letales que existe. Nadie más ha tenido que vivir la historia traumática combinada del colonialismo, la esclavitud y la exclusión racial como lo ha hecho la gente negra.”

Tienen razón al señalar que la historia y la identidad negras se han borrado en gran medida de la historia.

Y es cierto que el racismo no afecta a todos los grupos afectados por él de la misma manera, y que los prejuicios tienen diferentes raíces sociales e históricas.

Pero argumentar que los negros son las principales víctimas del racismo, mientras que las experiencias de todas las demás minorías étnicas son, de alguna manera, secundarias, es un gran error.

Primero, y lo más importante, divide a la oposición.

Jugar a poner a un grupo contra otro fue el sello distintivo del Imperio Británico.

En India enfrentaron a musulmanes contra hindúes. En lo que se convirtió en Nigeria, crearon conflictos entre los pueblos Igbo y Hausa.

Para generar odio, otorgaron ventajas relativamente insignificantes a un grupo y al mismo tiempo se las negaron al otro. Su táctica tuvo tanto éxito que una fuerza de ocupación relativamente pequeña de británicos blancos pudo dominar a naciones de millones de personas racializadas.

Boris Johnson estaría encantado si el movimiento Black Lives Matter se redujera a limitarse a luchar sólo contra las formas de discriminación que afectan principalmente a las personas negras.

Islamofobia

En segundo lugar, crear una lista de clasificación de las opresiones y colocar a la gente negra en la primera posición no reconoce la forma en la que el racismo cambia constantemente y prioriza nuevos objetivos.

Pensemos en los musulmanes en Gran Bretaña a partir del 11 de septiembre de 2001.

Desde entonces, el Estado los atacó como al “enemigo interno” y se otorgó poderes, hasta entonces inauditos, para oprimirlos.

Las casas musulmanas han sido allanadas y la policía ha disparado contra personas inocentes.

Y una palabra mal entendida puede dar como resultado que incluso los niños musulmanes sean expedientados, designados como “en peligro de radicalización”, y forzados al programa de reeducación Prevent.

Sugerir que las experiencias de los musulmanes británicos, que son abrumadoramente del sur de Asia, son menos reales que las de las personas de raza negra, en el mejor de los casos es no ver lo que tienes delante.

Esto apunta a otro problema dentro del argumento para un movimiento centrado en lo negro. Se discute la noción de quién es negro.

El catedrático Kehinde Andrews imagina una “nación” negra que se extiende desde América a Europa y África. Pero su concepción no incluye a aquellas poblaciones musulmanas africanas que, según él, fueron conquistadas por los árabes.

¿Qué significa esto para la gente musulmana negra de Malí, Níger, Chad, Sudán o Somalia?

¿Han abandonado de alguna manera imaginaria su negritud?

Hay una manera de superar estas divisiones infernales, y es tratar de unir a todos aquellos que se enfrentan al racismo con todas aquellas personas comprometidas con combatirlo.

Lo más importante es que debemos entender que el racismo, en cualquier forma, tiene un único punto de origen: el sistema capitalista y su necesidad de dividir y gobernar.

Los socialistas entienden que las personas oprimidas no hacen una causa común automáticamente, y que las experiencias de racismo de las personas no son todas iguales.

Y cuando hacemos retroceder al racismo en cualquiera de sus formas, mejora enormemente la vida de nuestra clase en general.

Las y los socialistas decimos que a menos que encontremos formas de luchar juntos, el opresor nos derrotará a todas.


Este artículo apareció en nuestra publicación hermana en Gran Bretaña, Socialist Worker.

Foto: Protesta en Londres, 31 de mayo de 2020. Steve Eason/FlickR.